Cuando se habla de un derrame cerebral, se hace referencia a la interrupción del flujo sanguíneo al cerebro que luego de pocos minutos después se produce un derrame cerebral en donde las células del cerebro comienzan a morir, lo que puede causar daños a largo plazo.
De acuerdo con el portal especializado UI Health, existen dos tipos de derrame cerebral. Uno se denomina isquémico, que ocurre cuando un coágulo de sangre bloquea un vaso sanguíneo vital para el cerebro. Las causas más comunes de un derrame cerebral isquémico es la acumulación gradual de colesterol en los vasos sanguíneos de la cabeza y del cuello (trombosis) y coágulos de sangre en el corazón (embolia).
El otro tipo de derrame cerebral se denomina hemorrágico, que se da cuando un vaso sanguíneo en el cerebro se rompe. Al suceder esto, la arteria sangra dentro del cerebro y aumenta la presión dentro del cráneo, causando inflamación del tejido cerebral y daño a las células del cerebro. Por lo general, cuando los vasos sanguíneos en el cerebro estallan, se le llama una hemorragia intracerebral y cuando el sangrado se produce en el espacio entre el cerebro y las membranas que recubren el cerebro, se le llama hemorragia subaracnoidea.
Síntomas de un derrame cerebral
El portal en mención da a conocer una serie de síntomas y señales que se pueden experimentar al estar padeciendo un derrame cerebral:
- Confusión o dificultad para la comprensión.
- Dificultad para hablar.
- Mareos o problemas de equilibrio o de coordinación.
- Pérdida de consciencia.
- Problemas con movimientos o al caminar.
- Convulsiones.
- Dolores de cabeza severos sin ninguna otra causa conocida.
- Debilidad o entumecimiento de la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
- Náusea repentina, vómito o fiebre no causada por una enfermedad viral
- Pérdida breve o cambio de conciencia, tales como desmayos, confusión, convulsiones o estado de coma
Para prevenir este tipo de afecciones cardiovasculares, es fundamental tener buenos hábitos de vida que complementen una dieta rica en vitaminas y minerales. De hecho, el portal web Tua Saúde destaca las propiedades de las semillas de cáñamo, las cuales poseen buenas cantidades de hierro y proteínas de alto valor biológico. Gracias a sus compuestos fenólicos y ácidos grasos esenciales, actúan en conjunto contra el daño oxidativo de las células, disminuyendo la inflamación y previniendo enfermedades cardiovasculares como infarto de miocardio, aterosclerosis y derrame cerebral.
Asimismo, esta semilla contiene vitamina K, un poderoso nutriente que mejora la coagulación de la sangre, siendo otro factor cardioprotector. Por otra parte, al ser muy rica en potasio, la semilla de cáñamo ayuda a disminuir la presión arterial, ya que aumenta la excreción renal de sodio a través de la orina y su contenido de aminoácido arginina, produce óxido nítrico en el cuerpo, promoviendo la dilatación y relajación de los vasos sanguíneos, actuando contra la hipertensión arterial.
¿Cómo consumir estas semillas?
Según Tua Saúde, las semillas de cáñamo tienen un sabor parecido a la nuez y se pueden consumir enteras, decorticadas, crudas o tostadas, además de utilizarse en la industria como producto para elaborar aceite, harina, leche, sustitutos del queso, proteínas en polvo y en reemplazo de pan molido para cubrir carnes y pescados.
Del mismo modo, este tipo de semillas se pueden emplear en diferentes preparaciones tanto dulces como saladas, junto al yogur, con los cereales, en batidos para adicionar valor nutricional, en ensaladas, sopas, guisos y jugos.
Es importante tener presente que para poder aprovechar los beneficios de estas semillas, se deben consumir por lo menos una cantidad de 30 gramos por día, lo que equivale a tres cucharadas, aportando 166 kcal. Estas cantidades pueden variar según edad, sexo, estado de salud y tolerancia, por eso es recomendado consultar a un médico o nutricionista.