Hace 20 años, las balas estaban teñidas de sangre. La guerrilla de las FARC y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) aterrorizaban a la población campesina en el Urabá antioqueño, la única opción para los habitantes de este corregimiento era dejar sus tierras y abandonar todo lo que tenían para conservar sus vidas. Entre ira, tristeza, voces cortadas y ojos aguados me relataron sus historias estas tres familias: Doña Blanca y su esposo Gustavo, Don Lizardo y su esposa Irma y Doña Amanda de Jesús acompañada por su esposo Luis Emilio. - BLANCA & GUSTAVO -
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL BLANCA creció viendo trabajar a sus hermanos y a su padre en las bananeras, en Mutatá, Urabá. Su esposo Gustavo aprendió a trabajar la madera y heredó de su padre las herramientas y la destreza para trabajarla. Se esposó con Blanca y tuvieron una linda hija. Ya se sabía que los paramilitares estaban en la zona y a pesar de las amenazas nunca pensaron que la vida les cambiaría de manera tan drástica. Año 1998. Al terminar su jornada de trabajo, un viernes en la tarde, Gustavo fue a dejar su motosierra donde su abuela, tenían planeado salir con Blanca y su hija ese fin de semana. Partieron con advertencias de vecinos sobre las amenazas de muerte hacia la familia, pero a la mano de Dios arrancaron los tres. Las amenazas no eran algo nuevo, eran el pan de cada día, en realidad casi todos los habitantes tenían problemas con amenazas de este tipo, por eso la angustia no consumió a esta familia. Al volver, Blanca se encontró con el asesinato de sus dos hermanos en las bananeras. GUSTAVO , con mucha angustia, fue a casa de su abuela donde tenía la motosierra, al llegar encontró a la viejita muerta.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL Inmediatamente, con la ropa que llevaban puesta, tomaron rumbo hacia Medellín. Dos semanas después, sus hermanos lo recibieron muy angustiados: "gracias Dios se fue, porque usted estaba en la lista", le dijeron.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL Con expectativa y mucha fe, Blanca, Gustavo y su hija llegaron a un caserío que se estaba formando en las afueras de Medellín, allí formaron su ranchito y ahora, veinte años después, me cuenta con tristeza lo ocurrido. Agradece estar con vida al lado de las dos. Gustavo mantiene a su familia con la misma motosierra y recuerda con mucho dolor su tierra y su familia. - LIZARDO E IRMA - LIZARDO Correa tiene 54 años, formó parte del noveno frente de las FARC y volarse fue su calvario. Sindicalista desde que llegó a Granizal, fue uno de los hombres que vio nacer esta Vereda, actualmente trabaja en pro de la comunidad y lidera planes sociales con el fin de mejorar la calidad de vida de sus vecinos, que ya son como sus hermanos.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL A unas casas de allí vive Irma, su esposa, tiene dos hijos. Llegó con ellos a la vereda, huyó del oriente antioqueño con toda su familia hacia Medellín cuando apareció un panfleto que decía: "Absolutamente todos son informantes de la guerrilla". El miedo la hizo abandonar su casa y se tuvo que asentar en el caserío, ahora se conoce como Granizal.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL Con su linterna en mano, Lizardo baja a comer y a hacer visita todas las noches en casa de Irma. La vereda no tiene luz, los caminos los adornan lucecitas: "Yo quisiera volver pero no hay plata, igual el miedo a uno lo persigue a todas partes", me dice Irma con mucha nostalgia. Lizardo no tuvo más opción que correr, ahora está en brazos en Irma y no deja de pelear y sacar adelante su comunidad, después de tener un fusil en la cabeza agradece a Dios, a la vida haber tenido una segunda oportunidad.