Aunque hay frutas que son parte de la dieta de muchas personas, en ocasiones se consumen sin tener en cuenta cuáles son los efectos que pueden tener en el organismo. Ese puede ser el caso de la pera, que es una de las frutas más frecuentes en las cocinas.
Por ello, es importante que los consumidores tengan en cuenta algunos datos claves sobre su composición y su valor nutricional.
Según la Fundación Española de la Nutrición (FEN), las peras son frutas milenarias, aunque no está claro cuando empezaron a consumirse.
“En excavaciones arqueológicas se han encontrado vestigios de este árbol que datan de 3.000 años a.C. No existen pruebas que evidencien su consumo entre egipcios, griegos y semitas. Sin embargo, en estado silvestre, se hallaba distribuida por las zonas templadas de Europa y Asia Central”, explica la organización española.
No obstante, indica que sí hay evidencia histórica de que los romanos empezaron a consumir peras de forma masiva. De hecho, se les considera precursores en muchas variedades de este fruto porque implementaron lo que se conoce como “técnicas de injerto”. Los registros históricos, advierte la FEN, hablan de hasta 38 variedades de peras conocidas por los romanos.
Esto también podría asociarse con los beneficios que representa a nivel nutricional. La fundación española indica que las peras cuentan con “cantidades apreciables” de fibra de tipo insoluble y rica en lignina. De acuerdo con varias fuentes médicas, este tipo de fibra podría favorecer la digestión en la medida en la que incrementa el volumen de los desechos y, con ello, facilita el tránsito de los alimentos por el aparato digestivo.
“De los minerales destaca el potasio y de las vitaminas destaca la vitamina C, en cantidades apreciables. Contiene flavonoides, compuestos con carácter antioxidante. En la pera se han encontrado cantidades moderadas de flavonoides como la quercetina y el kaempferol, y catequinas como la (+) catequina y la (–) epicatequina”, sostiene la FEN.
Y agrega que también la pera también puede contener “pequeñas cantidades de lignanos”, que son fitoestrógenos y podrían ayudar, por ejemplo, a las mujeres que tienen menopausia.
Por último, la FEN indica que la pera “en su composición también presenta ácidos orgánicos; concretamente: hidroxiácidos no fenólicos (ácidos málico y cítrico que son los más abundantes) y ácidos fenólicos hidroxicinámicos (ácido cafeico)”.
Mientras tanto, la publicación estadounidense de información en salud Healthline cita varias investigaciones científicas que dan cuenta de las múltiples ventajas que tienen las peras para el buen funcionamiento del organismo.
Entre otras cosas, hace referencia a un estudio científico que analizó el estado de salud y las costumbres alimenticias de más de 200.000 individuos. Los investigadores encontraron que las personas que comían cinco o más porciones de frutas con antocianinas (incluidas las peras rojas) tenían un 23 % menos de probabilidades de ser diagnosticadas con diabetes tipo 2, que es la forma más común de esa enfermedad.
A su vez, señaló que una investigación realizada en ratones encontró que esos compuestos cuentan con propiedades antiinflamatorias y antidiabéticas. Los resultados del análisis fueron publicados en 2015.
Incluso, señala el medio estadounidense, se cree que la gran cantidad de fibra de la pera ayuda a que se demore más en descomponerse y, por lo tanto, evita los picos de azúcar.
Además, Healthline indica que hay evidencia científica que asocia el consumo de peras con la regulación del colesterol. Puntualmente, cita un estudio que mostró que un componente de la pera conocido como procianidina podría ayudar a reducir la rigidez del tejido cardíaco, mitigar los niveles de colesterol LDL (también conocido como colesterol malo) e incluso incrementar la cantidad de colesterol HDL (que se conoce como colesterol bueno).