En los años 60, cuando el Gobierno Nacional construyó en María La Baja, Montes de María, el tercer distrito de riego más grande de los siete que construyó para esa época en el norte del país, nadie pensó en la disputa que terminaría provocando en esta región. Para los habitantes de la zona, el distrito de riego ha favorecido más a los grandes cultivadores de palma de aceite y piña que a los campesinos que siembran arroz y productos de pancoger. Esto, a pesar de que esta obra fue diseñada inicialmente para beneficiar precisamente a los pequeños productores que habitan las veredas de Palo Altico y La Suprema y el corregimiento de Playón. SEMANA RURAL viajó a la zona con apoyo de la Corporación Desarrollo Solidario y conoció de primera mano las historias de los campesinos que han visto cómo cambió el uso del agua en esta región. Hoy, no solo no cuentan con agua potable, sino que luchan para evitar que las pocas fuentes a las que tienen acceso sean contaminadas. De este viaje detectamos diez cifras para entender la difícil situación de los habitantes de esta zona de María La Baja:  

Antonio Canchila para SEMANA RURAL

  ABASTECIDO POR LAS REPRESAS de Playón y Matuya y por la Ciénaga de María La Baja, el distrito de riego es considerado el tercero más grande de los siete que están construidos en el norte de Colombia - el más grande es el de Mocarí, en Córdoba, con 43  mil hectáreas-. Fue creado en 1966 como un proyecto a gran escala para los municipios de Arjona, Mahates y María La Baja, por lo que cuenta con un canal principal y varios canales secundarios que llevan el agua a los predios beneficiarios del sistema. Por estar ubicado en la parte baja de los Montes de María, el distrito de riego se nutre principalmente del agua que llega por gravedad desde la alta montaña. El objetivo principal de la construcción de este sistema de riego fue básicamente mejorar las condiciones de trabajo de pequeños cultivadores de arroz, uno de los principales productos de la región. Durante varios años, el proyecto cumplió con su meta, pero hoy en día los campesinos de la zona afirman que son los grandes cultivadores de   palma de aceite y piña (ambos en propiedad de empresas privadas) son los que están usando el agua. Los registros oficiales respaldan sus palabras: 82% de las tierras que se benefician del distrito de riego están sembradas en palma y apenas el 16 por ciento de arroz, según datos de la Corporación Desarrollo Solidario tras un estudio de 2016. “Para nosotros esta (la represa de Playón) es una riqueza que nos hace fuertes ante algunos fenómenos de la naturaleza. Por ejemplo, cuando ocurrió el fenómeno del Niño fue fundamental para mantenernos con agua en esta zona, pero nos preocupa que su mal uso nos deje sin el preciado líquido”, dice Naún Álvarez, un joven campesino.  

Antonio Canchila para SEMANA RURAL

DE ACUERDO CON UNA INVESTIGACIÓN de la Universidad de Cartagena y publicada en el documental Esta tierra no es suya, hasta el año pasado había 14 mil hectáreas de tierra sembradas de palma de aceite en jurisdicción del municipio de María La Baja, principalmente en zonas aledañas a los canales del distrito de riego de esa población. Para Julián Ramos Hurtado, arrocero, los cultivos de palma de aceite se llevan gran parte del agua que está disponible para otros cultivos. “El agua de las zanjas –como llaman a los canales secundarios del distrito– era sana, pero con los cultivos está cada día más contaminada”, dice. Y agrega: “con decirles que hay días en los que el agua que uno coge de ahí, para usarla en la casa o para bañarnos, es amarga”.  

Cortesía  para SEMANA RURAL  

SEGÚN DATOS DE LA ASOCIACIÓN DE USUARIOS DEL DISTRITO DE RIEGO de María La Baja (Usomaria), una hectárea sembrada de palma de aceite requiere 5 mil metros cúbicos de agua durante tres meses. Esta cantidad de agua es menor a lo que requiere, por ejemplo, una hectárea de arroz, que consume 12.500 metros cúbicos por el mismo periodo de tiempo, de acuerdo con cálculos de Usomaria. Elber Iglesias, un campesino de la zona que lleva varias décadas cultivando arroz, explica que aunque el cultivo de arroz consume más agua, ese consumo es temporal, mientras que el de la palma es permanente. “Hay dos tiempos de siembra del arroz: en el periodo de junio a agosto (donde se siembra el arroz criollo) no hay gasto de agua porque en ese tiempo el sembrado se abastece con agua lluvia. Y en el otro, cuando se siembra un arroz mejorado, se gasta más, pero ese es solo una vez al año, dura tres meses y es por inundación. Es decir, se hace el gasto de la cantidad de agua cuando se inunda el terreno, antes de sembrar, y no hay más gasto de agua. Mientras que la palma está todo el tiempo consumiendo agua para su riego, que es permanente”, afirma Iglesias.  

Antonio Canchila para SEMANA RURAL

  SEGÚN CIFRAS DE AGUAS DE BOLÍVAR, en Arjona, Mahates y María La Baja, los tres municipios por los que atraviesa el Distrito de Riego, la cobertura del acueducto no alcanza el 100 por ciento. En Arjona la cobertura es del 85 por ciento de la población, en Mahates del 90 por ciento y en María La Baja de apenas el 50 por ciento. Además, en ninguno de los tres municipios cuentan con el servicio de agua durante todo el día y el agua que llega a sus casas no recibe ningún tipo de tratamiento previo.  

