En lugar de andar descuerando a nuestros científicos, el país entero debería apoyarlos. La semana pasada fueron entregados los premios al mérito científico 2013, por parte de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia (Acac). El ganador en la categoría vida y obra es el físico Pedro Antonio Prieto, profesor de la Universidad del Valle, director del Centro de Excelencia en Materiales, con sede en Cali, y uno de los investigadores más prolíficos que tiene el país, con trabajos en superconductividad y nanotecnología que gozan de reconocimiento internacional. En la categoría investigador de excelencia fueron galardonados los profesores Juan José Amar y Antonio de Jesús Iglesias. El Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales de la Universidad de Antioquia, liderado por el profesor Iván Vélez, fue premiado en la categoría grupo de investigación de excelencia, por sus trabajos sobre enfermedades infecciosas, especialmente entre comunidades indígenas y campesinas. En la categoría divulgación fue premiada la doctora Elizabeth Gutiérrez por sus escritos en prensa a lo largo de 20 años, y en la categoría innovación el jurado entregó el premio al profesor César Carlos Carriazo, de la Universidad del Norte, por sus aportes a la cirugía refractiva oftalmológica y sus nueve patentes, que hoy son utilizadas en el mundo y fabricadas por empresas de tecnología avanzada en Francia y Alemania. El aporte que estos científicos han hecho al país y a la ciencia mundial es enorme. El profesor Eduardo Posada, presidente de la Acac, se lamenta de que el público desconozca el gran potencial científico que tenemos, representado en casi 20.000 investigadores activos, 5.000 grupos de investigación y 60 centros de investigación reconocidos por Colciencias. Un par de meses atrás, el mismo día en que algunos medios se esforzaban en llevar al paredón al destacado investigador Raúl Cuero, la Acac entregaba otros premios importantes: los premios a los inventores colombianos. El primer puesto fue para Giovanni González, creador de un dispositivo mecatrónico para termoterapia.  Otros ganadores fueron Edwin Mesa, por su soporte giratorio con muletas para ayuda a personas en sillas de ruedas; Raymond Abel y François Aubourg por inventar un sistema mecatrónico articulado para el despegue vertical de aeronaves; Andrés Amell por su quemador autorecuperativo y autoregenerativo de alta eficiencia energética; William Lozano por el sistema integral de saneamientos de bajo costo; y José Bolívar por una trituradora de semillas de enebro. Hay que destacar que en Colombia, en los últimos cinco años, se ha duplicado el número de patentes y se ha multiplicado por tres el número de publicaciones científicas. Posada tiene expectativas en relación con el impacto de la Ley de Regalías, que entregará 500 millones de dólares anuales para proyectos de ciencia y tecnología en las regiones. Está orientado más a investigaciones aplicadas que a ciencia pura y, en opinión de Posada, debería estar acompañada de un mayor presupuesto para Colciencias.  Pero algo es algo. Una recomendación claramente reiterada por la Ocde (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), organismo al que Colombia aspira a ingresar, es que debe mejorarse sustancialmente la inversión en ciencia, tecnología e innovación. “Esa debería ser una prioridad de los candidatos a la Presidencia en la presente campaña electoral” dice Posada. Al país todavía le falta mucho en esa materia. Con el dinero de regalías, la inversión en ciencia y tecnología alcanzará el 0,6 por ciento del PIB aproximadamente, bastante lejos todavía de la vieja meta del 1 por ciento mínimo deseable en cualquier parte, y distante de la de algunos vecinos como Brasil, que está en el 1,5 por ciento del PIB.