Ante la amenaza de una nueva guerra, los profesores de los pueblos rurales han tenido que desempolvar metodologías que parecían ya no ser necesarias para formar a sus estudiantes. Además de enseñarles sobre matemáticas, sociales y otras áreas convencionales, ahora están dando clases de prevención del reclutamiento. Hace un mes, Iván Márquez junto a Jesús Santrich, El Paisa y otros guerrilleros que abandonaron el proceso, hicieron un anuncio de rearme. Esto generó preocupación en las zonas rurales que han vivido un cambio, tras la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y la desmovilizada guerrilla de las FARC-EP.  

Atividades lúdicas extracurriculares para alejar a los niños y adolescentes de la guerra, hacen parte de la estrategia aplicada por los profesores en la ruralidad de Colombia. Los docentes también implementan el arte como herramienta pedagógica. © Diego Candelo Meza                                                         Una semana después del anuncio de Iván Márquez, empezaron a circular memes entre los estudiantes de la zona baja (norte) de Jambaló en los que se evidencia que grupos armados ilegales estarían reclutando menores. 746 estudiantes de las siete sedes de la Institución Educativa Marden Arnulfo Betancur están amenazados por esta problemática. Frente a esta realidad, la preocupación de los docentes los llevó a volver a viejas prácticas de prevención y concientización. “Les hablamos a los muchachos de la importancia de no involucrarse con eso porque esta guerra no es nuestra”, dice la profesora Ximena. El temor de los profesores es que tengan que volver a ponerse las botas para ir hasta los campamentos guerrilleros para dialogar con los comandantes y pedir que les devuelvan a los muchachos reclutados, algo que tuvo que hacer muchas veces Jesús Eduar Mosquera, rector de la Institución Educativa Marden Arnulfo Betancur junto a algunos de sus compañeros docentes.  

Los 'profes'  de la Colombia rural han encontrado en las manualidades, la lectura y los proyectos productivos de agricultura y ganadería una herramienta para que los estudiantes y sus familias no hagan parte de la guerra. Bien, evitando el reclutamiento de los menores o evitando que ellos y sus padres se dediquen a cultivar coca o marihuana. SEMANA RURAL presenta la historia de dos profesores que, desde lugares lejanos en Nariño y Cauca, han trabajado durante muchos años para que sus niños y adolescentes no se involucren en la guerra.     Te puede interesar: Conozca diez proyectos productivos de reincorporados de las Farc  

Estudiantes de la Institución Educativa Marden Arnulfo Betancur reciben formación en proyectos productivos alrededor del café, el tomate y otros cultivos que han motivado la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos. © Ximena Mosquera Los proyectos productivos de la profe Ximena  Cada ocho días, la profesora Ximena Mosquera viaja tres horas desde Popayán hasta la zona baja de Jambaló, Cauca, entre las veredas La Palma y Loma Redonda, para enseñar a estudiantes de séptimo grado de la Institución Educativa de Formación Integral Marden Arnulfo Betancur. Ahí, los niños y adolescentes aprenden a prevenir el reclutamiento de  grupos armados ilegales, pero también reciben herramientas para sustituir los cultivos de coca por prácticas agrícolas y ganaderas. La pedagogía que utilizan los docentes en Jambaló es distinta a la de la mayoría de los planteles educativos del país. Se ha centrado en la prevención y concientización frente al reclutamiento, además de una integración curricular basada en los proyectos productivos como una guía que define los planes de enseñanza-aprendizaje. Por ejemplo, en las clases trabajan en identificar qué les pueden aportar las distintas áreas convencionales a prácticas productivas como el cultivo de tomate y el café y la cría de ganado, cerdo y gallinas ponedoras.  