Antonio Canchila para SEMANA RURAL  

A PESAR DE VIVIR CERCA del distrito de riego, las poblaciones rurales de San José del Playón, Palo Altico y La Suprema sufren de la falta de agua potable para el uso doméstico y el consumo humano. De acuerdo con censo del Sisbén de 2011 (el más reciente), son 987 familias que habitan en esas tres poblaciones, las cuales no cuentan con acceso a agua potable. En 2011, los habitantes de la vereda La Suprema, de María La Baja, interpusieron una acción popular en la que denunciaron la alta contaminación del agua que usan. Soportaron su reclamo en un estudio que arrojó una alta presencia de Escherichia coli (E. coli) en el agua que utilizan las comunidades asentadas en las zonas rurales antes mencionadas.   De acuerdo con la Organización Mundial de Salud (OMS) es una bacteria que se encuentra normalmente en el intestino del ser humano y de los animales de sangre caliente. La mayoría de las cepas de E. coli son inofensivas. Sin embargo, algunas de ellas, como E. coliproductora de toxina Shiga, pueden causar graves enfermedades a través de los alimentos.   Esa acción fue fallada en favor de la población de La Suprema y en ella se ordenaba, entre otras medidas, garantizar un ambiente sano y acceso a agua potable. “Ganamos la sentencia, pero seguimos con el problema, porque el agua no es potable y la que tenemos, que está contaminada, no la bombean hace más de cinco meses”, afirma Luis Caraballo, habitante de la vereda.  

Antonio Canchila para SEMANA RURAL  

EN LA MISMA ACCIÓN PRESENTADA EN 2011, los habitantes de La Suprema denunciaron la muerte de siete menores por causas asociadas a problemas gastrointestinales. Al parecer, estos niños se enfermaron luego de consumir el agua contaminada que tienen alrededor.

EL PASADO 7 DE ENERO, LOS HABITANTES de la vereda Palo Altico, de María La Baja, decidieron cerrar las compuertas, ubicadas a la altura del corregimiento de San José del Playón. En ese momento, llevaban seis meses sin que el improvisado acueducto con el que cuentan les suministre una gota de agua. Tras la protesta, la  Alcaldía de María La Baja se comprometió a reparar una motobomba que lleva el agua hasta sus hogares por el rudimentario acueducto con el que cuenta, pero hasta la fecha no han cumplido ese acuerdo Según Sofía Carrasquilla, líder de la comunidad de esta población, a pesar de que el agua no es potable por lo menos sirve para el uso doméstico. “Pero ni contaminada nos está llegando. El acueducto está en pésimo estado: no llega el agua a todas las casas, la tubería está rota y cuando llega no se alcanza a recolectar ni para una semana”.

A DIARIO, los habitantes de la vereda Palo Altico recorren cerca de 2 kilómetros desde su población hasta San José de Playón para sacar con una bomba manual seis o siete pimpinas de agua de 20 litros. Las mujeres suelen realizar este trabajo, y para transportar los botellones de agua hasta sus hogares usan carretas o sus propias cabezas. “Acá cerquita teníamos unos pozos artesanales y con esos nos abastecíamos, pero ahora quedaron dentro de un terreno que fue comprado para el monocultivo y ya no tenemos entrada ahí”, aclara Sofía.

Antonio Canchila para SEMANA RURAL  

  DE ACUERDO CON LAS CUENTAS DE LOS PESCADORES de la región, más de 100 mil peces murieron en marzo de 2016, cuando se registró una mortandad en la Ciénaga de María La Baja. Este es el principal espacio de pesca para los habitantes de la región, y cerca de 2.500 familias viven de esa actividad. En su momento, un representante de pescadores denunció al diario El Universal que las especies más afectadas fueron mojarra lora o plateada, barbul, corbinata y mojarra amarilla. La Corporación Autónoma Regional del Canal del Dique (Cardique), máxima autoridad ambiental de la zona, se pronunció en ese momento y atribuyó este fenómeno a una falla de oxígeno en el cuerpo de agua. Sin embargo, los pescadores dicen los malos manejos de los residuos químicos por parte de las empresas encargadas del monocultivo de la palma de aceite causaron la mortandad. Para ellos, esto también ha provocado una disminución progresiva de la cantidad de peces que atrapan a diario: antes recogían entre 40 y 50 pescados en una jornada de medio día y ahora apenas llegan a atrapar 20 o 25.    

Cortesía para SEMANA RURAL  

ESTA HA SIDO UNA DE LAS ACCIONES DE PROTESTA más recurrentes de los habitantes de esta área de los Montes de María. Han encontrado en esta medida una vía para exigir la repartición equitativa del agua en la zona. Desde 2016 y hasta enero de 2018 la comunidad ha cerrado tres veces los canales del distrito para exigir que los tengan en cuenta. “El 7 de enero volvimos a cerrar las compuertas, porque mientras nosotros nos ahogamos sin el agua, los monocultivos usan el agua que nos rodea”, comentó la líder de la comunidad de Palo Altico. “Si no hay agua para los humanos, tampoco debe haber para la palma”, remata.