La erradicación de la viruela es una de esas verdades que tienen algo de leyenda. No es para menos, si se tiene en cuenta que esa enfermedad cobró millones de víctimas en el mundo entero a través de la historia. Sin embargo, el hecho concreto es que el último caso natural de viruela se presentó hace diez años, en octubre de 1977 en Merka, Somalia. Hoy, una década después de semejante hito histórico, hay una pregunta que sigue rompiéndole la cabeza a la comunidad científica internacional: ¿Qué hacer con los últimos remanentes vivos del virus?
Como en una película de ciencia ficción, los únicos ejemplos que se conservan del virus de la viruela permanecen, bajo estrictas medidas de seguridad, solamente en dos laboratorios del planeta. Uno, detrás de la cortina de hierro, en Moscú, y el otro, en el Centro para el Control de Enfermedades, en Atlanta, Estados Unidos. Las opiniones sobre el futuro de esa que es la especie más amenazada sobre la faz de la Tierra, son encontradas. El doctor Keith Dumbell, en un artículo para la revista médica The Lancet, afirma que "No hay científico que en el presente esté trabajando con el virus de la viruela, y tampoco parece posible que ello sea permitido. A mi leal saber y entender, la destrucción de los últimos ejemplos de virus pondría punto final al esfuerzo por destruir esa espantosa enfermedad ". Pero algunos especialistas argumentan que el virus no debería ser borrado por completo del planeta, en parte porque en el futuro podría resultar útil para fines de investigación, y en parte porque destruírlo sería el acto, sin precedentes, de la extinción deliberada de una especie. Esa es una consideración que parece demasiado filosófica si se tiene en cuenta que, cuando estuvo en acción, la viruela mataba uno de cada cinco enfermos, y los desfiguraba a todos. Los únicos sobrevivientes del virus están conservados, congelados a 32°C bajo cero, esperando solamente algún hipotético uso futuro. Hoy, literal mente no sirven para nada, y los laboratorios que los conserven están dedicados a todo menos a la viruela. Hasta 1981, las muestras de virus se usaban principalmente para servir de punto de comparación ante los casos parecidos a la viruela que se pudieran presentar en cualquier parte del mundo. Pero ni siquiera ese uso tiene validez en el presente, pues los avances en la biología molecular han ofrecido una alternativa más segura. La polémica ha tratado de ser resuelta por el doctor Dumbell a través de The Lancet, mediante una encuesta de cubrimiento mundial. De los 61 científicos que respondieron desde 22 países, solamente 5 opinaron que el virus debía ser preservado indefinidamente. Esos 5 ofrecieron dos razones fundamentales: primero, que el virus podría ser almacenado sin riesgo alguno y segundo, que la preservación pública y abierta del virus era preferible a la destrucción, que dejaría vigente la posibilidad de que algún país mantuviera un depósito secreto con fines militares. Esos rumores que hablan de la existencia de depósitos clandestinos del virus son alimentados por el hecho de que algunos países, como precisamente los Estados Unidos y la Unión Soviética, continúan vacunando a su personal militar aun cuando el riesgo de contagio ya no existe en ninguna parte del mundo. En cualquier caso, no se considera que la viruela pueda ser un arma biológica suficientemente efectiva, ya que existen otras mucho más letales. El doctor Donald A. Henderson, quien dirigió el programa de erradicación de la Organización Mundial de la Salud desde 1966 hasta su exitoso final, piensa que cualquiera de las dos posibilidades, destruirlo o mantenerlo, podrían ser aceptables. "Como científico, yo diría que se mantuviera. Pero por las preocupaciones que genera pienso que sería adecuado desde el punto de vista político proceder a su destrucción". El doctor Henderson sugirió recientemente que un acuerdo para la destrucción simultánea de los especímenes del virus, sería un tema muy importante dentro de la próxima cumbre de los dos líderes de las potencias más grandes del mundo. En su columna de The Lancet, el doctor Dumbell le hizo eco: "Podría obtenerse un acuerdo mutuo para la suspensión definitiva de la vacunación militar contra la viruela y para la destrucción del último virus vivo y el mejor mediador sería la Organización Mundial de la Salud. La campaña de erradicación de la viruela fue adelantada sobre la base de la cooperación internacional, y sería ideal que el acto final del drama se presentara dentro del mismo espíritu de acuerdo".