Los glóbulos blancos son componentes vitales de la sangre y tienen como función contrarrestar infecciones, por lo que son esenciales para la salud y el bienestar de las personas.

Por ejemplo, un recuento alto de estos glóbulos puede indicar que el sistema inmunológico está trabajando para destruir una infección, pero también puede ser una señal de estrés físico o emocional. Las personas con ciertos tipos de cáncer de sangre también pueden tener recuentos altos de glóbulos blancos.

También conocidos como leucocitos, estos glóbulos representan aproximadamente el 1 % de todos los glóbulos que puede tener el cuerpo y son esenciales para regular la función en el sistema inmunológico. La médula ósea produce continuamente estos glóbulos. Normalmente se almacenan dentro de la sangre y el sistema linfático hasta que son necesarios para combatir una infección o enfermedad en el cuerpo, según Medical News Today.

Su recuento se puede realizar a través de la sangre o de otros fluidos del organismo como la orina y el líquido cefalorraquídeo. El intervalo de normalidad de leucocitos se sitúa entre 4.500 y 11.000 unidades por milímetro cúbico de sangre en las personas adultas. Si se registran fluctuaciones mínimas no hay problema; sin embargo, en caso de que se detecten valores alterados se debe hacer un mayor análisis para determinar la causa y seguir un tratamiento.

¿Por qué se suben los leucocitos?

Los glóbulos blancos pueden incrementarse cuando se presentan infecciones virales como gripas o afecciones respiratorias, indica Salud.Mapfre.es.

Los glóbulos blancos se forman en el cuerpo. | Foto: Cortesía IDCBIS

De igual forma, cuando se presentan inconvenientes en la médula ósea o afecciones como tumores, leucemia y cáncer. También si hay enfermedades como artritis, si se produce una quemadura en la piel pueden aumentar como mecanismo de defensa.

Adicionalmente, su nivel se incrementa cuando el cuerpo registra alergias e infecciones e incluso cuando la persona está sometida a altos niveles de estrés y preocupaciones.

Ciertas enfermedades respiratorias como la tos ferina o tuberculosis, pueden causar que los niveles de glóbulos blancos incrementen. En algunos casos, todos los glóbulos blancos se ven afectados. Sin embargo, algunas personas pueden tener una enfermedad específica en la que solo un tipo se impacta.

En ocasiones, no existe una señal identificable para el incremento de los glóbulos blancos. Esto se conoce como síndrome hipereosinofílico idiopático. Puede causar graves complicaciones como daños al corazón, pulmones, hígado, piel y sistema nervioso.

Las personas afectadas por el síndrome hipereosinofílico idiopático pueden experimentar síntomas como: pérdida de peso, fiebre, sudores nocturnos, fatiga, tos, dolor de pecho, hinchazón, dolor de estómago, erupción cutánea, dolor, debilidad, confusión y en los casos más graves los pacientes pueden quedar en coma.

Según Medical News Today, existen diversos tipos de glóbulos blancos y cada uno de ellos cumple con diferentes funciones. La mayoría de las personas producen aproximadamente 100.000 millones de glóbulos blancos cada día y dentro de ellos se encuentran los siguientes:

Existen diversos tipos de glóbulos blancos en la sangre, los cuales cumplen con diferentes funciones. | Foto: Cortesía IDCBIS

1. Linfocitos: Estos son vitales para producir anticuerpos que ayudan al organismo a defenderse contra las bacterias, virus y otras amenazas.

2. Neutrófilos: Son glóbulos blancos poderosos que destruyen las bacterias y los hongos.

3. Basófilos: Alertan al cuerpo de las infecciones al secretar químicos hacia el torrente sanguíneo, principalmente para combatir las alergias.

4. Eosinófilos: Son los responsables de destruir los parásitos y las células cancerígenas y son parte de una respuesta alérgica

5. Monocitos: Trabajan para atacar y descomponer los gérmenes o las bacterias que entran al cuerpo. Cuando es necesario, los monocitos viajan a otros órganos, como el bazo, el hígado, los pulmones y la médula ósea, en donde se transforman en una célula llamada macrófago.

Un macrófago es responsable de muchas funciones, incluyendo eliminar el tejido muerto y dañado, destruir las células cancerígenas y regular la respuesta inmunitaria.