Lavar algunos alimentos antes de cocinarlos es una práctica común en muchos hogares. Varias personas creen que al enjuagarlos están eliminando posibles bacterias y suciedad, haciéndolos “más seguros” para su consumo. Sin embargo, esta práctica puede tener riesgos desconocidos, potencialmente perjudiciales para la salud.

De acuerdo con el Ministerio de Salud de Colombia, la inocuidad de los alimentos “puede definirse como el conjunto de condiciones y medidas necesarias durante la producción, almacenamiento, distribución y preparación de alimentos para asegurar que, una vez ingeridos, no representen un riesgo para la salud”.

Los alimentos que se deben lavar y los que no. | Foto: Getty Images

La importancia de la higiene al momento de cocinar y preparar los alimentos es algo que se debe tener en cuenta en toda circunstancia. Aunque hay quienes saben que los productos animales deben manipularse adecuadamente para evitar contaminación, “muchos no saben que las frutas y verduras también pueden ocasionar brotes de enfermedades transmitidas por alimentos”, apunta la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés).

En algunos casos, lavarlos puede eliminar nutrientes esenciales, dañar su textura o incluso introducir bacterias no deseadas. Mientras que otros son fundamentales hacerle su respectiva higiene para evitar infecciones.

¿Cuáles son los alimentos que no se deben lavar?

Carne: lo más recomendable es no enjuagar la carne cruda, ya que las bacterias que pueden estar presentes en la carne cruda no se eliminan completamente con un simple lavado. De hecho, el agua que se utiliza para lavar la carne puede salpicar y dispersar las bacterias en las superficies circundantes, como el fregadero, los utensilios de cocina y las encimeras.

Por tal razón, el calor de la cocción es lo que realmente mata a estas bacterias y asegura que la carne sea segura para el consumo.

Pollo: al igual que la carne, lavar el pollo crudo puede propagar por toda la cocina bacterias dañinas y la única forma de eliminar los microorganismos perjudiciales es dejándolo en una cocción adecuada.

El pollo es uno de los productos que no deben lavarse. | Foto: stephanie phillips

Huevos: esta proteína suele llegar con manchas o suciedad en su cáscara, aunque lavarlos antes de almacenarlos puede suprimir una capa que es una protectora natural llamada cutícula, el cual aumenta el riesgo de ingreso de bacterias por medio de los poros de la cáscara.

Hongos comestibles: entre ellos está, las setas, los champiñones y otras especies que absorben el agua rápidamente, por lo que al momento de lavar dichos productos puede alterar su textura y sabor. Es por ello que se recomienda limpiarlas suavemente con un paño húmedo.

Sin embargo, debe tener en cuenta las pautas de seguridad alimentaria o leer las instrucciones específicas que se encuentran en los empaques del producto.

¿Cuáles son los alimentos que se deben lavar?

Frutas y verduras: es importante que enjuague cuidadosamente frutas, como la manzana, uvas y fresas, pero también las verduras como las espinacas, lechuga, tomates, entre otros. Lo más aconsejable es utilizar el agua corriente para eliminar la suciedad, los pesticidas o residuos.

Tubérculos y raíces: todos los alimentos que vengan de la tierra deben ser lavados, tales como las papas, zanahorias o remolachas para así suprimir posibles contaminantes externos.

Todos los alimentos que vengan de la tierra deben ser lavados, tales como las papas, zanahorias o remolachas, para así suprimir posibles contaminantes externos. | Foto: Alexandra Ruiz / Publicaciones Semana

Legumbres y granos secos: productos como los frijoles, lentejas, arroz y otros granos secos deben enjuagarse muy bien antes de ser cocinados, pues de esta manera elimina las impurezas y posibles residuos de pesticidas.

Mariscos y pescados: cuando se compran frescos, es necesario lavar estas proteínas bajo agua fría para eliminar la suciedad y las bacetrias superficiales.

Cabe mencionar que todos estos alimentos deben lavarse con agua potable y utilizar un cepillo suave, especialmente en aquellos productos que tienen superficies rugosas.