“Ella me enseñó a trabajar” La persona que más influyó en mi vida fue mi mamá, Bertha Ortiz. Ella me enseñó a trabajar, desde niño. Recuerdo que en un mes de agosto me regaló una cometa para elevar en un potrero del barrio Posada Cuellar, donde vivíamos en Ibagué, Tolima. La cometa se me enredó pero con unos compañeros nos pusimos a hacer otra porque no era capaz de decirle a ella que no la había podido elevar. Hicimos otra y la elevamos y ahí surgió la idea con la que descubrí mis inclinaciones por los negocios. Me di cuenta de que no era difícil hacer cometas y en la tienda de mi madre que se llamaba “la última lágrima” (porque quedaba ahí en la última calle cerca al cementerio) me dediqué a vender cometas. Vendí 10 a 5 centavos. Me gané medio peso. Aún conservo el billete en mi oficina como símbolo de mi primer trabajo y del ahorro, que fue fundamental en mi vida. Eso fue a los 6 años. Luego gané más plata alquilando cuentos a la gente que hacía filas en el teatro Tolima. Con eso pude ir a cine y me sobraba para alimentar un marranito. Porque algo que me enseñó mi madre fue a ahorrar. “Es definitivo para la vida” me decía.  “Quiero ser locutor” Mi padre era un gran trabajador y me dio gran ejemplo de trabajo y de dedicación y perseverancia. Mientras estudiaba trabajé en la radio de mis compañeros de bachillerato en donde realizaba una sección llamada Vida Cultural. Tenía buena voz.  Un día le dije al gerente de la emisora “quiero ser locutor”. Pero él no tenía cómo darme la oportunidad porque no había vacantes. Me propuso que, a manera de entrenamiento, me daba un turno de 12 a seis de la mañana. Yo Necesitaba plata para pagar mi colegio y para ahorrar para la universidad, entonces le propuse que me vendiera una hora para hacer un programa semanal los domingos. Valía 600 pesos la hora y me le medí al reto.

Comencé a vender pauta comercial. El programa lo llame Fin de semana con la nueva Ola. Era una emisora de música popular y el mío era un programa con Elvis Presley y otros ídolos de comienzo de los años 60. La emisora no tenía lo discos entonces mis compañeros con recursos fueron los que me facilitaron los discos. Así alimenté musicalmente el programa y lo vendí y logré ingresos por más de 600 pesos. Mi familia era muy humilde, mi padre era un modesto transportador manejaba un camión y luego tuvo su camión propio con la ayuda de la tienda de mi mama. Murió a los 48 años de un infarto. “Una mentirita piadosa”  Con los ahorros (10.000 pesos) me fui a Bogotá a estudiar. Terminé estudiando economía en la Universidad Externado. Llegué con dos blue jeans y unas camisas. Qué frío tan tremendo el de Bogotá. Lo primero que hice fue conseguir un sastre para que me hiciera un vestido de paño grueso. Compré guantes, bufanda y gabardina y la sombrilla. Eso me bajó el presupuesto. Yo pasaba todos los días por una emisora porque anhelaba trabajar ahí algún día. En una oportunidad subí a hablar con el gerente y la recepcionista obviamente no me dejo entrar. Así muchas veces, hasta que un día se me ocurrió una idea para poder llegar a donde ese personaje: yo había conocido a muchos políticos en Ibagué y me encontré con uno en Bogotá y le conté que no tenía plata para continuar los estudios. El me dio su tarjeta de recomendación y me dijo que la usara como fuera. Esa tarjeta la use con la secretaria del gerente de la emisora a quien le dije “no le diga que lo necesita Jorge Eliécer Barón sino el senador fulano de tal, y le entregue la tarjeta. Una mentirita piadosa. De inmediato me hicieron seguir. Le expliqué al gerente que era locutor, que podía narrar de todo y le caí bien. Pero estaban todas las plazas llenas por lo que me presentó a quien dirigía La voz de Colombia: Julio E Sánchez Vanegas, quien en esa época preparaba el programa Concéntrese. A él le gustó mi voz pero no tenía presupuesto para contratarme. Aun así, me invitó a ir ese domingo a coordinar un programa deportivo. Yo cuadré una cosa espectacular y lo sorprendí con una transmisión bastante buena en la que cantaba los goles en otras ciudades del país. Ahí comencé en la radio.  “Hombre, por dios, yo puedo ser como Julio E. Sánchez Vanegas” Finalmente me hicieron un contrato pero como discotecario porque era la única vacante. Tenía que hacer la programación de las 24 horas y colaborar en lo que se necesitara. Yo era desde mensajero hasta DJ. Estaba feliz, le cargaba las cajas a don Julio hasta el carro para su programa Concéntrese. Me sentía el más orgulloso del mundo al lado de ese gran profesional, mi maestro. Yo noté que él abordaba a sus clientes de la misma forma en que yo lo hacía en Ibagué con mi programa de la Nueva Ola. Y dije “Hombre, por dios, yo puedo ser como Julio E. Sanchez. Ahí ya no pensaba en ser locutor o presentador sino en el negocio, en ser programador de televisión, en tener mi propia empresa. Eso se hizo realidad a través de Juvenal Betancur, hermano del presidente Belisario Betancur, que tomó la dirección de la emisora donde trabajaba. Un día Segundo Cabezas que era el chef que hacía el programa de cocina no fue a grabar  y yo levanté la mano para reemplazarlo, aunque no sabía ni idea de cocina. Me conseguí unas recetas, unas diapositivas y así lo hice. Esa ha sido la mejor aparición que he tenido en ese medio. Así arrancó todo en la televisión. “He sabido aprovechar las oportunidades” Cuando miro hacia atrás siempre cojo impulso para continuar con ese método que me enseñaron mis papás de trabajo honesto, de ahorro, para hacer cosas buenas por el país y por la gente. Yo lamento que hoy  no se les inculquen esos valores a los niños y a los jóvenes. Aparte de mis padres agradezco a mis profesores. Estudie en el colegio de los hermanos maristas en Ibagué y a ellos les agradezco sus enseñanzas porque logré transitar en esta vida tan difícil. Todo lo que cuento aquí para superar las dificultades no fue fácil, pero la educación fue importante. Es clave fijarse metas, superarlas, aprovechar las oportunidades porque estas siempre se presentan y la mayorías de las veces surgen de la dificultad y somos afortunadas si las podemos aprovechar. Mi vida ha sido eso: aprovechar las oportunidades, desde las cometas, hasta el programa de cocina. No pude estudiar en la universidad sino los seis meses de economía como sí lo hicieron mis hijos. Cuánto hubiera querido yo prepararme académicamente. Pero no fue así.  Estudié en la universidad de la vida y desde mi rol de mirón he aprendido todo lo que he hecho y lo que los televidentes han podido ver en mis programas. Con mi empresa, que ya ajusta 50 años en la televisión colombiana, he podido hacer El show de las estrellas. Han sido 50 años recorriendo el país para llevar alegría y un mensaje de paz. “Aguita pa’ mi gente” Esa frase surgió en Barranca. Siempre temíamos que lloviera porque el protagonista del show es la gente. Si nos llovía nos quedábamos solos en la tarima. En Barranca yo iba con uno de mis hijos en un taxi y  le pregunté al taxista si allá llovía mucho. Él me dijo “muy poco lo que llueve aquí pero cuando cae aguacero es de tres días y con mucha agua, rayos y centellas”. Fuimos a preparar el concierto y comienzan los truenos y los rayos y comienza el agua. El estadio estaba repleto, pero pensamos que la gente se iba a ir. Afortunadamente la gente no se había ido. Le entregue unos discos que mi hijo había traído de Australia y se los di al sonidista. Yo salude al público y les dije que les tenía una sorpresa pues a partir de este momento nos íbamos a trasladar a la discoteca más grande de Colombia que era  ahí en el estadio de barranca y enseguida dije “y aquí está el agüita que nos proporciona San Pedro, agüita para mi gente, san pedro con el agüita para mi gente y ustedes saltando, saltando, saltando”. El público estaba feliz. Dos horas duramos con esta dinámica hasta que llegaron los artistas. La lluvia cesó pero el público seguía diciendo “agüita para mi gente”. Y yo decía “de dónde voy a sacarla, San Pedro cerró el grifo”.

