La conservación de los alimentos no es una tarea que todo el mundo domina y la clave muchas veces está en el almacenamiento. Para el caso de las frutas y hortalizas, muchas personas optan por lavarlas una vez llegan al hogar y si bien esta es una práctica adecuada, es importante tener en cuenta que tras su lavado, hay que cerciorarse de que cada uno de los productos esté debidamente seco, para luego almacenarlo bien sea al interior de la nevera o en el mueble a temperatura ambiente.
La temperatura es otro factor que incide en la conservación, pues si bien al interior de la nevera no hay lugar a dudas de que los alimentos se conservarán fríos, hay que cuidar que por una u otra razón no reciban humedad –por algún otro producto que ingrese y chorree agua o algo similar–, así como también hay que cuidar a los alimentos y no exponerlos a altas temperaturas cuando están almacenados en otro lugar que no sea la nevera.
Uno de los problemas más comunes –y que probablemente le ha sucedido al menos una vez en la vida– es percatarse de la presencia de moho en los alimentos. Situación que por lo general las personas solucionan quitándole el pedazo con presencia de moho al alimento y consumiendo el resto que –aparentemente– no tiene. Las personas lo hacen algunas veces por no desperdiciar los productos o por economizar algunos pesos, pero hay que tener cuidado con realizar este proceso.
En algunos casos puede que no ocurra mayor cosa, sin embargo la práctica de quitar la parte que tiene moho y comer lo que queda, no es nada aconsejable para la salud. Al almacenar los alimentos en condiciones inadecuadas empieza a crecer el moho y en algunos casos se pueden producir micotoxinas, un compuesto que afectan tanto la salud de los humanos como la de los animales.
Además, las micotoxinas son de fácil propagación, por lo que puede que la persona retire el moho y el resto del alimento parezca sano, pero hay una alta probabilidad que las micotoxinas ya hayan hecho presencia en esa parte.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) describe las micotoxinas como “compuestos tóxicos producidos de forma natural por algunos tipos de mohos”. La autoridad mayor en salud destaca que el crecimiento de estos compuestos “puede tener lugar antes o después de la cosecha, durante el almacenamiento o en el mismo alimento en entornos cálidos y húmedos. La mayoría de las micotoxinas son químicamente estables y persisten tras el procesamiento de los alimentos”.
Asimismo, la OMS precisa que los efectos de algunas micotoxinas presentes en los alimentos suelen manifestarse con rapidez tras el consumo de los productos contaminados, mientras que otras tanta han sido relacionadas con efectos a largo plazo, como el cáncer y la inmunodeficiencia. Agrega que de las cientos de micotoxinas que se han detectado, hay 12 de ellas que han llamado la atención de manera pronunciada debido a los graves efectos en el ser humano y su presencia constante en los alimentos contaminados.
La Organización Mundial de la Salud anota cinco consejos para minimizar el riesgo de las micotoxinas para la salud:
- Inspeccionar los cereales enteros (especialmente el maíz, sorgo, trigo y arroz), higos secos y nueces (cacahuete, pistacho, almendra, nuez, coco, nueces de Brasil y avellanas), que están frecuentemente contaminados con aflatoxinas, para detectar la presencia de mohos, y descartar los que tengan un aspecto mohoso, descolorado o marchito.
- Evitar el daño del grano antes y durante el secado, y durante el almacenamiento, ya que el grano dañado es más propenso a la invasión por mohos y, por lo tanto, a la contaminación por micotoxinas.
- Cereales y frutos secos lo más frescos posible.
- Almacenar los alimentos correctamente, libres de insectos, secos y no demasiado calientes.
- No dejen pasar mucho tiempo antes de consumirlos.
Es de destacar que los efectos graves en la salud humana por estos compuestos se han relacionados con la ingesta de grandes cantidades de micotoxina, no obstante, es importante no bajar la guardia y desechar cualquier tipo de alimento –procesado o no– si tiene alguna presencia, por mínima que sea, de moho.