Las frutas son alimentos indispensables dentro de la dieta de toda persona, incluso los niños deben consumirla desde los seis meses cuando inician la alimentación complementaria, el profesional idóneo para determinar la manera y la cantidad para ofrecer el alimento al menor será el pediatra, por lo que es pertinente consultarlo con él.
Son muy ricas en vitaminas y minerales, por eso, se encargan de nutrir completamente al organismo. La carencia de las frutas le puede representar al cuerpo graves condiciones de salud. Los especialistas en tema las recomiendan consumir en su propio estado, esto porque en jugos o en zumos pierden la mayor cantidad de sus nutrientes.
Una de ellas es la sandía, o también llamada patilla, la cual aporta varios beneficios para la salud, ya que es rica en vitaminas, agua y compuestos antioxidantes, con propiedades antiinflamatorias, hidratantes, antioxidantes, diuréticas, anti cancerígenas, digestivas y antihipertensivas.
Según la Fundación Española de Nutrición, se asegura que la sandía es muy apreciada por ser refrescante en aguas y sales, es una de las frutas que más cantidad de agua contiene, con casi un 93 % de su peso.
Como lo dice el portal Túa Saude, el licopeno que se encuentra en la sandía, por su acción antioxidante y antiinflamatoria, impide la oxidación del colesterol LDL “malo”, previniendo así la formación de las placas de aterosclerosis y el desarrollo de enfermedades cardíacas.
Esta fruta aporta antioxidantes, algo de fibra y otros minerales como el magnesio (11 mg) o el calcio (7 mg). De su composición destaca su contenido en carotenoides como la luteína, un elemento ayuda a reducir la presión sanguínea, según 20 Minutos.
Otro de los beneficios que el portal señala tras el consumo de este alimento es la prevención de la aparición de enfermedades renales, que siendo diurética contiene esteroides y alcanos que ayudan a prevenir los cálculos renales, explica Tua Saúde.
Además, cumple con una función importante en el sistema inmunológico porque estimula “las células de defensa” del cuerpo, aportando vitamina A y vitamina C, previniendo así posibles resfriados o gripes.
La sandía también es una fruta muy recomendada por los profesionales de la salud para fortalecer la salud de los huesos, esto se debe a que acumula una gran cantidad de licopeno, el cual disminuye de forma considerable el estrés oxidativo, aspecto que detona la aparición de una enfermedad como la osteoporosis.
A su vez, “esta fruta es un gran fuente de beta-caroteno (por eso ese color rojizo de su interior) que se convierte en vitamina A. Ayuda a producir los pigmentos en la retina del ojo y protege contra la degeneración macular relacionada con la edad”, concluye Psicología y Mente.
A pesar de que la sandía cuenta con los beneficios mencionados anteriormente, adquirir esta fruta es un reto, pues detrás de su corteza se puede llegar a encontrar una desagradable sorpresa. Por esta razón, se recomienda tomar las que se encuentren por encima y evitar las que estén muy aplastadas.
Es necesario desechar la sandía de inmediato si tiene:
Tonos difuminados: Esta fruta cuando está en buen estado debe tener una tonalidad verde pino con rayas a su alrededor, de no ser así, es mejor tirarla a la basura.
Moho en su interior o exterior: Normalmente, este es un signo de descomposición, suele ser de color negro, blanco o verde, e ingerirlo puede traer graves complicaciones en la salud.
Malformaciones: Las sandias suelen ser ovaladas o redondas, pero en muchas ocasiones tienen una forma homogénea. Si la fruta tiene algún tipo de malformación, es preferible evitar su consumo, ya que esto indica que recibió grandes cantidades de agua y un nivel alto de sol, alterando sus beneficios principales.
Eco en su interior: Es una de las maneras de identificar la calidad de la fruta, si al darle golpes tiene un sonido contundente y preciso, quiere decir que puede ser consumida de inmediato. De lo contrario, si tiene un sonido suave o algún tipo de eco, en recomendable evitar ingerirla o prepararla en algún tipo de infusión.
Pulpa arenosa o seca: La pulpa de la sandía es caracterizada por ser crujiente, si en alguno de los casos esta se torna blanda o con algún tipo de secreción babosa, indica que está dañada y es preferible desecharla para evitar una intoxicación.