Aunque conocer el mar, volar en avión o incluso salir más allá del municipio son verdaderos acontecimientos para sus vidas, la proeza de unos 50 niños de las veredas más apartadas de Chía tiene que ver –seguramente- con probarse a sí mismos de lo que son capaces. El reto comenzó hace unos meses, cuando en el patio de uno de los colegios rurales del municipio, con instrumentos prestados y haciéndole el quite a la lluvia o negociando los rigores del Sol, un puñado de niños empezó a hacer música colombiana con el firme propósito de mostrársela al mundo. La idea nació de la administración, más exactamente de la Casa de la Cultura, bajo el rótulo programas de extensión. Una iniciativa que se basó en el adagio popular de que si la montaña no va a Mahoma, Mahoma sí va a la montaña. O a la vereda, como en este caso.  

Los programas de extensión en Chía ya cuentan con más de 2 mil niños y jóvenes inscritos. © Alcaldía de Chía. “Nos dimos cuenta de que había mucho talento en los lugares apartados del municipio. Niños que no tienen los recursos o las herramientas para llegar hasta el centro. Entonces decidimos armar un equipo con 40 docentes que vaya hasta las veredas dos veces a la semana y lleve nuestras escuelas artísticas. Ya tenemos más de 2.300 inscritos en esos programas”, explicó Mario Delgado, director de la Casa de la Cultura de ese municipio. Y así nació Ensamble Orquestal Mestizaje, un grupo de pequeños de veredas como Cerca de Piedra, Fonquetá o La Balsa cuyos sueños hace rato que volaron lejos de los 80 kilómetros cuadrados de Chía. Este miércoles, precisamente, viajaron a Cuba, a representar al municipio en las fiestas de La Habana.  

La fortaleza del programa radica en que los profesores van hasta las veredas y, en la mayoría de los casos, llevan los instrumentos. © Alcaldía de Chía.  A Dios rogando… ¿Por qué Cuba?  ¿Por qué a las fiestas de La Habana? Las respuestas tienen que ver con los azares de la vida que solamente se ‘activan’ cuando hay trabajo y sacrificio, dice Delgado. En efecto, la historia de la travesía a la isla empezó a mediados del año pasado, cuando Camilo Moya, uno de los profesores de la agrupación –que también es profesor de batería de un directivo del aeropuerto ElDorado- gestionó una presentación de Mestizaje para el programa Música para Viajar, en la terminal aérea. “Los chicos se presentaron el pasado 2 de noviembre en el aeropuerto, un escenario en el que lo han hecho también agrupaciones como la Filarmónica Juvenil de Bogotá, por ejemplo. Contamos con la suerte de que alguien de un colectivo artístico cubano nos escuchó, nos contactó y nos invitó al Festival, que arranca este miércoles”, relató Moya. El resto fue gestionar recursos.   «Como dice Calamaro,  la música es el territorio donde nada puede hacernos daño»  Ximena García   El programa ha apostado no solo como estrategia cultural, sino también como estrategia social, pues sus fundadores sostienen que al llevar música, literatura, teatro o danza hasta las veredas se combaten problemáticas como el consumo de droga y el mal uso del tiempo libre. Y tienen razón, a juzgar por lo que dice Ximena García, una de las jovencitas que hace parte de Mestizaje. “Es como dice Calamaro (Andrés Calamaro, cantante argentino). La música es el territorio donde nada puede hacernos daño”.