El concierto terminó a la una de la mañana. Para mi había sido una pesadilla. Y cuando llegamos al hotel mi hijo me dijo “te parece poco lo de agüita para mi gente, ojo papi, qué frase, qué slogan, es  espectacular a la gente le quedó grabado eso”. No le pare bolas pero él me lo volvió a decir al otro día en el avión y me dijo “utilízalo”. El lío es que esa vez no había llovido pero cómo hacer para que siempre pasara. MI hijo me dijo “hay que inventar el mecanismo para que siempre haya agüita para mi gente”. Se nos ocurrió invitar a los bomberos y desde entonces son mis grandes aliados para el agüita para mi gente. Porque en el programa no puede faltar, así sea tierra fría. A veces llueve y la gente sigue pidiendo agüita. Es increíble cómo la gente la recibe con cariño. Eso ya hace parte del programa. Lo de “Entusiasmo” surgió para mantener a la gente alerta porque los programas son muy largos,  desde las 11 hasta la 1. En estudio hay coordinador de piso pero a campo abierto no hay coordinador. Entonces me toca decir a mi “Necesito que le ponga entusiasmo”. Cuando lo decía la gente contestaba “aaaaahh”. Y yo les decía entuuuusiasmo y ellos repetían. Así surgió es esa palabrita mágica que en cualquier momento levanta la alegría del público.  “Lo único que funciona es la patadita de la buena suerte”  Una de las fórmulas de éxito es fijarse metas, objetivos. Uno no puede esperar que todo lo haga la suerte, que todo lo haga el político de turno que  da la recomendación, ni decir que soy muy de malas, o muy pobre. Yo pienso que a uno le va mal porque quiere que le vaya mal. Uno debe proponerse trabajar y juiciosamente decidir qué va a hacer en la vida y luchar por esos objetivos. Mi gran padrino siempre ha sido el cumplimiento, la honestidad el profesionalismo. Eso de la suerte vaya a ver si funciona. Lo único que funciona es la patadita de la buena suerte y el besito de la buena suerte. Esos si no fallan pero es porque yo se las doy a quienes pueden llegar a triunfar pero ellos le ponen el resto, el talento y las ganas, por eso triunfan. Parte de la suerte tiene que luchar y preparar. Lo de la suerte es relativo. Lo más importante es trabajar luchar en la vida y que le den la patadita de la buena suerte para reforzar. Colombia es país maravilloso donde uno puede hacer lo que quiera siempre y  cuando se lo proponga. El hijo de una lavandera fue presidente de Colombia. Uno debe pensar en grande. Yo siempre lo hice con modelos, mi modelo era Julio E Sánchez Vanegas, mi modelo en la radio era Alberto Piedrahita Pacheco. Uno trataba de emularlos.  “Le tengo miedo a una enfermedad tremenda” Como persona lo más difícil que me ha tocado enfrentar en la vida ha sido la muerte de mi madre. Ella murió a los 7 3 años. Fue una mujer formidable que me ayudó muchísimo con la programadora y la emisora. Llegó con la programadora a ocupar el primer lugar de sintonía en la radio bogotana incluyendo las emisoras FM. Ella orientaba la emisora y era la primera en audiencia. Ahora llevo más de dos años en RCN el programa continúa recorriendo el país, haciendo patria con la televisión. Yo le tengo mucho miedo a una enfermedad tremenda. Le pido a dios que cuando me llame sea rapidito. El legado para mis hijos es el ejemplo el trabajo, la dedicación de la perseverancia del profesionalismo. La dedicación, el respeto  por la gente para que trabajen y ojalá ellos continúen con ese nombre que les he construido con tanto esfuerzo “Todos mis hijos se llaman Jorge” Mis hijos son Jorge Barón uno, que es Jorge Luis. Jorge Barón dos, que es Jorge Eliecer, Jorge Baron tres, que es Jorge Andres y Jorge Barón cuatro, que es Jorge Eduardo. Al principio los llamábamos por el número pero luego con el segundo nombre. Los muchachos viven en el exterior. Dos de ellos estudiaron en Estados Unidos  en el mismo colegio. Eran ambos Jorge Barón, uno en un año y el otro en el otro. Lo hice así porque desde un comienzo quería hacer una empresa grande con un logo y se lo contaba a mis noviecitas y tenía una en Ibagué y una mañana dibujamos en la área el logo de la programadora que hemos visto por 50 años. Les decía a mis noviecitas “voy a tener hijos varones para que se llamen como yo”. Cuando estábamos trabajando para los ‘jorges’ le decía a mi novia no vamos a tener un hijo sino un Jorgito para que alguno siga mis pasos y continúe con la empresa, pero lamentablemente ninguno se le ha medido a esto. Vamos a ver.   “Ánimo Tolima” El legado para mis hijos es el ejemplo el trabajo, la dedicación de la perseverancia del profesionalismo. La dedicación, el respeto por la gente para que trabajen y ojalá ellos continúen con ese nombre que les he construido con tanto esfuerzo. Un día muy importante, fue llegar a los 50 años con el Show de las Estrellas. Poder llegar por mis  propios medios a conseguir lo poco que tengo es bien importante, por eso me gusta mirar atrás para coger impulso. No podemos desfallecer. “Ánimo Tolima”, así digo yo para seguir adelante, es una especie de “entusiasmo” para mí.