La vitamina C es uno de los nutrientes esenciales que todos los seres humanos deben tener en el organismo para ejecutar funciones fisiológicas claves.
En algunos contextos también se le conoce como ácido ascórbico y es considerada como hidrosoluble, es decir que puede disolverse con facilidad en el agua. De acuerdo con la Oficina de Suplementos Dietéticos de los Institutos Nacionales de Salud (ODS, por su sigla en inglés), una vez la vitamina C ingresa el cuerpo se convierte en antioxidante y ayuda a proteger las células.
Entre otras funciones, ayuda a producir colágeno, que a su vez es fundamental para que el organismo lleve a cabo procesos como la cicatrización de las heridas. Además, la Clínica Mayo, una institución médica de Estados Unidos, informa que la vitamina C puede ser útil para crear distintos tipos de tejidos como los que se encuentran en los vasos sanguíneos, la piel, los cartílagos, los huesos y el tejido conectivo, que protege a otros tejidos del cuerpo.
“La vitamina C también mejora la absorción del hierro presente en los alimentos de origen vegetal y contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunitario para proteger al cuerpo contra las enfermedades”, puntualiza la ODS.
Como no se trata de una vitamina que esté presente de forma natural en el cuerpo, sino que debe adquirirse a través de varios alimentos, distintas fuentes recomiendan una dieta rica en frutas y verduras que podrían contener dosis adecuadas de vitamina C.
No obstante, hay dos frutas específicas que pueden aportar una buena parte de la vitamina C que requieren las personas en su dieta diaria. Por un lado está el kiwi que, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, contiene 92,7 miligramos de vitamina C por cada 100 gramos.
Pero tal vez una de las que más cantidades de vitamina C aporta es la guayaba, que de acuerdo con la misma fuente contiene hasta 228,3 miligramos de ese nutriente por cada 100 gramos.
En esa medida superan a otras frutas cítricas que son popularmente conocidas como buena fuente de vitamina C como la naranja, que contiene alrededor de 53,2 miligramos por cada 100 gramos.
Cuando se revisan las dosis recomendadas de vitamina C diaria que deben consumir las personas según su sexo y edad, se aprecia que estas frutas son una gran alternativa. La ODS señala que, por ejemplo, para los niños de 9 a 13 años se aconseja una ingesta diaria de 45 miligramos de vitamina C.
Mientras tanto, para los hombres mayores de 18 años la recomendación se sitúa en 90 miligramos diarios y para las mujeres adultas en 75 miligramos diarios.
¿Qué otros beneficios podría tener la vitamina C en el organismo?
La ODS advierte que en la actualidad hay varias investigaciones científicas en curso que tienen el objetivo de establecer cuáles son los efectos de la vitamina C en el organismo además de las mencionadas propiedades sobre la salud de los tejidos.
Entre otras líneas de investigación, hay una que se ha fijado en la prevención del cáncer. “Es posible que quienes consumen gran cantidad de vitamina C al comer frutas y verduras corran menos riesgo de tener varios tipos de cáncer, como cáncer de pulmón, seno y colon. Sin embargo, al parecer, tomar suplementos dietéticos de vitamina C, con o sin otros antioxidantes, no ayuda a prevenir el cáncer”, explica la ODS.
A su vez, hay fuerte evidencia científica que asocia el consumo de una buena cantidad de frutas a un menor riesgo de padecer enfermedades del corazón.
No obstante, tampoco se puede afirmar que esto se deba únicamente a la vitamina C, aunque existe la hipótesis de que sí contribuye a mejorar la salud cardiovascular debido a que disminuye el daño oxidativo en las células.
También se ha investigado su efecto en los tejidos oculares, pues es sabido su papel en la generación de colágeno y la capacidad de cicatrización del cuerpo.
“Los investigadores no consideran que la vitamina C y otros antioxidantes influyan en el riesgo de padecer degeneración macular relacionada con la edad. Sin embargo, los estudios de investigación indican que la vitamina C, combinada con otros nutrientes, podría retrasar la progresión de la degeneración macular relacionada con la edad”, concluye la ODS.