Llegando a Playa de Belén, por la carretera se alcanzan a ver las primeras rocas inmensas que se alzan al horizonte. Imposible ignorarlas aunque se vean a kilómetros. Les llaman Estoraques y rodean todo el municipio que a su salida tiene un área protegida. Aquí, estas esculturas de miles de años hacen sentir diminuto a cualquiera que se adentre en sus entrañas secas, que se alternan con el verde que hay a su alrededor más próximo.    

  El Área Natural Única Los Estoraques es una de las zonas protegidas más pequeñas de Colombia, una maravilla escondida en el corazón del Catatumbo.   Como si fuera Ávatar, la película de James Cameron, o un ostentoso paisaje lunar, las montañas dibujan figuras que contrastan con el cielo y que algunas aves ayudan a darle vida. Este lugar que parece un asentamiento a donde se va a rendir culto a algún dios furioso que con su rabia creó estas esculturas naturales.    

  El área toma su nombre de una especie vegetal llamada “Istoraque” (Styrax guianensis) hoy inexistente en la zona por su uso indiscriminado para la medicina y la perfumería.    

  En Los Estoraques cualquiera se puede sentir en un desierto debido a la erosión acelerada y a la belleza paisajística única que le dan sus formaciones milenarias. El viento y el agua esculpieron  cientos de formas geológicas entre las que se destacan columnas, cuevas e innumerables pedestales.   La vegetación, el cielo y las rocas son los protagonistas en esta zona solitaria donde pocos colombianos han llegado.    

  Su vegetación posee árboles como mantequillo, arrayán, rampacho, mapurito y encenillo. Todos propios del bosque seco premontano. La fauna que le da más vida a esta área única está conformada por aves como gallineta de monte, garza de ganado y halcones. A veces también se pueden ver conejos, zorros, gatos de monte y varias especies de murciélagos.    El silencio es ruidoso en estos pasadizos a otro mundo. Los visitantes dicen que no parece Colombia, pero lo más sorprendente es que sí lo es.  

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