Hoy muy pocos recuerdan al protagonista del hecho, pero en ese fragmento de la historia se encuentra sellado gran parte del devenir del Ejército de Liberación Nacional (Eln). Se llamaba Jaime Arenas y fue uno de los ideólogos de esta guerrilla guevarista, surgida al calor de la revolución cubana. Fue un estudiante bumangués y soñador, querido en varios círculos intelectuales de Bogotá, donde fue asesinado en 1971 cuando ya retirado de la guerrilla caminaba en la calle desprevenidamente con su novia. Siete tiros acabaron con la vida de este hombre que cuestionó las purgas estalinistas de Fabio Vásquez Castaño, uno de los fundadores del Eln. Este último, preso de la paranoia que suele darles a los líderes mesiánicos, ordenó asesinar a una serie de integrantes de esta guerrilla que consideraba extraviados en el camino revolucionario. Allí cayo Arenas, quien solo llegó a los 30 años, pero quien durante los 16 meses que estuvo en la guerrilla debió conocer muy bien al grupo por dentro porque dejó un libro que aún hoy es considerado la ‘biblia’ para entender al Eln. Su sentencia de muerte quedó sellada cuando a través de la publicación del libro ‘La guerrilla por dentro’ pronosticó el infierno en el que se convertiría el Eln y la sin salida del militarismo, el machismo y sectarismo a la que conduciría en Colombia la lucha armada como método de acción política.
El Eln se responsabilizó por el atentado contra la escuela de cadetes General Santander, que ocurrió el pasado 17 de enero en el sur de Bogotá. ©ANDRÉS CARDONA CRUZ | ESPECIAL PARA SEMANA RURAL. “El libro de Arenas no es un relato de los abusos de los que él y otros militantes fueron víctima. Es una radiografía del Eln, una crítica a la concepción machista y biologista del ideal revolucionario, de la excesiva valoración de la fortaleza física (….) Arenas critica la apología del fusil y de la lucha armada”, de esta manera el escritor Alonso Salazar, conocedor de esta guerrilla, resume las revelaciones del joven ideólogo eleno. Han transcurrido más de 45 años desde la aparición de ‘La guerrilla por dentro’ y a la luz de los últimos acontecimientos alrededor del Eln, la historia pareciera no haber cambiado. Por cuenta de un atentado en el que murieron 20 jóvenes que se preparaban para ser policías, voló en pedazos también la esperanza de lograr una salida negociada con este movimiento alzado en armas. El ala más radical de los elenos sigue imponiéndose y dejó servido el espacio para que un gobierno poco convencido de continuar con este diálogo levantara la mesa de negociación de La Habana. Ahora las inquietudes se centran en si la llave para una negociación quedó arrojada en el mar y qué tanta capacidad de daño tienen las estructuras del Eln.
Se estima que esta guerrilla tiene cerca de 2.000 combatientes. Hacen presencia en Arauca, Norte de Santander, Casanare y Chocó. ©ANDRÉS CARDONA CRUZ | ESPECIAL PARA SEMANA RURAL. Panorama complejo SEMANA RURAL consultó a varios analistas para lograr entender qué puede venir a futuro. Tal vez no haya alguien en Colombia que conozca mejor las entrañas del Eln en la actualidad como el gestor de paz Carlos Arturo Velandia. En sus tiempos de militancia en la guerrilla fue conocido como Felipe Torres, pero desde hace tres años se dedicó, por instrucciones del propio gobierno, a trabajar para tender puentes en la construcción de la paz en Colombia. Sin embargo, hoy su espíritu está golpeado y el panorama que contempla es muy complejo. “Con el atentado en la Escuela General Santander, el Eln hizo saltar el proceso de paz en mil pedazos, recomponerlo no va a ser posible en el inmediato futuro”. Por esta razón, Velandia considera que el escenario del diálogo para poner punto final a la guerra ha desaparecido de momento y no será fácil restablecerlo. Una percepción similar es la que tiene Germán Ayala, politólogo y analista del conflicto en el país, quien sostiene que con la decisión adoptada por el gobierno de Iván Duque, de levantar la mesa de diálogo con el Eln, se cierra toda posibilidad de alcanzar el fin del conflicto armado con esa guerrilla. «Con Duque regresa la tesis que niega la existencia del conflicto armado y que insiste en que lo que hay en Colombia es una amenaza terrorista. Dicha tesis negacionista, aupada por Uribe y que fue el sustento ideológico de su política de seguridad democrática, hace casi imposible que se adelante un proceso de paz con el COCE (Comando Central del Eln), por lo menos en este gobierno» Germán Ayala, politólogo
