En el límite entre Valle del Cauca y Cauca existe un paraje natural apartado que conecta el océano con la selva del Pacífico: El Naya, una extensa región de por lo menos 163.000 hectáreas y conformada por más de 60 pequeñas poblaciones. Para llegar a este sitio hay que adentrarse  por el río que lleva el mismo nombre. Son tres horas de viaje en aguas tranquilas. Aunque la calma de la zona se alteró en los últimos días. Así lo reconoce Eduardo, un joven nayero que huyó de la región cuando la violencia aumentó por la presencia de las Farc y de bandas criminales. Las carreteras en El Naya están en mal estado, quienes salen de allí navegan hacia Buenaventura para después desplazarse a Cali: el mismo recorrido que hizo Eduardo. Este joven reconoce que la comunidad de El Naya ha vivido en medio de la presión de grupos ilegales por muchos años. Pero la situación de orden público comenzó a empeorar desde el pasado 5 de mayo. Íber Angulo Zamora, un líder social, fue secuestrado mientras trataba de salir de la región en una lancha facilitada por la Defensoría del Pueblo. Angulo es familiar de tres integrantes del Consejo Comunitario del Río Naya, reportados como desaparecidos el 17 de abril de este año.  

El Naya le debe su nombre al río que actualmente sirve de ruta entre el Valle del Cauca y Cauca.CORTESÍA PARA SEMANA RURAL     En el Naya la mayoría prefiere guardar silencio. Algunos se encerraron en sus casas por miedo y pocos mencionan, en voz baja, que un grupo disidente del desaparecido Frente 30 de las Farc es el responsable de las desapariciones. Nadie lo confirma. En la región calculan que más de 300 habitantes salieron de los pequeños poblados de El Saltillo, Juan Narváez, San Antonio, Puerto Merizalde o La Paz, por miedo a enfrentamientos armados o por temor a señalamientos por parte de los grupos ilegales.

 TE PUEDE INTERESAR:  Cinco claves para entender la ola de violencia en el Cauca    ¿QUÉ HAY EN EL NAYA?    Esta es una subregión rica en biodiversidad de donde se extraen minerales, principalmente oro desde la poblaciones de Suárez, Timba y Buenos Aires hasta el Bajo Naya. También es la salida del Valle del Cauca hacia el Océano Pacífico, el sur del Cauca y Nariño: un corredor apetecido por los narcotraficantes. Fabio Cardozo, gestor de paz del Valle del Cauca, dice que este territorio reúne a comunidades negras aisladas muy pobres que no tienen mucho apego a la institucionalidad. Para ellas, el Estado nunca ha existido. Esta descripción que hace Cardozo es el escenario ideal para conseguir mano de obra para cultivos ilícitos y minería ilegal.  

Las comunidades de El Naya están entre las más pobres del país a pesar de la riqueza de la región. . CORTESÍA PARA SEMANA RURAL   Las cifras hablan por sí solas. Desde que las autoridades comenzaron la Operación Atalanta, que incluye a 14 municipios (nueve del Cauca y cinco del Valle) para recuperar el control en la zona, las Fuerzas Armadas decomisaron más de 46 toneladas de cocaína, ejecutaron 176 capturas e incautaron 55 armas de fuego. Una fuente de la Armada explicó que las autoridades están tras la pista de miembros de la disidencia de la desaparecida columna Miller Perdomo, y de los extintos frentes sexto y 30 de las Farc. También les siguen los pasos a integrantes de la banda criminal Los Pelusos, que habrían llegado en los últimos meses a la región. Otra preocupación es la supuesta aparición de un grupo autodenominado Fuerza Unida del Pacífico -que no se reconoce como disidencia de las Farc-, que se atribuyó el asesinato de los cuatro líderes sociales desaparecidos, aunque esta versión no ha sido confirmada por las autoridades  

