Hace un par de semanas, Yovana Mendoza, más conocida como Rawvana, fue tendencia en los medios de comunicación por una foto en la que aparecía comiendo pescado. Lo hizo después de defender durante seis años su dieta vegana en Instagram, razón por la que conquistó a una audiencia de más de 1,3 millones de seguidores. El escándalo llevó a que la influenciadora revelara la verdad: debido a su dieta desarrolló una anemia severa, por lo que su médico le ordenó comer proteína animal. Ella, para no defraudar a sus seguidores, prefirió ocultar la información y seguir como si nada.

El hecho indignó a su público, y enfocó la atención de nutricionistas y médicos sobre el perjuicio que las redes sociales pueden causar en la salud. Porque Rowvana no es la primera influenciadora que engaña a sus seguidores. En 2014, la australiana Belle Gibson saltó a la fama con la historia de haberse curado su cáncer de cerebro sin terapias convencionales y solo a punta de ejercicio y dieta. Luego de varios libros, apps y mucha presencia en redes sociales, Gibson admitió que todo era falso y que, incluso, nunca sufrió esa enfermedad. Lea el artículo completo aquí