La muerte de Aquileíto Mecheche, como le decían de cariño sus allegados, fue como si el corazón de toda una comunidad se detuviera. El rector de la Institución Educativa de El Jagual partió de este mundo antes de tiempo por manos criminales que se sentían incómodas con su liderazgo social. El lunes, en medio del dolor, la comunidad de El Jagual llegó hasta Río Sucio, Chocó, y salieron por sus calles con pancartas que pedían que respetaran su territorio de paz. “No nos van a callar”, “¡Paz!”, “¡Por nuestros niños!”, fueron algunos de los mensajes que mostraron en silencio mientras manifestaron su rechazo a la violencia. No es para menos, la comunidad de Jagual está conformada por cerca de 900 indígenas que están en medio de un conflicto que no les pertenece. Estuvieron confinados por minas alrededor de su territorio, niños murieron por falta de atención médica e incluso han tenido que atrincherarse cuando escuchan el sonido de las balas.    

El fútbol es una de las herramientas que ha ayudado a que la comunidad se mantenga unida © Asorewa Los jóvenes, sin miedo, son los que han comandado un liderazgo sigiloso pero efectivo en la comunidad. Han propuesto actividades como campañas para que los niños no abandonen la escuela, esa que quedó huérfana desde que el rector Aquileíto descansa en paz. Tampoco se han olvidado de salir al campo abierto a disfrutar de un partido de fútbol o hacer actividades recreativas. Los jóvenes son una de las poblaciones más vulnerables en esta zona norte del departamento de Chocó pues muchos grupos armados los quieren en sus filas. Han realizado torneos de fútbol de diferentes categorías, pero mezclando los tiros libres con la educación social y cultural de las organizaciones indígenas.     «El secreto de la paz está en los derechos humanos»   La comunidad, en una estrategia muy astuta, ha realizado talleres de educación y prevención con los líderes sociales de Jericó para evitar que los niños y jóvenes sean reclutados por alguno de los grupos que se disputan este territorio por ser una ruta estratégica para el narcotráfico. “Hemos planteado ir a terreno a visitar a los docentes para que puedan implementar sus pedagogías”, dicen. Además, también hay un grupo de danza femenino que ha incentivado a que las niñas ocupen su tiempo. Hay grupos que hacen artesanías y creación de instrumentos para que los niños tengan siempre cerca la música de su cultura. Muchos miembros de la comunidad se han desplazado por amenazas o por miedo. En toda la zona se cree que podrían aumentar a 1.500 personas en situación de riesgo. Sin embargo, fuentes de la región aseguran que varias personas se han resistido a abandonar su hogar porque con eso estarían dándoles espacio a los grupos al margen de la ley para que avancen en su objetivo. Varias familias se les han unido, por sus cabezas pasó la idea de irse al casco urbano, pero la desecharon cuando cayeron en cuenta que no querían que la comunidad se desintegrara.    

Con actividades culturales, talleres de prevención y una marcha exigiendo paz en el territorio las comunidades se han unido para rechazar una guerra en la que se encuentran en toda la mitad © Asorewa “Nosotros sabemos que estamos en una situación complicada, pero no queremos mostrarnos derrotados, porque no lo estamos. En nuestra comunidad mucha gente respira con esperanza”, dijo una fuente que pidió omitir su nombre. El lunes, el día de la marcha, un sentido homenaje fue el último adiós a Aquileíto. “Marchamos por la vida y recordamos a nuestro líder, que siempre estuvo defendiendo los derechos de todos”, las mujeres fueron las protagonistas de la jornada junto con los niños. Uno de ellos sostenía un mensaje bastante claro: “El secreto de la paz está en los derechos humanos”.       Así se escucha la música que clama por la paz en el territorio, acompañada por bailes coloridos.