Es posible morir de amor. Los científicos están a punto de darle la razón a los creadores de las numerosas historias románticas de la literatura, al poder explicar cómo la mente actúa sobre el cuerpo y cómo los golpes de la vida pueden enfermarnos.
Recientes investigaciones señalan que el cerebro y el sistema inmunológico mantienen un diálogo constante y, siendo así, las emociones, felices o tristes, desencadenan en el organismo una serie de respuestas estrictamente fisiológicas, que varían según el individuo. Es la química del estrés. Palabra creada por un psiquiatra canadiense, Hans Seyle, que conquistó al mundo. Esto explicaría, con pruebas biológicas, por qué se da el caso del abuelo que no sobrevive más que algunos meses a la muerte de su cónyuge o, que hay algo más que una coincidencia en el hecho de que el niño sufra una fiebre el mismo día de su ingreso al colegio. BAJANDO LA GUARDIA Alors Sheldon Cohen, un psicólogo norteamericano, se ha vinculado a un equipo de investigadores ingleses que estudian ahora la más corriente de las enfermedades, el resfriado. Pero mientras ellos buscan un método de curación, el estadounidense busca saber si el estrés favorece la instalación del virus. Lo que lo obsesiona es conocer cómo es la situación emocional de los afectados, su dosis de estrés en el momento de contraer el virus. Mientras tanto, una avalancha de trabajos recientes demuestran que el cerebro y el sistema inmunológico -responsable de la salud- mantienen para bien o para mal un diálogo constante. Los neurobiólogos y los inmunólogos empiezan a vislumbrar las pruebas para determinar los mecanismos que, partiendo del estrés, agreden el cerebro, obligando quizás a que el sistema inmunológico baje imprudentemente su guardia. Un organismo en estas condiciones, estaría a merced de los virus. Muchos médicos consideran que, en ciertos casos, en la aparición de una enfermedad existe una relación causa -psicológica y efecto-orgánico- en la que hay algo más que coincidencias. Pero este viejo debate de la medicina psicosomática está a punto de ser probado biológicamente. En el caso de los astronautas, por ejemplo, se ha constatado que el estrés aparece en mayor nivel en el momento del retorno a la Tierra y también es cierto que, en estos momentos, se produce una baja de condiciones en su sistema inmunológico. Lo que pretenden ahora los investigadores es descubrir en la sangre de los astronautas la señal biológica del estrés. En los últimos diez años, se ha configurado una nueva ciencia interdisciplinaria: la psico-neuroinmunología, que busca obtener las bases biológicas que confirmen algo que empíricamente se ha descubierto a base de seguimientos. Esta fue también la teoría expuesta dramáticamente por el profesor Fritz Zorn, hace doce años, cuando publicó su autobiografía, "Mars". Poco antes de morir, Zorn escribía: "Soy joven, ríco y culto. Pero tambíén soy infeliz, solitario y nervioso... naturalmente tengo cáncer". Sin duda empleó una extraña palabra, "naturalmente", que entonces daba la razón a la medicína psicosomática en su intento por explicar cómo la mente influye sobre el cuerpo. Como el estrés puede, por intermedio del cerebro, engañar al sistema inmunológico para que se vuelva en contra del propio organismo que en esencia defiende, hoy los científicos están convencidos de que los trajines de la vida pueden algunas veces ser el origen de ciertas alergias y problemas como la urtícaria, el asma o la psoriasis. Pero hay también un lado positivo en esto. Tenía razón Rabelais cuando señalaba que "los seres felices siempre se curan". En otras palabras, también una moral "en alto" puede ayudar a luchar contra la enfermedad. Eso es lo que parecen indicar los resultados de una célebre investigación de los psicólogos británicos H.S. Greer y T. Morris, de Cambridge, quienes han estudiado la actitud de un grupo de mujeres después de la operación de cáncer del seno. Los investigadores les hicieron un seguimiento y, cinco años más tarde, constataron que entre el grupo de mujeres que se negaron a darse por vencidas y tuvieron la firme voluntad de superar la enfermedad, solamente se presentó un 35% de metástasis y un 10% de mortalidad. En cambio, en el grupo de mujeres que aceptaron estóicamente la enfermedad o que se dejaron llevar por la desesperación, los índices de metástasis habían alcanzado el 75% y la mortalidad era del 38%. Aunque todavía el cáncer aparece ante la naciente psico-neuroinmunología como un proceso infinitamente complejo, los científicos esperan pacientemente por el instrumento que un día les permita establecer la verdad que existe entre las simples coincidencias y los efectos reales -positivos o negativos- de los aconteceres de la vida sobre el organismo. REFLEJO CONDICIONADO No era sólo un signo de excentricidad que Marcel Proust sufriera ataques de asma a la simple vista del cuadro de "Los Girasoles" de Van Gogh, aunque no hubiera a varios kilómetros a la redonda el polen que le ocasionaba la alergia. La respuesta salió recientemente de un laboratorio: es un reflejo condicionado. El doctor Robert Ader, del Departamento de Psiquiatría de la Escuela de Medicina de Rochester, Estados Unidos -y pionero de la psiconeuro-inmunología- descubrió que la respuesta del sistema inmunológico puede ser convertida en reflejo, de la misma forma que la salivación en el perro de Pavlov. En el experimento, se les dio a ratas sedientas agua con sacarina, producto que ellas detestan. Simultáneamente se les inyectó una sustancia que hacía bajar sus defensas inmunológicas. Algunas semanas más tarde, se les presentó a las mismas ratas sedientas el agua con sacarina. Pero esta vez no se les inyectó la sustancia. El estrés, recordándole al organismo el choque de la primera experiencia, bastó por reflejo para disminuír la inmunidad en los animales. Esto podría explicar, entonces, por qué algunas personas enferman cada aniversario de una experiencia dolorosa-accidente, duelo, separación, etc.o cuál es el mecanismo que actúa en el efecto placebo, que lleva a un paciente a mejorar después de ingerir un medicamento falso.
Los avances abren, sin embargo, nuevos interrogantes. El sistema inmunológico, que por mucho tiempo se consideró autónomo, recibe informaciones del cerebro. Pero, ¿qué puede representar para el organismo que exista un mecanismo capaz de obligarlo a bajar la guardia a merced de los aconteceres de la vida? En el momento, los biólogos no pueden ir más lejos en la descripción de la cadena estrés-cerebro-sistema inmunológico-enfermedad (o curación). Y parte de ello es también el hecho de que la respuesta al estrés es individual. Cada persona reacciona en forma diferente. Sin embargo, hay algo que parece claro: quienes más traducen en enfermedad los golpes emocionales son aquellas personas que parecen estar más adaptadas a la realidad. "El conformista, el que ha olvidado los sueños, no tienen posibilidad de escape -señala el profesor Jacques Gorot, agregado al Hospital Bichat. Colocados en situación de crisis psicológica, pueden desarrollar enfermedades graves". No sería raro, entonces, que los científicos descubran muy pronto que María, la de Efraín y la misma Margarita Gautier, murieron por una pena de amor "somatizada".