Si de algo sirvió la alarma por el riesgo contagiosos de la nueva gripa A (H1N1) fue para poner en evidencia la precaria situación a la que ha sido reducido el Instituto Nacional de Salud (INS), por cuenta de la mala administración y la influencia de políticos más interesados en las cuotas burocráticas que en la valiosa misión científica y de salud pública que le corresponde al Instituto. Con la llegada del virus, y la espectativa por las medidas de urgencia que tomaría el gobierno, el foco de atención se puso sobre el INS, un Instituto de salud pública del Estado que por 50 años gozó de prestigio y reputación a nivel internacional en la prevención y manejo de epidemias. Lo primero que tuvo que hacer el gobierno fue nombrarle un director, pues desde septiembre de 2008 el INS, que depende del Ministerio de Protección Social, estaba casi huérfano, con un director encargado.Así, desde comienzos de mayo, en medio de la emergencia, asumió como nuevo director Juan Gonzalo López, que se desempañaba como director de la red nacional de transplantes del INS y ex viceministro de Salud. Tan pronto como tomó posesión de su nuevo cargo, recibió una carta de la Contraloría, con fecha del 13 de mayo, en la que le dio un balance negativo de la gestión del INS en 2008, es decir durante la dirección de Luis Eduardo Mejía y su sucesor encargado, Alvaro Calvache. En el desorden administrativo descrito por la Contraloría, consta que poco se cumplieron los planes de acción durante el año pasado. Entre lo más grave está el incumplimiento del 56 por ciento de las actividades de la subdirección de producción, la encargada de producir vacunas como la de fiebre amarilla, y el incumplimiento del 54 por ciento de las actividades en la subdirección de vigilancia y control en salud pública, encargada, entre otras funciones, de monitorear qué virus están en el país para evitar epidemias que afecten la salud de cientos de colombianos. “Esta situación no se compadece frente a la importancia de las actividades misionales del Instituto, menos aún cuando las mismas se vinculan a un área tan sensible como es el tema relacionado con la salud pública”, le escribió la Contraloría al nuevo director del INS en su carta. Entre las actividades que dejó de ejecutar la subdirección de producción, la Contraloría reseña varias que han afectado la producción de suero antiofídico y la renovación del registro sanitario de la vacuna contra la fiebre amarilla. Y de las actividades incumplidas por la subdirección de vigilancia y control está la de implementar el plan de actividades para certificación de la eliminación del sarampión y rubéola y recoger información estadística sobre cáncer y enfermedades del corazón, entre muchas otras, para diseñar planes de prevención. Esa falta de gerencia se ha visto reflejada, incluso, en cuestiones básicas como la falta de disponibilidad de reactivos en los laboratorios, la dotación de equipos y de insumos básicos como guantes, según le contaron a Semana.com algunos empleados del INS. De manera más amplia, según la Contraloría, el INS durante el año pasado falló también en su misión de planeación estratégica. “No asesoró al gobierno nacional y a las entidades territoriales en la formulación de normas” que permitieran controlar, monitorear y solucionar problemas de salud pública, como es su función", dice la carta. De tal suerte que, en 2008, cada parte trabajaba por su lado sin estar unidos en una verdadera política que buscara atacar epidemias o virus. En su escrito, la Contraloría dice que el INS “no cuenta con un laboratorio BSL3 (bio safety level)”, o sea que “no está preparado para una epidemia, si bien es cierto que es la entidad que cuenta con el laboratorio nacional de referencia”. Aunque es de reconocer que actualmente se ha notado un trabajo conjunto entre gobernaciones, Ministerio de la Protección Social y el mismo INS en la detección y tratamiento de casos de gripa A(H1N1). Para la Contraloría, la falta de cumplimiento de las actividades del INS se debe a “la falta de presupuesto, de recurso humano, gestión de terceros, oportunidad en la contratación, entre otras, lo que evidencia en primera instancia deficiencias en la planeación y fallas de índole operativo, seguimiento y control a la gestión administrativa”. Todo esto, “impacta negativamente el cumplimiento de sus propósitos misionales”, según concluye este organismo de control. Con semejante panorama al nuevo director del INS le espera bastante trabajo. Ahora está muy ocupado sorteando los casos de la nueva gripa. Es la coyuntura. Pero cuando se supere, deberá seguir trabajando quizá a un ritmo más acelerado. Así tendrá que hacerlo si de verdad quiere devolverle su brillo a este importante instituto y si así lo permiten las personas que lo rodean en los demás cargos administrativos.