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL IRMA , ahora con mucho orgullo, se dedica a la costura, pero con la voz entrecortada me cuenta cómo casi pierde a sus dos pequeños. Su ranchito no tenía las condiciones adecuadas para vivir ni mucho menos como mantener bien a dos niños de brazos, sus vecinos la acusaron y el Bienestar Familiar por poco le quita sus hijos. Ahí recibió una donación para dotar su rancho con un baño y una cocina, por esa época recibió ayuda de Lizardo y desde entonces han crecido juntos, cada uno vive en su ranchito pero juntos han visto el progreso y se sienten felices de haber sobrevivido a la ola de violencia que azotó sus hogares hace 20 años. - AMANDA & LUIS EMILIO - Sola con sus tres hijos, Amanda de Jesús también dejó sus tierras para salvar su vida. Una noche llegaron unos tipos armados, gritaban y echaban tiros al aire, la vecina de Amanda era de las autodefensas y los guerrilleros de las FARC fueron esa noche a matarlos a todos.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL AMANDA DE JESÚS tenía un estanquillo en su casa donde vendía tinto. Tocaron a su puerta: "vecina, para que nos colabore con aguardiente y tinto", después de escuchar los balazos en casa de su vecina, el pánico no dejó que Amanda y sus tres hijas salieran de debajo de la cama. De repente, luego de tanto alboroto, un incómodo y aterrador silencio se tomó las calles de la vereda en el corregimiento de Dabeiba. Apenas salió el sol, Amanda y sus tres hijas emprendieron su huida hacia Medellín. Su actual esposo, Luis Emilio, separado en aquel entonces y con un hijo ya mayor de edad, conocía a Amanda. A su hermana la amenazaron por la misma época y sin pensarlo dos veces huyeron hacia Medellín. Por terco, su hijo se quedó en Dabeiba para conservar el trabajo y la casa. "Me mataron a mi hijo", me dice Luis Emilio con llanto y dolor. El miedo no lo dejó volver al pueblo: "yo no pude ir a ver a mi hijo (...), desde esa época yo no voy por allá". Después de las pérdidas y las lágrimas, LUIS EMILIO encontró a Amanda de Jesús en Medellín. Desde entonces están juntos y llevan un negocio muy próspero en Granizal. En medio de las incomodidades de la vereda, dan gracias a Dios por estar vivos y estar contando esta historia.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL *** Es un nuevo comienzo para muchas familias víctimas del conflicto armado en Colombia. Aproximadamente 218 mil personas murieron a causa de esta guerra y el 81% eran civiles inocentes. Medellín fue uno de los municipios en estado crítico en el país.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL La vereda Granizal es un ejemplo de superación en Colombia, sus habitantes durante mucho tiempo llevaron odio en el corazón pues vivieron en carne propia la guerra y la barbarie de aquella época. Perdieron sus tierras, sus seres queridos, pero nunca la esperanza, ahora llevan perdón en su corazón. Lizardo, Irma, Luis Emilio, Amanda, Blanca y Gustavo son el testimonio de superación de una guerra que dejó mucho dolor en el país, dolor que fue superado por unos, pero que no les dejó contar el cuento a muchos otros.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL
Estas tres familias encontraron al Nororiente de Medellín un lugar en el cual asentarse y así no alejarse de la vida rural. Todo comenzó con un caserío de cinco ranchitos y ahora después de años es una vereda con aproximadamente 480 mil familias y 18 mil habitantes todos desplazados por la violencia.
© Ovidio González Soler | Especial para SEMANA RURAL ZOOM EN LA VOZ DEL FOTÓGRAFO
- Escucha la historia de este reportaje gráfico en la voz del fotógrafo ( y vuélvelo a ver)- OVIDIO GONZÁLEZ SOLER | Fotos, textos y voz IG: @mishistoriascortas
Bogotano. Es fotógrafo documental. Formado desde la escuela del Diseño y las Artes Gráficas, graduado de la Escuela Tecnológica Instituto Técnico Central la Salle y formado en el área de la fotografía en la Universidad Nacional. Encontró en la fotografía su mejor herramienta para contar historias. Se especializó en Fotografía Documental y Fotoperiodismo en Colombia y en México. Sus proyectos giran alrededor de la cotidianidad, siempre impregnados de temas sociales y políticos. Su trabajo ha sido premiado y publicado en diversos medios nacionales e internacionales.