La presencia de carteles extranjeros es prácticamente un hecho. Recientemente, la Armada retuvo una lancha rápida que había salido de Timbiquí y en la que se incautaron 2 toneladas de cocaína. Pero lo que realmente sorprendió a las autoridades fue la detención de dos ecuatorianos y un mexicano. Se cree que los traficantes de México están llegando a El Naya a comprobar la calidad de la droga y a verificar con quién se negocia ahora el tráfico de narcóticos en este corredor. Para los miembros de inteligencia de la Armada, lo que está ocurriendo es un reacomodamiento de los grupos armados ilegales, que se estarían disputando la zona con los mexicanos y así quedarse con una gran tajada en el negocio del narcotráfico.    ¿QUÉ NECESITA LA REGIÓN?    Para Fabiola Perdomo, directora territorial para el Valle del Cauca de la  Unidad para las Víctimas, en este momento hay un riesgo latente para la comunidad de El Naya por la presencia de un actor armado ilegal. “Ya identificamos poblaciones con afectación por posible confinamiento”. La funcionaria aseguró que 262 familias en riesgo por amenazas recibieron ayuda humanitaria urgente. El gestor de paz del Valle entiende el temor de los nayeros que han salido del territorio. Cree que es necesario empoderar de mejor forma a los consejos comunitarios y satisfacer las necesidades básicas de poblaciones como Puerto Merizalde, eje central de la región. “Es clave definir una estrategia de largo aliento, de asistencia. Que la gente se sienta vinculada a la institucionalidad a través de la salud, educación y de la conectividad”, dice el funcionario, quien recuerda que es indispensable desarrollar una economía sólida que permita a los campesinos de El Naya sacar sus productos y poderlos vender para subsistir.   “Si a alguna persona de la comunidad lo muerde una culebra se muere porque no tiene a dónde ir. Todo lo tienen que comprar en Buenaventura, en viajes largos y costosos. Hay que combinar la presencia de las autoridades con una apuesta social”. FABIO CARDOZO, Gestor de paz   Para la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro, urge hacer proyectos productivos en educación, para lo cual el Distrito de Buenaventura se comprometió a mejorar las instituciones educativas y ampliar los cupos en las aulas. Un primer paso será la jornada del próximo 28 de julio, que promete llevar la institucionalidad a la región y que incluirá una brigada de salud. Por ahora, Eduardo no sabe cuándo regresará y prefiere estar con algunos familiares en el oriente de Cali, trabajando en lo que salga. Añora el olor a madera húmeda, remontar el río y sacar sus plátanos para comer con el pescado que nunca faltaba en la mesa. Pero hoy está todo muy peligroso, solo espera que se cumpla todo lo que se está prometiendo “porque el pueblo ya ha sufrido mucho”. Para el general Luis Fernando Rojas, comandante del Comando Conjunto No. 2 del Pacífico, hace falta cohesión: “Lo que le pedimos a la gente es que tenga confianza. A todos los consejos comunitarios que habitan la región les hacemos un llamado a que nos unamos en un solo esfuerzo para que estos violentos terminen judicializados y retomemos la tranquilidad de una zona tan hermosa como El Naya”.  

Los nayeros piden mayor presencia institucional para cubrir sus necesidades en seguridad, salud y educación. CORTESÍA PARA SEMANA RURAL    UNA ZONA VIOLENTADA  Hace 17 años, El Naya vivió su primer gran tragedia. En abril de ese año, más de 300 paramilitares del Bloque Calima llegaron por el Cauca y se calcula que asesinaron a 26 habitantes, aunque otros elevan la cifra a 40 e incluso al centenar, pues hubo cuerpos que nunca fueron encontrados. Desde año 2000 se hablaba de la presencia de grupos armados ilegales en Buenos Aires y Timba. Entre el 12 y 18 de abril de 2001 se perpetró La ‘Carrera de la muerte’, una masacre de campesinos indígenas de la etnia Kitek Kiwe y comunidades afrocolombianas.     De acuerdo con los informes de los organismos humanitarios, más de 2.000 habitantes de El Naya huyeron del territorio ante la cacería mortal que empezaron los paramilitares comandados por Ever Veloza, conocido con el alias de ‘HH’. Antes de ser extraditado, el jefe paramilitar declaró ante un tribunal de Justicia y Paz que el Bloque Calima llegó a esta región por solicitud de narcotraficantes del norte del Valle y empresarios de la región tras los secuestros masivos perpetrados por el Eln en la iglesia de La María y en el kilómetro 18, en Cali. Ambos delitos ocurrieron entre 1999 y 2000. En 2015, en el parque principal de Buenos Aires (Cauca), el Ejército tuvo que pedir perdón a siete familias víctimas de la masacre de El Naya por haber facilitado el ingreso de los paramilitares a la zona. Los asistentes a la ceremonia sembraron árboles cerca del cementerio de pueblo como homenaje a las víctimas y le exigieron al Ejército que nunca más se repita este tipo de complicidad.