Tras cuatro elecciones generales los últimos cuatro años, en busca de un gobierno estable, el ascenso del ultraderechista partido Vox como tercera fuerza precipitó en España un gobierno de coalición de izquierda entre PSOE y Unidas Podemos, presidido por Pedro Sánchez y con Pablo Iglesias de vicepresidente.
Los españoles y sus líderes se acostumbraron a los gobiernos de mayorías absolutas de izquierda, con el PSOE, o de derechas, con el Partido Popular (PP). Pero en los últimos años el bloque de izquierda se partió en tres (PSOE, Unidas Podemos y Más País) y el de la derecha se dividió también en tres: PP, Vox y Ciudadanos. Esto obliga a formar gobiernos de coalición. Sin embargo, la falta de experiencia en pactos hizo que el Gobierno tuviera que convocar cuatro elecciones generales en diciembre de 2015, junio de 2016 y abril y noviembre de 2019.
Pedro Sánchez selló su alianza con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, con un apretón de manos. En el pasado tuvieron diferencias. Pero entendieron que solo con la unión podrán detener el ascenso de la ultraderecha. La mayor sorpresa fue el ascenso del partido de extrema derecha Vox, que logró 3,6 millones de votos y un 15 por ciento de los escaños, al retomar el discurso patriotero y populista del dictador Francisco Franco y de los ultraderechistas que triunfan en Europa. “Vox subió como la espuma en estos comicios, pero seguramente se desinflará en las siguientes elecciones porque no todos los que votaron por Vox son neofranquistas, sino que lo hicieron para manifestar su protesta contra los partidos que no han sabido resolver el conflicto con los independentistas en Cataluña”, aseguró a SEMANA el politólogo Francisco Javier López, de la Universidad de Murcia.
Lo cierto es que Vox, encabezado por Santiago Abascal, exlíder vasco del PP, le arrebató votos al Partido Popular y devastó a Ciudadanos, que solo consiguió diez escaños parlamentarios, lo que obligó a su líder, Alberto Rivera, a dimitir y a abandonar su carrera política. La repetición de citas electorales redujo el poder de los partidos, salvo Vox, pero justamente la irrupción de la ultraderecha determinará la política de esta nueva legislatura. “Vox, como todos los partidos ultraderechistas de Europa nacen y crecen para atacar, desde dentro, el sistema democrático e intentan destrozarlo. Ese es su objetivo porque son grupos antidemocráticos que, si pueden, nos arrebatan todos los derechos que hemos conseguido a lo largo de décadas de luchas sociales. Ahora, el partido que vote contra Sánchez e Iglesias, se estará poniendo del lado de Vox y nadie inteligente ni listo querrá darle más alas a la ultraderecha”, declaró a SEMANA el analista Antón Losada, de la Universidad de Santiago de Compostela.
Los analistas creen que el ascenso de Vox tiene que ver con el descontento de los votantes más conservadores por los independentistas. Creen que el Gobierno necesita un partido que detenga las sediciones con mano dura. La coalición del Partido Socialista, con 120 escaños, y Unidas Podemos, la cuarta fuerza política con 35, no tendrán fácil gobernar por la rivalidad deambos por acaparar los votos de la izquierda. Por eso los analistas prevén conflictos internos, tal como los tuvieron sus gobiernos de coalición en Andalucía, que permitieron el triunfo de la derecha, en esa región tradicionalmente socialista. Por ahora, tanto el PSOE como Unidas Podemos realizan alianzas con todos, salvo Vox, para investir a Pedro Sánchez antes de navidad.
Es posible que este reciba incluso el apoyo de los separatistas y también de los partidos pequeños no independentistas, porque nadie quiere alinearse con Vox. El PP, que aspiraba a cogobernar con el PSOE, se mantendrá firme como principal oposición, porque también tendrá que lidiar con Vox para recuperar sus antiguos votantes que han ido a parar a la ultraderecha. No obstante, el margen de maniobra es muy estrecho por el amplio fraccionamiento del parlamento. Esto obliga a los partidos a ejercitarse en el oficio de la política, por definición la negociación de acuerdos a tres o más bandas. Luego de tres elecciones fallidas, España ha entrado en una nueva fase política donde las alianzas serán el único camino posible.