En las dos últimas elecciones, las mujeres fueron mayoría en la participación en las urnas. Sumados los dos escrutinios, en palabras del registrador nacional “1.400.000 mujeres más votaron en las elecciones de Congreso y Presidente de la República”. Pese a esto, los elegidos fueron hombres. Desde hace cerca de dos décadas se ha impulsado una legislación que busca aumentar la participación de las mujeres en cargos públicos. Desde el año 2000 se puso en funcionamiento la ley de cuotas (30 por ciento de mujeres en cargos decisorios) y desde el 2011 las listas a Congreso, asambleas y concejos deben tener al menos 3 mujeres por cada 10 hombres entre sus renglones; no obstante, seguimos eligiendo hombres. De seguir por el camino que vamos, en donde las mujeres muy lentamente ganan elecciones, será solo hasta 2027 que se logre la paridad en las gobernaciones, en 2051 en asambleas, 2263 en alcaldi?as y en 2073 en concejos (ONU Mujeres, 2017). Le puede interesar Emancipación femenina De seguir por el camino que vamos, será solo hasta 2027 que se logre la paridad en las gobernaciones. Le puede interesar Mujeres lideran restitución de tierra La paradoja es clara; pese a que las mujeres son las que tienen el poder de elegir a nuestros gobernantes y son en promedio más educadas, se mantiene el sesgo asociado a siglos de historia de elegir hombres para que definan los asuntos públicos. Las elecciones de octubre próximo, en donde se elegirá a los mandatarios locales, son una gran oportunidad para renovar liderazgos políticos e introducir como uno de los criterios para definir el voto el género del candidato. Estamos convencidos de que más mujeres en el poder aportarán formas diferentes y novedosas de resolver los problemas públicos –que a los hombres en general no se les ocurre–, y de convertirse en referentes de las nuevas generaciones de niñas y adolescentes que podrán ver en la política y en lo público una forma de contribuir en la construcción de un país más equitativo para todos. Si en los hogares el papel de la mujer es fundamental para que las cosas funcionen en el día a día, ¿por qué no hacer de ellas el centro de la institucionalidad y darnos la oportunidad de que las cosas funcionen mejor en el país? ¿Cuál es el miedo?