En la Institución Educativa existe también un cabildo escolar donde los estudiantes se forman para los retos comunitarios que tiene esta comunidad en la defensa de la tierra. © Ximena Mosquera Posteriormente, formulan proyectos productivos que involucran tanto a los estudiantes como a los padres de familia y esta ha sido una respuesta al problema de los cultivos ilícitos, un factor que ocasionaba deserción escolar porque los estudiantes, en lugar de estudiar, se dedicaban a raspar coca. Este proceso inició hace seis años con actividades artísticas y comunitarias. Los docentes encontraron en el arte una oportunidad para recordar a sus ancestros y a quienes han caído por la lucha de mantenerlos como comunidades unidas.   

Los niños y adolescentes de las zonas rurales de Colombia no solo aprenden sobre áreas convencionales, ahora también aprenden de agricultura, ganadería y cuidado del medio ambiente.  © Ximena Mosquera

Jambaló ya tiene la primera minga de muralismo. Hace una semana, estudiantes y profesores terminaron el primer mural en una de las paredes de la Institución Educativa. En él se hace homenaje a Marden Arnulfo Betancur, primer alcalde indígena de Jambaló, quien fue asesinado por la guerrilla en 1996.  Ximena asegura que las comunidades indígenas siempre han tenido presente resistir desde la memoria. “Pintamos para no olvidar el daño que nos ha hecho la guerra y presentamos películas como Los colores de la montaña porque refleja las cotidianidades que los niños viven y hacemos foros y conversatorios con nuestros estudiantes”. En los últimos años, Jambaló no ha sufrido fuertemente el problema de la guerra interna. Sin embargo, está en medio de municipios del Cauca como Caloto, Toribío y Miranda, zonas de conflicto agudo, y han vivido de cerca ese conflicto que ha alterado las dinámicas de los jambalueños. Uno de ellos ha sido el histórico rótulo de ser pueblo de guerrilleros. El trabajo de personas como la profesora Ximena Mosquera que, con acciones concretas como la promoción de proyectos productivos entre estudiantes y padres de familias, ha contribuido no solo a eliminar el estigma, sino a que aquellas familias dedicadas a la coca le digan no a ese cultivo y lo reemplacen por otros como el café.  

Recientemente, la comunidad jambalueña desarrolló la primera minga de muralismo. En esta ocasión hicieron homenaje a Marden Arnulfo Betancur, primer alcalde indígena de Jambaló, quien fue asesinado por la guerrilla en 1996. © Ximena Mosquera Desde hace varios años, en Jambaló también se inició un proceso de resistencia frente a los cultivos ilícitos. La profesora Mosquera asegura que “la comunidad ha sido juiciosa e hizo un proceso de limpieza territorial”. Hoy, las zonas de Jambaló con plantaciones de coca y marihuana son muy pocas, solo en dos veredas, de las 35 que tiene el municipio, se continúa con esta práctica.  

    «El papel de la Guardia Indígena ha sido importante en este proceso. Esta autoridad estableció retenes nocturnos en las vías de acceso a Jambaló y han quitado muchos cargamentos. Como la coca no podía sacarse del territorio, los traficantes tomaron a los jóvenes como potenciales compradores, entonces identificamos problemas de microtráfico en las instituciones educativas y es algo que, en menores proporciones, persiste» Ximena Mosquera, profesora.

Estudiantes tostando el café junto a sus profesores. © Ximena Mosquera Como respuesta a esas problemáticas, en las instituciones se conformaron los cabildos escolares, semillas de la guardia indígena, que integran los chicos que en el futuro serán los gobernadores, los Nej wesx (autoridades tradicionales) y los Kiwe Thegnas (control territorial). Los cabildos escolares hacen un control dentro de los planteles educativos y, con eso, llevan a los niños y adolescentes por un “buen camino”. Mosquera afirma que el anuncio de Márquez cayó en la comunidad como un balde de agua fría. Que se de en este momento de coyuntura electoral abre la posibilidad y da argumentos a las Fuerzas Armadas a que se militaricen las poblaciones rurales y es algo que esta población no quiere. “La idea es que en Jambaló no haya ningún actor armado, que la gente pueda vivir tranquila sin sentirse señalada, acá hay mucha gente buena. Así en el resto del país se diga lo contrario, en nuestro territorio sí ha sido efectivo el proceso de paz”, dice la profesora Ximena Mosquera.  

