Elena Pulido siempre ha cultivado hortalizas. Sus abuelas le enseñaron desde pequeña a cuidar su huerta para que tuviera comida incluso en épocas de escasez. “Siempre he tenido en mi sangre esa herencia campesina y mis abuelas me inculcaron ese amor por los cultivos orgánicos, sin químicos”, cuenta.   Hoy, como integrante de la Asociación de Productores Agroecológicos del Pantano de Arce (Asoarce), en Subachoque (Cundinamarca), Elena continúa con el legado de sus abuelas. Cuando todos los hombres iban a trabajar a los cultivos tradicionales de la zona, las mujeres se dedicaban al cuidado del hogar y de sus hijos. Pero para Elena, como para varias mujeres de la asociación, eso no era suficiente.   Reconocían la importancia de tener independencia y de generar sus propios ingresos. “El machismo, la discrimnación, y el maltrato económico a la mujer es aún vigente. La iniciativa nos ha ayudado a darnos cuenta de que sí podemos hacerlo, que podemos independizarnos y tener nuestros propios ingresos”, dice.   

En la foto se ve a Elena con su hijas y su nietas. ©Paramo Farms   Asoarce, que está compuesta por 30 mujeres, ha sido una oportunidad para las productoras de la zona que han encontrado en el cultivo de hortalizas orgánicas una salida económica, laboral y hasta emocional para ellas y sus familias. Pero el proyecto, además de ser un espacio para desarrollar la comunidad, ha servido como un lugar de protección de la flora, la fauna y los recursos naturales de esta zona de Cundinamarca.    Luego de conocer la labor de la asociación, la Embajada de Israel realizó una donación de un sistema de riego por  goteo autocompensado como parte del proyecto de reconvención agroforestal con producción orgánica de Páramo Farms, empresa asociada a la iniciativa.   El proyecto de reconvención agroforestal, avalado por la CAR Cundinamarca y la Secretaría de Ambiente del departamento, promueve y lidera la siembra de cultivos 100% orgánicos diversificados cómo brócoli, kale, papas nativas, remolacha, yacón, entre otros. Y a la par incentiva la siembra de árboles para la reforestación de bosques de niebla, esenciales para la biodiversidad y la protección  de fuentes de agua fresca en la zona.  

Hoy, docenas de familias, en su mayoría encabezadas por mujeres, hacen parte de esta asociación  ©Paramo Farms   Israel, al ser un país desértico, ha tenido que recurrir a la innovación tecnológica para desarrollar su agricultura. En el caso de Colombia, un país rico en recursos hídricos y naturales, esta innovación permite cuidar y preservar esos recursos con alternativas innovadoras y económicas.   Te puede interesar: Lanzan convocatoria para emprendimientos de conservación ambiental en Cundinamarca   La asociación ha utilizado estos mecanismos para mejorar la calidad de su siembra y optimizar sus recursos. “Hemos avanzado con pasos de gigante con el sistema de riego. Para nosotros ha sido una bendición, porque nos ahorramos tiempo, espacios físicos, costos y eso nos ha contribuido mucho”, explica Elena.    Este proyecto es un modelo que genera nuevas alternativas más amigables con el medioambiente, pues ha permitido cambiar las prácticas que contaminan la tierra por prácticas más sostenibles y que protegen el agua.   

La Jefa de Misión Adjunta de la Embaja de Israel, Anna Keinan, visitó los predios de la inicativa y conoció a profundidad cómo funcionaban las fincas de estas familias. ©Embajada de Israel   “Con el sistema aparecen empresas como Páramo Farms, con quienes ya tenemos un contrato y producción fija, lo que nos ha traído muchos beneficios. Pero además de eso hemos podido ahorrar recursos. Antes usábamos mucha agua, porque las hortalizas consumen mucha agua, pero desperdiciamos el doble. El sistema de riego nos ha hecho el trabajo más fácil y podemos mejorar la calidad de nuestros productos”, explica Elena.   Para la Jefa de Misión Adjunta de la Embaja de Israel, Anna Keinan, el proyecto significa una oportunidad de desarrollo comunitario con conciencia ambiental. “En Israel aprendimos cómo aprovechar al máximo la tierra que se nos ha dado. Las tecnologías  agrícolas israelíes son de vanguardia y continuaremos compartiendo nuestro conocimiento y  experiencia con alegría a todos aquellos que busquen aprender e implementar”, dice Keinan.   Este proceso devuelve a Elena unos años atrás, la hace pensar en su padre y en el trabajo que pasaba para cultivar cuando ella era una niña. “Para él era muy duro realizar esas labores. Estábamos lejos de imaginarnos la posibilidad de tecnificar los cultivos; mi papá duraba semanas preparando una fanegada de tierra solo para cosechar. Después llegaron los tractores y lo que duraba semana, duró un día”.   

Las hortalizas orgánicas han sido el impulso para estas familias y para la vereda de el Pantano de Arce. ©Paramo Farms   Algo similar vivieron los miembros de Asoarce cuando se implementó el primer sistema de riego. Sus labores se simplificaron y cultivar pasó a ser más sencillo. En la actualidad, además de cosechar 23 tipos de hortalizas y granos andinos, entre los que se encuentran hasta doce variedades de papa nativas, han reforestado la zona con unos 28 mil árboles de la región.    El modelo, que esperan replicar y escalar hacia otras familias, representa una oportunidad para el medio ambiente y para mejorar las economías productivas de campesinos. “He vivido toda la vida en esta vereda, aquí nací, tuve a mis hijas y a mis nietas. Hoy ellos pueden ver una alternativa en nuestro cultivo. Ya no se tienen que ir a Bogotá a buscar opciones o a buscar un marido; tienen esas oportunidades acá”, dice Elena con la convicción de una persona que sueña con cultivar el futuro para su vereda a base de hortalizas y trabajo comunitario.    Te puede interesar: Gobierno lanzó nuevas líneas de crédito con intereses desde el 0 % para el sector agropecuario