Cada año cerca de 10 mil turistas llegan hasta el Parque Nacional Natural Utría para avistar las ballenas jorobadas que viajan hasta las aguas del Pacífico entre julio y octubre. El parque, ubicado entre los municipios de Nuquí y Bahía Solano, en el norte de Chocó, es operado desde 2008 por Mano Cambiada, una corporación sin ámino de lucro que promueve el desarrollo del ecoturismo entre las comunidades de la región. Josefina Klinger, una chocoana de 53 años, es la mujer detrás de este proyecto. Klinger es una de las pioneras del turismo comunitario en Colombia. En 2006, creó Mano Cambiada para evitar que personas de otras partes del país les compraran la tierra y se quedaran con el negocio del turismo, y hoy en día se dedica a sacar adelante su proyecto y mostrarle a otras comunidades cómo le pueden sacar provecho a su territorio. Dice que el camino no ha sido fácil, y está convencida de que esta es la mejor opción que tiene la gente de las regiones para salir de la pobreza.
NUQUÍ | José Puentes Ramos / SEMANA RURAL ¿Cómo surgió Mano Cambiada? En mi pueblo ocurrió que la gente salió de las playas. Yo tenía miedo de que nos pasara lo que le pasó a la población anfitriona en Cartagena que en algún momento fue dueña de los sitios estratégicos y los vendió. Empecé a comprometerme y a aprender acerca de turismo para generar beneficios compartidos, pero me di cuenta de que esta no era la visión de las autoridades que tenían la responsabilidad de planificar el territorio. Entonces, entendí que el liderazgo no se decreta, sino que se asume y decidí crear esta organización. ¿Cómo defines su modelo? Yo voy a acoger un concepto que Ecuador utilizó en su momento. Nosotros hacemos turismo consciente porque lo vemos como un sistema. No solamente es un negocio, sino como una forma de gestionar un territorio de forma autónoma donde el turista que llegue pueda ser feliz, y genere el menor impacto posible. Esto nos permite a nosotros tener los recursos y el liderazgo para monitorear los impactos sociales y ambientales que deja el turismo para que este proceso pueda ser sostenible en el tiempo y nuestros hijos tengan algo que heredar.
¿Qué le ha aportado este proyecto a Nuquí? Nosotros hemos inspirado a la gente mostrándoles que hay otra posibilidad distinta a la política y el narcotráfico. A unos los inspiramos desde el amor, y a otros desde la rabia. La gente en Nuquí se está moviendo y se está dando cuenta de que la actividad turística es una opción real para hacer empresa y jugar su papel de anfitrión. En Nuquí, encuentras gente de la cadena de valor que hoy vende 500 millones al año por turismo. Hoy recibimos entre 8 mil y 10 mil turistas al año. Esto era algo impensado. También hemos logrado mostrar que el Estado y sus instituciones a veces están más cerca de lo que los campesinos creemos. «Mano cambiada quiere decir trueque de oficios porque justo lo que determinaba la vida en el Pacífico era la solidaridad» ¿Qué tan difícil fue empezar a trabajar con la gente de su comunidad? Eso fue lo más difícil. Fuimos criados en una cultura que nos repetía todos los días que ser negro era estar en desventaja, y que nacer en un territorio y quedarse ahí era estar en un hueco. Que había que casarse con un blanco para mejorar la raza. No todos en la vida tenemos la oportunidad de mandar eso para el carajo y luego ser tan atrevida como para hacer que parte de tu comunidad haga lo mismo (...) Por eso, la primera cosa que hicimos fue quitarnos de la cabeza el cuento de la pobreza y la victimización. Es cierto que el país es centralista, pero si todos nos queremos parecer a ese centro caemos en la trampa de la homogenización y dejamos de aprovechar nuestra propia identidad. Debemos entender que nuestro verdadero valor está en eso que nos hace diferentes. Eso es lo que busca conocer un turista. ¿Cuál debe ser el rol de las empresas privadas y el Estado en los proyectos de turismo en las regiones apartadas? Un proceso solo comunitario no da resultados. Yo creo que hay que se debe trabajar desde lo comunitario, lo privado y lo público. Pero el privado no puede pensar solo en ganar plata, sino que debe aportar su mirada de cómo crear un proyecto y tener la paciencia suficiente como para invertir y saber que su retorno se va a demorar un poco. Al mismo tiempo, el país tiene que legislar para favorecer este tipo de iniciativas porque lastimosamente todavía se debe hacer enfoque diferencial. «La primera cosa que hicimos fue quitarnos de la cabeza el cuento de la pobreza y la victimización» Desde su experiencia al frente de Mano Cambiada, ¿qué es lo que debe hacer una iniciativa de turismo comunitario para ser exitosa? Primero, desafiar el miedo. Yo creo que la principal cosa que yo hice fue desafiar mis propios miedos y pude desafiar los ajenos. Segundo, determinar. Yo determino qué es lo que quiero hacer. Tercero, dar frutos. Es que nos la pasamos discutiendo diez años y no concretamos una acción. Cuando yo doy frutos y hago un modelo que funciona empiezo ganar confianza en mí misma y hago que el posible aliado también. Cuarto, saber que no estás solo. Porque no puedes hacer un modelo y aislarte. No puedes hacer una república independiente porque eres parte de un sistema y de una constitución. Entonces tienes que convocar al estado. Y si el estado local ni el regional te funciona, pues te tiene que funcionar el nacional. Y si ninguno de los tres te funciona, te funcionan los aliados internacionales. Pero yo no me puedo dar por vencida frente a mi misión.
Cortesía: Patricia Castellanos / Corporación Reconciliación Colombia Ahora mismo están llegando más turistas que nunca a Colombia. ¿Cómo ve el futuro del turismo en el país? Primero hay que conocer al país. El país rural estaba desconocido principalmente por los personajes que toman decisiones en el país. Se debe legislar para favorecer las iniciativas que hay, porque lastimosamente todavía debe hacer enfoque diferencial. Por ejemplo, deberíamos estar exentos de IVA para la oferta de servicios turísticos en territorios rurales que no tienen vías. También, hay que aprender a acompañar a las comunidades para que nos entreguen la chequera a nosotros mismos porque Mano Cambiada puede ser aliada y no beneficiaria. ¿Le da miedo que se desborde la cantidad de turistas y se afecte el ecosistema de Utría? La actividad turística no es la panacea, pero bien manejada se convierte en una estrategia de desarrollo. Yo tengo claro que si vuelvo a Nuquí masivo estoy matando a la gallina de los huevos de oro. Sobretodo porque un turista no solamente hace impacto ambiental sino impacto social demostrativo. Y nadie, ni empresa privada ni la institucionalidad en estos territorios, busca estrategias para medir el impacto social demostrativo que deja la actividad turística. Por eso este es el momento y la oportunidad de que los territorios rurales estén acompañados en planificar su territorio para que definan a qué modelo le quieren apostar. Para mí, ahí está el secreto.