Solo duran tres días. Olga sabe que, después de cortados, los girasoles empiezan a marchitarse. Es un plazo corto para sacarlos a la venta.  Esa fragilidad no representaba ningún inconveniente cuando ella vendía a intermediarios y a algunas floristerías. Sin embargo,  la cuarentena la ha obligado a ingeniárselas para sacar a la venta los girasoles que le quedan antes de que se marchiten.   Olga Sorza es una productora con varios años de experiencia. Ha sembrado tomate de árbol, maíz, y, desde hace poco, le apostó a las flores. Hace dos años se asoció con Omar Moreno para sacar adelante el cultivo de girasoles en su finca, ubicada en la vereda de Noruega Baja, en Silvania (Cundinamarca).     El principal reto para sacar adelante su negocio ha sido la falta de comunicación directa con los compradores “No tenemos contactos entonces nos toca venderles a los intermediarios”, dice Omar.   Para iniciar el proyecto pidieron un préstamo de 25 millones de pesos al Banco Agrario, pero la suerte no corrió a su favor. Entre diciembre y enero del 2019 perdieron toda la cosecha por  un hongo que atacó el cultivo. Tuvieron que dejar morir los girasoles que los intermediarios no compraron “Más allá de esta situación, los productores siempre perdemos, los intermediarios no”, afirma Olga   Te puede interesar Indígenas en Bogotá hacen vaca en internet para enfrentar la cuarentena   Después de la pérdida pensaron en invertir en arándanos pero los costos eran aún más altos que con los girasoles. Entonces pidieron un nuevo préstamo y empezar con los girasoles. Para protegerlos de los hongos, esta vez construyeron invernaderos.   Desde que inició la contingencia por el covid-19 el Banco Agrario anunció alternativas de prórroga y cambios en las condiciones del crédito para pequeños, medianos y grandes productores. La medida busca ayudarlos a que tengan el flujo de caja necesario para atender y superar de manera satisfactoria esta coyuntura. A los clientes de microfinanzas se otorgarán prórrogas con periodo de gracia de interés y capital de hasta 120 días.   Para estos productores las dificultades siguieron presentándose, las condiciones de la tierra supuso una mayor inversión de dinero del que se tenía previsto, por lo que la deuda aumentó. La situación empezó a mejorar luego de la siembra. Hacia la novena o décima cosecha  empezaron a verse los frutos de la inversión. Todo iba mejorando hasta que el intermediario dejó de comprarles.   “Dijo que ya no podía recibirnos la mercancia por que las exportaciones estaban cerradas, las floristerías también.  La situación nos cogió de imprevisto”, dice Olga. Por esta razón, ella y su socio han empezado a vender sus productos mediante el voz a voz y en redes sociales. Esto les ha permitido sacar algunas de las flores que ya estaban listas para la venta.  

       Con ayuda del Gobierno esperan preservar los más de 140.000 empleos formales que genera la floricultura   © Olga Sorza   La mayor preocupación de Olga y de Omar es la deuda en el banco. “Aunque nos den plazos, la mayoría del cultivo ya se perdió ¿De dónde vamos a sacar para pagar?”. Según el seguimiento que hace la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores  (Asocolflores), la crisis sanitaria en el mundo ya generó que algunos productores locales hayan tenido caídas en los pedidos de 2020 si se les compara con cuanto se vendió en 2019. Se ha registrado la cancelación de pedidos del 20 por ciento de lo producido para el primer semestre del año.   Países clave como Estados Unidos, u otros mercados como Japón, Italia y hasta Corea empezaron a cancelar los pedidos que se pretendían, porque con las personas encerradas en sus casas, los mayoristas reducen el aprovisionamiento.    Desde Asocolflores hay dos mensajes que se están evaluando para desarrollar el frente de acción durante la época de impacto económico del covid 19. En primer lugar,  el cuidado de los cultivos; al ser trabajos de tierra, es necesario que en unos meses, cuando se quieran usar los campos, estos estén listos. Lo segundo es que con ayuda del Gobierno esperan preservar los más de 140.000 empleos formales que genera la floricultura, un sector del que dependen más de 400.000 personas   Más de 20 personas las que se han comunicado con Olga  para comprarle los girasoles que vende por docenas. Ella afirma que la ganancia es baja porque están vendiendo sin poner el valor de la mano de obra o el transporte para llevarlos a domicilio. De cualquier forma, espera que con la difusión que ha hecho en redes sociales pueda recuperar algo de lo que se invirtió.   Te puede interesar Indígenas y campesinos toman medidas para frenar el Coronavirus