La estrategia de la Institución Educativa Marden Arnulfo Betancur recibió el apoyo del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC). Los grupos armados declaran como objetivo militar a quienes porten una chonta (bastón) o algún elemento que identifique al CRIC. © Ximena Mosquera   Te puede interesar: Propuestas para una educación rural integral   La profe Becha enseña a tejer futuro Hace 16 años María Quiñones llegó a La Loma, una vereda de Santa Bárbara Iscuandé (Nariño) ubicada a una hora, en canoa, de la cabecera municipal. La profe Becha, como es conocida María, les enseñaba a niños entre 8 y 12 años de la escuela de La Loma, pero constantemente recibía una visita que le generaba temor. Mientras les enseñaba a los niños de primero a quinto grado de primaria de esta vereda, los guerrilleros armados hasta los dientes se paseaban por los alrededores de la escuela y por los calados observaban lo que la profe Becha hacía en sus clases con sus estudiantes. Para esconder el miedo que le generaba la llegada de los guerrilleros a la escuela, la profe Becha les daba un giro a sus clases. Empezaba a hacer actividades lúdicas con los estudiantes para entretenerlos y que las miradas desde los calados no los desconcentrara, ella no quería que los niños establecieran contacto visual con ellos. “Habían integrantes de la guerrilla que tenían algún tipo de parentesco con los padres de familia. Entonces, en medio de las actividades que hacíamos, cuando ellos llegaban yo era muy cuidadosa en mostrarles a los niños el peligro al que estaban enfrentados. Ahí fue cuando plantee crear una estrategia extracurricular para tratar ese tema, pero la excusa era trabajar manualidades con los estudiantes, cuenta la profesora María Quiñones.  

«Había integrantes de la guerrilla (...), cuando ellos llegaban yo era muy cuidadosa en mostrarles a los niños el peligro al que estaban enfrentados» María Quiñónez, profesora en Santa Bárbara Iscuandé y El Charco (Nariño)  

La profe Becha fue profesora por más de 30 años, tiempo durante el que ha trabajado por el cuidado del medio ambiente. Aquí la profe en su casa con algunos de los productos que hacen sus niños con material reciclable. © María Quiñonez. La profe Becha comenzó por contarles a los niños que con botellas y tapas plásticas podían hacer cortinas, vestuario para actividades lúdicas, portalápices, materas, canastas y otros productos útiles. Incluso, con la concha del piacuil, un caracol pequeño que vive pegado a las raíces de los manglares, también podían hacer trajes típicos. “Yo me llevaba a los niños a la playa y les preguntaba por sus sueños y ese era el punto de partida para decirles: para que tú puedas lograr eso que tanto anhelas tienes que seguir estos pasos”, dice la profesora y agrega que esta estrategia la desarrolló en otras veredas como Chivatillo, La Filis y en la cabecera municipal de Santa Bárbara. Enseñaba sobre valores, les contaba las historias de sus ancestros y como la problemática del reclutamiento que hacían los actores armados ilegales se había agudizado, de una manera sutil les brindaba herramientas para su autocuidado. “Yo les daba consejos. Les esbozaba algo de buen comportamiento para que diferenciaran entre las cosas buenas y las malas, entonces ellos captaban mi mensaje y me contaban historias de compañeritos, amigos o conocidos que habían sido reclutados y que, incluso, ya los habían asesinado. Y ahí entraba nuevamente yo, diciéndoles que ese no era un buen camino, que había cosas mejores”, narra la profe Becha.     Te puede interesar: Raíces: una escuela que forma a jóvenes del Pacífico en incidencia ciudadana  