El Eln ha participado, sin mayor éxito, en dos procesos de paz. El primero se dio a principios de la década de los noventa, con el entonces presidente César Gaviria. ©ANDRÉS CARDONA CRUZ | ESPECIAL PARA SEMANA RURAL. Pero incluso Ayala más allá de los hechos fácticos y considera que al gobierno Duque no le interesa negociar la paz con el Eln, no solo como respuesta por el execrable atentado contra la escuela de oficiales de la Policía,“sino porque todas las demandas que se pudieran establecer en una nueva agenda paz pasarían por hacer reformas o ajustes en materia agraria y política, asuntos que la bancada del Centro Democrático no acepta y no apoya políticamente, a pesar de que fueron pactados en el Acuerdo Final II con las antiguas Farc”. El pesimismo ronda a la mayoría de analistas. Jessica Iveth Villamil es una experimentada periodista que ha cubierto el conflicto armado, especialmente en el suroccidente del país, donde el Eln tiene gran actividad. Por eso considera que a futuro no va a cambiar nada en las negociaciones con esta guerrilla, como tampoco hubo ninguna modificación durante los primeros cinco meses del actual gobierno donde se hicieron algunos acercamientos, pero no se logró ningún resultado favorable. Para la analista hay grandes diferencias entre la negociación con las Farc y la del Eln. “Santos en los primeros seis meses logró establecer no solo una agenda para ir desarrollando, sino también el acuerdo en el primer punto de esta que era la reforma rural integral. El Eln ha demostrado en estos casi dos años que no le interesa negociar”. Las comunidades, en el ojo del huracán La preocupación que surge y en la que los analistas coinciden es que al romperse las negociaciones el grupo subversivo incrementará sus acciones para demostrar capacidad de desestabilización. El problema radica en que los más afectados serán las comunidades rurales que habitan en zonas donde el Eln tiene influencia. El gestor Velandia lo ilustra de la siguiente manera: “Se abre un escenario de guerra abierta entre el Gobierno y el Eln. Eso se va a desarrollar fundamentalmente en los territorios donde esa guerrilla tiene acumuladas sus fuerzas, que son fundamentalmente Arauca, Catatumbo (Norte de Santander), sur de Bolívar, nordeste antioqueño, Bajo Cauca, Chocó, sur de Nariño y norte del Cauca”. Velandia explicó a SEMANA RURAL que por el tipo de guerra que ha desarrollado históricamente el Eln su impacto será fundamentalmente para los campesinos, los indígenas y los afro. Por eso no se descarta que haya desplazamientos por la presión armada, desabastecimientos por los paros que suelen provocar y que acudan a la pavorosa estrategia del secuestro, que ya han reactivado especialmente en el norte del Cauca y sur del Valle. Otro analista consultado dice que a todo lo anterior se deben sumar sus reiterados atentados dinamiteros contra la infraestructura nacional, pero eso sí evitarán la confrontación directa con el Ejército pues su capacidad de enfrentamiento es muy reducida, aunque aprovecharán cualquier descuido en seguridad (como ocurrió en Bogotá) para atentar contra unidades de la fuerza pública. Para la Fundación Paz y Reconciliación la preocupación también pasa por los efectos que este rompimiento pueda tener para el futuro de la paz en Colombia, después del acuerdo de paz logrado con las Farc. Las estadísticas internacionales muestran que en el último siglo hubo nueve posconflictos que se parecen al colombiano. Sin embargo, solo uno de ellos (el de Sierra Leona) ha terminado porque todos —como en este caso— tienen una economía de guerra muy fuerte que los financia. La fundación advierte que las dinámicas de la violencia que caracterizaron el conflicto armado se siguen manifestando en algunas regiones del país como Tumaco, Chocó, Catatumbo y Arauca. Y podrían extenderse a 62 municipios donde existió una fuerte manifestación armada de las Farc y donde aún no se ha hecho presente, de manera efectiva, el Estado colombiano. En ese sentido, Paz y Reconciliación advierte que, por ejemplo, el Eln ha venido cooptando más de 80 municipios donde las Farc tenían una fuerte influencia. «Esta guerrilla seguirá ocupando esas zonas en la medida en que se demoren o no prosperen los acuerdos, particularmente los que tienen que ver con un cese bilateral y permanente de acciones y hostilidades humanitarias» Fundación Paz y Reconciliación Las cifras comienzan a ser preocupantes. De los 281 municipios priorizados por la fundación (en los cuales había presencia de las Farc), en 126 se observa un aumento en los homicidios y la delincuencia. Hay un grupo de 78 pueblos con copamiento criminal, ya sea por parte del Eln, grupos armados organizados (GAO) o disidencias de las Farc. Estas zonas de copamiento criminal tienen características comunes, que permiten entender el fenómeno. En la mayoría de los casos son cinturones de economías ilegales (con alta concentración en el Pacífico) y en al menos 40 municipios el Eln, el Clan del Golfo y nuevos grupos criminales se disputan metro a metro lo que antes controlaban las Farc. Pero en regiones como Arauca el copamiento no significó aumento de las muertes violentas, debido a que no se dieron disputas entre actores armados. Allá, por