Ser padres y madres en la actualidad, puede ser un viaje fascinante, desafiante y, sin duda, profundamente reflexivo. Criar hijos es un reto diario y una experiencia que demanda mucho esfuerzo en medio de otras responsabilidades como la vida laboral.

Lo cierto es que la mayoría de los padres y madres de familia tienen el propósito de transitar de la mejor forma posible ese complejo rol de la crianza de niños, niñas y adolescentes.

En ese sentido, la evidencia científica disponible y los avances en la comprensión del desarrollo humano han promovido la transformación cultural, por lo que emergen nuevas alternativas de crianza, con resultados promisorios para el desarrollo social, emocional, cognitivo y moral de las nuevas generaciones.

La parentalidad positiva busca que los padres conserven su autoridad frente a los niños, pero que también se tomen en cuenta los sentimientos del menor.

Para Ivonne Grau, psicóloga clínica de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz y coinvestigadora en parentalidad basada en modelos relacionales, la crianza positiva, respetuosa y consciente se basa en dos pilares fundamentales:

1) El reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes como sujetos legítimos y titulares de derechos y deberes, miembros nuevos en una cultura que los acoge, les protege y garantiza su pleno desarrollo integral.

2) Los avances provenientes de las distintas disciplinas, entre ellas la psicología y la neurociencia afectiva, que revelan los beneficios que devienen de los vínculos seguros, los buenos tratos, la claridad de las normas y los límites que dan estructura y las potencialidades de la enseñanza sin miedo y coerción. Mientras que devela, con serias investigaciones, los efectos desfavorables de los malos tratos en el desarrollo del cuerpo, el cerebro, la biología, el sistema de creencias y el comportamiento ajustado socialmente de los niños.

Según el Modelo de Intervención Relacional Basado en la Confianza TBRI, profundizado por Ivonne Grau y su equipo, es necesario tener en cuenta los siguientes aspectos para establecer una crianza positiva:

Reconocer de dónde parte nuestra historia como padres

Es necesario admitir nuestra experiencia como hijos y entender que no solo se requiere conocimiento teórico y formación parental, sino también reparación personal. Los padres deben encargarse de los efectos de la experiencia derivada de una crianza tradicional en la que ellos hicieron lo que pudieron con la información y herramientas del momento. “Responsabilizarnos de nuestro proceso de reparación” nos ayuda a identificar los botones rojos que tocan nuestros hijos y disparan patrones automáticos, asegura la psicóloga Ivonne Grau.

En este punto conviene preguntarse: ¿Cómo reaccionaban nuestros padres frente a nuestro estrés o necesidades emocionales? ¿Qué esperábamos de la reacción de nuestros padres cuando nos equivocábamos o cometíamos un error?

Equilibrar la estructura y el cuidado

Los límites y las normas son tan necesarios como el cuidado y las expresiones de afecto. El factor crucial es comprender cómo equilibrar la estructura y el cuidado para el cambio de comportamiento en todos los niños. “Proporcionar estructura a los niños cuando necesitan cuidado, impide la confianza. Proporcionar cuidado cuando los niños necesitan estructura, impide el crecimiento”, dice la experta.

Los límites y las normas son tan necesarios en los niños como el cuidado y las expresiones de afecto. | Foto: Avel Mitja Varela

Proporcionar orientación y apoyo emocional

Lo que se busca es promover entre los hijos habilidades sociales y de regulación, apoyadas en:

  • Compartir el poder genera confianza y conexión: El niño ya no es receptor pasivo, sino un actor activo, participativo de relaciones más horizontales en la crianza, a quien guiamos y con quien compartimos el poder.
  • Dar opciones: Estas deben constar de elecciones con las que ambos estén contentos. Les damos valor a su voz y ejercitamos la participación, el pensamiento crítico, la solución de problemas, la negociación y la cooperación.
  • Establecer acuerdos: En los acuerdos, a veces la respuesta es sí y a veces la respuesta es no. El involucramiento del cuidador en la comunicación recíproca con un niño produce una relación de mayor confianza para llegar a establecer compromisos.
  • Términos de valor para la vida: Son guiones que se utilizan para desarrollar relaciones saludables. Da a los cuidadores y a los niños un lenguaje que puedan usar para comprender, comunicarse y aprender habilidades valiosas. Este lenguaje no solo ayuda a los niños a desarrollar una voz de una manera adecuada y respetuosa, y también proporciona a los cuidadores herramientas para involucrar a los niños en una comunicación saludable dentro de las relaciones. Ejemplo: gentil y amable, pregunto en lugar de dar órdenes, empleo las palabras, con respeto, con permiso y supervisión, escucho y obedezco, acepto un no como respuesta.

Establecer límites y tener expectativas altas, aunque razonables, para la edad y capacidad de cada hijo

La meta explícita de la corrección es enseñar, orientar, entrenar y corregir. Enseñar el qué, el cómo y permitir la efectividad, logrando que el niño pueda ensayar la conducta más efectivamente para motivar el cambio y la percepción de capacidad.

Crear interacciones lúdicas y creativas

Incluir el juego y la interacción juguetona, es la estrategia infalible si se hace en el momento y de la forma acertada, sin importar la edad del niño o adolescente. El juego desmonta el miedo y la defensividad, mientras promueve la exploración y el aprendizaje, semejante al interruptor de la luz, si el cerebro está en modo juego no puede estar en modo miedo o retaliación.

El castigo físico es cosa del pasado. La crianza positiva privilegia el diálogo permanente con los hijos. | Foto: Imgorthand

Comunicar y crear anticipadamente rutinas y planes del día

Esto les permitirá prepararse para los cambios de actividad, facilitando las transiciones en la vida diaria que constituyen la principal fuente de resistencia y conflicto con los niños y adolescentes.

Complicidad a través de sumar rituales a la rutina

Son acciones que se añaden a las rutinas diarias y que proporcionan un ambiente cálido, agradable y predecible para el niño. Por ejemplo: nos cepillamos juntos los dientes, me peinas mientras como la merienda, bromear antes de salir a estudiar, poner a media luz la habitación mientras hablamos o escuchamos la canción favorita, masajes antes de dormir, un saludo especial al llegar o partir, escuchar música al despertar, leer al dormir, contar historias del día, entre otros que surjan naturalmente en la relación.