El chontaduro es una de las frutas más nutritivas y equilibradas que se encuentran en el mercado. Proviene de una palmera que puede alcanzar los 20 metros de altura y se cosecha en países de América Latina que ostentan climas tropicales, los cuales van desde los 24ºC y los 30ºC. Es un fruto con forma de globo con una pepa en su interior y su cáscara varía entre los colores rojo, naranja y amarillo.
Su nombre científico es Bactris gasipaes, pero su nombre popular va cambiando acorde al país que lo cultive. Es así como en Colombia se le conoce como chontaduro; en Perú, pijuayo; en Panamá, pifá; en Venezuela, piriguao o acana; en Brasil, pupunha; y en Costa Rica y Ecuador le llaman pejibaye.
Por años se ha hablado sobre el sinnúmero de propiedades que posee el huevo para la salud y, en ese sentido, es válido destacar que el chontaduro ha sido llamado como el “huevo vegetal”, por lo mismo. Se trata de un fruto rico en proteínas y una importante fuente de aminoácidos.
A lo anterior se le suma su contenido de grasas saludables como los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y omega 6, y ser una fuente de vitaminas A, C y D, de fibra, carbohidratos y minerales tales como el hierro, el calcio, el fósforo y el magnesio. Sin dejar de mencionar los poderes afrodisiacos que ostenta esta fruta tropical, reseña la experta en salud Eva Salabert en la revista de salud y bienestar Webconsultas.
En ese sentido, el consumo de chontaduro trae múltiples beneficios para la salud y puede ayudar en el tratamiento de algunas enfermedades. Si bien la propiedad que más sobresale del chontaduro –o la que comúnmente se conoce– es que es un afrodisiaco, este fruto va más allá y puede ayudar también al cuidado de la piel, mejorar la visión e incluso a algunas funciones del sistema digestivo.
Gracias a las grasas saludables que posee, el consumo de chontaduro ayuda a reducir el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, así como también a reducir los niveles de colesterol LDL –conocido como colesterol malo–, por contener ácidos grasos poliinsaturados. Además, al ser rico en fibra favorece la salud del intestino, mejorando el tránsito intestinal, previniendo el padecimiento de enfermedades como el cáncer de colón y la diabetes y ayudando a mantener el peso corporal deseado.
Las personas diabéticas pueden consumir este fruto gracias a que tiene un bajo contenido glucémico y aporta los aminoácidos esenciales para el organismo. La ingesta de chontaduro también beneficia la piel gracias a la función antioxidante de los carotenoides –pigmentos orgánicos– que posee, así como también ayuda a mejorar la visión debido al contenido de estos pigmentos que agrupan al betacaroteno y licopeno.
Lo anterior sin dejar de mencionar que el chontaduro también es recomendado para las personas que sufren de trastornos alimenticios como la anorexia, trastornos digestivos, problemas de memoria, falta de vitalidad o apetito, destaca la experta en salud Eva Salabert. Agrega que la pulpa del chontaduro es ampliamente utilizada para estimular las glándulas endocrinas –gónadas, ovarios y próstata–.
El chontaduro puede ser consumido crudo, en jalea, refrescos, deshidratado, entre otras presentaciones. Algunos prefieren verter un par de chontaduros en una olla con agua, agregarle una pizca de sal y dejarlo cocinar entre 30 y 60 minutos. A esta preparación también se le puede añadir miel, leche condensada, vinagre o limón. Cuando es preparado con fines afrodisiacos, el chontaduro suele ser mezclado con el borojó.
El químico Dr. Jaime Restrepo Osorio, de la Universidad del Valle, ubicada en Cali, es catalogado como uno de los mayores expertos del chontaduro a nivel mundial. Citado por el World Gastronomy Institute, entre las investigaciones que ha realizado en el Grupo de Investigación en Productos Naturales y Alimentos (GIPNA), Restrepo afirma que como científico no puede asegurar que una dosis concreta de chontaduro tenga un efecto afrodisiaco, pero sí confirmar que es un alimento nutricionalmente completo.
El chontaduro también está presente en la cocina, puede ser rallado para añadirlo a las sopas, cremas o salsas. Es procesado para obtener harina y hacer parte de los ingredientes para la preparación de postres, compotas, jales y otras recetas culinarias.