ejemplo, el Eln ejerce un gran dominio y no tiene rivales. Capacidad de hacer daño En la actualidad se estima que el Eln puede tener unos 2.000 hombres en armas. Una fuente militar explicó que están distribuidos en varios frentes territoriales: el ‘Domingo Laín’ en Arauca, el ‘José David Suárez’ en Casanare y el ‘Adonay Padilla’ en Boyacá. Estos tres integran el denominado el Frente de Guerra Oriental. Los otros frentes son el Occidental, que hace presencia en el Chocó; el Nororiental, que tiene un fuerte impacto en la compleja zona del Catatumbo; el Frente Norte, que ha incursionado en La Guajira y Cesar; el Noroccidental, que lleva muchos años impactando los límites de Antioquia con el Chocó y el sur de Bolívar; el Frente Oriental, que hace recorrido en Arauca, Boyacá y Casanare; y finalmente el frente Suroccidental, que ejecuta acciones en Cauca, Valle y Nariño.
Esta guerrilla ha centrado su acción delictiva en secuestros, extorsiones y atentados a oleoductos. ©ANDRÉS CARDONA CRUZ | ESPECIAL PARA SEMANA RURAL. Otra fuente de una organización comunitaria que trabaja en el sur del país contó que se ha notado un gran despliegue del Eln en el norte del Cauca —cerca del Naya— y también en Nariño. Esto permite entrever que están copando espacios que antes dominaban las Farc. Justamente en esta zona están los frentes Manuel Vásquez Castaño (Cauca) y Comuneros (Nariño), que han demostrado una gran capacidad para intimidar. A esta presencia nacional habría que sumarle la que tiene en Venezuela. Según la organización InSigth Crime, el Eln operaría en 12 estados de ese país y manejan el contrabando de ganado y gasolina, hace extorsiones, tiene emisoras de radio, recluta a menores de edad, ataqua a funcionarios de cuerpos de seguridad y mueve el narcotráfico y la minería ilegal. Aunque se ha mencionado continuamente que dentro del Eln hay grandes divisiones internas y que hay frentes que estaban a favor de la salida negociada y otros no, Velandia dice que eso no es del todo cierto. “Sobre eso, se ha creado un mito. El Eln es una organización única y nacional, que tiene una estructura federada y eso permite a los frentes desarrollar actividades descentralizadas. Es decir, funcionan con algo que se denomina autonomía táctica, donde cada estructura y frente desarrolla sus actividades sin consultarlas al mando superior ni al Comando Central. Eso en apariencia deja entrever que no hubiera una línea de mando, pero es que no la hay, como sí la hubo en las Farc o en los ejércitos regulares. De tal forma que lo que haga una estructura en un territorio no necesariamente tienen que conocerse o ser aprobado por los mandos superiores”. Pero en decisiones estratégicas, como las negociaciones de paz, sí hay una consulta a todos los miembros del COCE y jefes de los frentes de guerra. «Eln es una organización única y nacional, que tiene una estructura federada y eso permite a los frentes desarrollar actividades descentralizadas. Es decir, funcionan con algo que se denomina autonomía táctica, donde cada estructura y frente desarrolla sus actividades sin consultarlas al mando superior» Carlos Velandia, gestor de paz
©ANDRÉS CARDONA CRUZ | ESPECIAL PARA SEMANA RURAL. Sin embargo, para el experto en conflicto Germán Ayala eso es una debilidad del grupo subversivo. “Muy seguramente el COCE, en su enorme torpeza política, seguirá atentando contra la infraestructura económica del país, secuestrando civiles y matando policías. Eso sucede con una guerrilla que redujo su ‘lucha revolucionaria’ a acciones temerarias y de corte terrorista, porque en el fondo el COCE reconoce que no podrá alcanzar el poder del Estado por la vía militar, asunto que viene coadyuvando a la fractura en la línea de mando. El solo hecho de que ‘Pablo Beltrán’ señale que no tenía información del atentado contra los jóvenes cadetes puede ser un indicio claro de una división en la unidad de mando de ese grupo armado ilegal”. Para el profesor Víctor de Currea-Lugo, también amplio conocedor del pensamiento del Eln, el acto terrorista ejecutado en la escuela de Policía cerró las puertas de la negoción, pero también pateó el apoyo de quienes respaldaban la propuesta de paz y “nos devolvió a la lógica de la guerra contra el terror”. Para el analista, esta guerrilla no aprendió a hacer política y no entendió, por ejemplo, el rechazo que produjo en el 2018 el ataque al cuartel de la policía en Barranquilla ni tampoco “la larga cadena de acciones de las Farc que les llevaron a no lograr ser una alternativa política después del proceso de paz”. Ante esta nueva realidad, De Currea-Lugo no ve el futuro con optimismo. “Desde esa realidad, vendrán días peores. El Eln le hizo la tarea a los uribistas: hacer trizas la paz (…) En la sociedad, derechizada y eclispada por la guerra, los que venimos defendiendo la salida negociada quedamos aún más aislados”.