Los chicos del colectivo Dolientes del Medio Ambiente que dirige la profesora María Quiñonez, y de la Escuela de Liderazgo Juvenil Raíces de El Charco, participan de actividades en las que abordan temas para potenciar su proyecto de vida. © Diego Candelo Meza En 2007, la profesora María fue trasladada a La Filis, una vereda del Río Sequihonda, ubicada a 30 minutos, en canoa, de la cabecera municipal de Santa Bárbara Iscuandé. Sus estudiantes ya no solo eran de primaria, sino de bachillerato. En esta zona del municipio los actores armados ilegales intentaban cautivar a los menores para engrosar sus filas. Ella cuenta que a los chicos “los engañaban diciéndoles que les iban a pagar un millón de pesos cada mes y que eso iba a ser una ayuda para sus familias y había madres que estaban dispuestas a ceder”. Cuando la profe Becha se enteró de esa realidad empezó a decirles a las madres de los chicos que no aceptaran eso, que sus hijos iban a estar muertos en poco tiempo si se unían a esos grupos armados. La profesora María cuenta que el cuidado del medio ambiente siempre la ha motivado y lo lleva en su alma porque considera que tiene mucha relevancia para la vida del ser humano. Como respuesta a la problemática de reclutamiento que se empezaba a vivir en La Filis volvió a plantear la estrategia con las manualidades, esta vez con las madres de familia de esa vereda. Tejían sombreros con bolsas plásticas, crearon “La huertica casera”, en la que sembraban caña, plátano y plantas medicinales y creaban productos con botellas y tapas plásticas, como lo hacía con los niños de La Loma. En ese espacio empezó a hablarles de lo peligrosa que era la guerra y los concientizó en torno a eso porque había menores listos para convertirse en guerrilleros.  

Con el acompañamiento de la escuela Raíces, Dolientes del Medio Ambiente participó de una actividad lúdica. Los chicos debían crear una escultura con plastilina y representar algo que los identificara. Estas niñas crearon una cantante con un micrófono porque les interesa la música.  © Diego Candelo Meza «Permanecí cinco años en La Filis y con esa estrategia pudimos quitarle muchos niños y adolescentes a la guerra. Me gané un espacio en el corazón de esas familias, me veían de una forma especial en la comunidad y me seguían los consejos que yo les daba. Hoy esos chicos estudian en Tuluá y a veces me llaman, me escriben y me agradecen toda esa enseñanza» María Quiñónez

Las niñas de Dolientes del Medio Ambiente tejen productos con plástico. ©María Quiñonez  

Con botellas, tapas y bolsas plásticas, en los espacios de enseñanza-aprendizaje de Dolientes del Medio Ambiente elaboran productos que son utilizados en actividades lúdicas, académicas y culturales. Las manualidades son utilizadas para reinados, dramatizados y para decoración. © María Quiñónez Actualmente, la profe Becha vive en El Charco (Nariño), no ejerce la docencia, pero no ha dejado de trabajar por el cuidado del medio ambiente. Hace cinco meses juntó a 40 niñas entre 8 y 16 años de las cuatro instituciones educativas de la cabecera municipal con quienes creó Dolientes del Medio Ambiente en ese municipio, un colectivo en el que se replica la estrategia de creación de productos con material reciclable. Paralelo a las manualidades, tienen actividades de lectura en las que profundizan en compresión de textos. Así, contribuyen a superar esta debilidad de los niños de esta región que, según la profesora, no tienen hábitos de lectura.   La profesora María afirma que las instituciones oficiales y organizaciones no están interesadas en trabajar estos temas. Por ejemplo, dice que hay mucha invisibilidad por parte de los Consejos Comunitarios que ni siquiera han incluido el tema del medio ambiente como prioridad para los pueblos de esta región del departamento. Sin embargo, continúa trabajando en su propósito de concientizar a la población para que no siga desarrollando prácticas contaminantes.  

Actividades lúdicas que desarrollan los chicos de Dolientes del Medio Ambiente con el apoyo y orientación de la profesora María Quiñónez. © Diego Candelo Meza «En el río Iscuandé, después de un trabajo de muchos años, la gente es muy educada ambientalmente y aunque no ha habido reconocimientos para ese trabajo, me satisface mucho lo que se ha avanzado y logrado para nuestros pueblos y para nuestro territorio».