Más allá de ser una fruta de un sabor rico, durante muchos años el tamarindo se ha utilizado con fines medicinales ya sea para dolores estomacales, mala digestión o estreñimiento, así como para ayudar a fortalecer la piel.
Un estudio publicado en la Revista de Ciencias Biológicas y de la Salud de la Universidad de Sonora analizó sus componentes y encontró que este fruto contiene una baja cantidad de agua, ácido tartárico, vitaminas A, C y del complejo B, proteínas, calcio, fósforo, potasio y magnesio.
Se trata de un producto que puede utilizarse para preparar dulces, jugos, y otras bebidas, como licores. Sin embargo, el consumo de agua en ayunas también genera efectos positivos para la salud.
El sitio en inglés Healthline explica que el agua de tamarindo se utiliza para ayudar a contrarrestar síntomas de la diarrea, estreñimiento, fiebre y úlceras pépticas. Asimismo, las hojas y cáscara de este fruto se pueden utilizar para sanar heridas de la piel.
El agua de tamarindo es benéfica debido a que su pulpa tiene muchas propiedades digestivas. La vitamina B1, también llamada tiamina que convierte los alimentos en energía, facilita la digestión y evita que se generen cólicos.
Además de mejorar el metabolismo, las propiedades antiinflamatorias resultan muy buenas para el cuerpo, pues relaja la piel y aliviana sensaciones de náuseas en el caso de las mujeres en estado de embarazo.
¿Cómo prepararla?
Para preparar la tradicional agua de tamarindo se requieren unas 15 frutas secas, peladas y lavadas, dos litros de agua y azúcar al gusto. Lo ideal es poner a hervir un litro de agua y cuando hierva añadir los tamarindos, dejando hervir por 20 minutos. Se deja enfriar y luego se trituran los tamarindos hasta que suelten la pulpa y se puedan retirar las semillas. Esta mezcla se licúa con azúcar. Posteriormente se cuela y se vierte en una jarra en la cual se añade el otro litro de agua y se mezcla.
Otra de las formas de preparación es hacerlo en infusión. Se pone a hervir agua a la que se le agregan vainas de tamarindo y se deja hervir por 10 minutos, luego se deja reposar, se cuela y se sirve en una jarra para comenzar a consumirla. Es importante tener en cuenta que esta preparación puede funcionar como un laxante.
Tomarse un vaso de agua de tamarindo en ayunas activa el organismo y mejora la energía, proporciona una buena digestión gracias a su elevado contenido de fibra, ayuda a depurar el organismo eliminado toxinas y desechos actuando como laxante natural, estimula el apetito, dado que acelera el metabolismo y por su alto contenido en vitaminas de los grupos B, C y E, previene el contagio de virus gripales y afines, a la vez que es un calmante y antiinflamatorio, alivia dolores musculares y reduce la inflamación.
Antienvejecimiento
El consumo de agua de tamarindo en la ayunas ayuda a prevenir el envejecimiento precoz, pues aporta antioxidantes que evitan el daño que causan los radicales libres a las células.
Sin embargo, no solo el agua ayuda. Si se trata de la piel también es posible hacer mascarillas con su pulpa, la cual es muy exitosa para desaparecer la grasa de la piel, además de darle suavidad y dejarla tersa. Se puede preparar con jugo de limón y aplicarla cada tercer día antes de acostarse.
También funciona como exfoliante debido a que esta fruta es rica en nutrientes como los ácidos alfahidroxi, que ayudan a eliminar las impurezas de la piel y la suciedad profunda. Para esto se debe preparar una pasta con pulpa de tamarindo, una cucharada de sal marina y un poco de leche. Esta mezcla se frota dando movimientos suaves circulares durante dos minutos.
Dentro de los múltiples beneficios de esta fruta también está el fortalecimiento del sistema inmune, pues aporta vitamina C y A, ambos son micronutrientes importantes para aumentar y estimular las células de defensa del organismo. Asimismo, posee propiedades antibacterianas contra la Salmonella paratyphoid, Bacillus subtilis, Salmonella typhi, and Staphylococcus aureus y antihelmínticas contra la Pheretia Posthuma.
Estos beneficios pueden obtenerse a través del consumo de sus semillas, hojas, la pulpa de la fruta o la cáscara del tamarindo, dependiendo el problema a tratar.