Con el fin de los diálogos con el gobierno, no se descarta que las acciones armadas del Eln se aumenten. ©ANDRÉS CARDONA CRUZ | ESPECIAL PARA SEMANA RURAL. Preocupación de las comunidades Los nubarrones que parecen alzarse provocaron que comunidades indígenas y afrocolombianas, que integran la Comisión Étnica para la Paz, manifestaran su preocupación por el rompimiento de las negociaciones y la posibilidad de que sus territorios se conviertan en focos de violencia. Incluso le propusieron al gobierno ser mediadores para encarrilar las conversaciones. “Como pueblos étnicos seguimos estando en riesgo y en medio de actores y acciones armadas de distintos actores y en diferentes sitios del país (….) Pedimos (al presidente Duque) reconsiderar su posición, urge continuar los diálogos con el Eln; una sola vida que se salve con el cese del conflicto armado ya habrá valido la pena todos los esfuerzos que puedan hacerse”, indicaron en un comunicado firmado, entre otros, por la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) y el Consejo Nacional de Paz Afrocolombiano (Conpa). En esa cruzada los acompaña monseñor Darío de Jesús Monsalve, el arzobispo que se jugó por este fallido proceso de paz y al cual le han llovido duras críticas desde los sectores más reaccionarios. Aunque sin ocultar su desazón, monseñor hace una precisión. “Desde el punto de vista de la coyuntura política que tiene el país, me causa tristeza y me duele que no se valoren los pasos que con sacrificio se han venido construyendo. Siento que la construcción de paz no se agota entre el gobierno y un grupo subversivo, como no se agotó la paz tampoco en el acuerdo de La Habana”. Para Monsalve tal vez las negociaciones hayan quedado en un suspenso, pero en ningún momento el diálogo puede quedar como un simple accesorio. El diálogo en una sociedad conflictiva como esta es parte sustantiva para sobrevivir y por eso monseñor considera que lo que está en peligro es que no solo no exista una política gubernamental de paz sino tampoco la necesidad de la paz para que el progreso de Colombia sea posible. La inquietud ante el nuevo escenario llegó incluso a una sesión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, posterior al rompimiento de las negociaciones. El presidente de esta entidad, Francisco Cortorreal, de República Dominicana, pidió al gobierno colombiano insistir en una salida negociada al conflicto con el Eln. Fuentes del Gobierno nacional sostienen que las condiciones para reiniciar conversaciones se mantienen intactas. Es decir, que el grupo guerrillero entregue todos los secuestrados en su poder, que cesen todos los plagios y cualquier otra actividad criminal. Sin embargo, la realidad es que hoy las posiciones están más alejadas que nunca antes y no se avizora en el inmediato futuro la instalación de una nueva mesa de conversaciones. Para Jaime Arenas, el líder estudiantil que ayudó a la creación del Eln, no hubo una segunda oportunidad y murió asesinado cuando ya estaba convencido de que la violencia no era el camino para Colombia. Ojalá, al final, no sea demasiado tarde para todos. Los diálogos del Gobierno y el ELN: Línea de tiempo POR: Gerardo Quintero | Editor nacional @Gerardoquinte FOTOS: Andrés Cardona Cruz | Especial para SEMANA RURAL Ig: @andrescard1