DIPLOMACIA
António Guterres, a la cabeza de la ONU
El nuevo Secretario General es un político conciliador, un diplomático ambicioso, un defensor de los refugiados.
Que António Guterres llegue a la Secretaría General de las Naciones Unidas en este preciso momento no es un accidente. Más que nunca, se necesita un hombre capaz de resolver conflictos complicados y, en especial, dos nudos gordianos internacionales: la crisis de refugiados en Europa y la guerra de Siria. Para estos el antiguo alto comisionado para los refugiados de las Naciones Unidas (Acnur), un personaje que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad consideran neutral, era el candidato perfecto. Y como suele suceder en estos casos, la pregunta pertinente es qué tantos cambios representará su llegada en el desempeño de la máxima instancia multilateral del mundo.
La respuesta implica conocer el talante profesional de António Guterres. Como alto comisionado para los refugiados, el diplomático portugués fue un elocuente vocero de las víctimas de la crisis humanitaria causada por el éxodo de refugiados de Oriente Medio. Desde 2012, antes de que Europa se percatara del torrente de migrantes que se le venía encima, Guterres había expresado en varias cumbres internacionales su preocupación por este problema. Incluso antes, desde cuando empezó su vida pública como activista asistiendo a las víctimas de las inundaciones de Lisboa de 1976, su enfoque siempre fue la asistencia social, algo que ratificaría durante sus siete años como primer ministro de Portugal. No sería pues una sorpresa que el foco principal de su secretaría radique en atender la crisis de los refugiados.
Por otro lado, Guterres tendrá que enfrentar los conflictos internacionales que siguen sin salida. Como le dijo a SEMANA Martin Edwards, director del Center for United Nations and Global Governance Studies, “el mayor reto de Guterres es recuperar la importancia de la ONU en la resolución de problemas mundiales. La voluntad de algunos países de acudir a la ONU se ha visto golpeada en los últimos años”. Esto es particularmente cierto para el caso de Siria. Bajo la secretaría de Ban Ki-moon las Naciones Unidas quedaron con una deuda pendiente en este tema. Los diálogos entre Estados Unidos y Rusia fallaron estrepitosamente y hoy la región parece más lejos que nunca de una salida negociada.
En cuanto a Colombia, no es probable que Guterres le dé la espalda al proceso de paz. El portugués está bien familiarizado con la guerra colombiana, pues vino varias veces cuando se desempeñó a la cabeza de la Acnur y por su carácter latino es más cercano a los dramas de la región. Además, solucionar el conflicto más largo en el mundo sería para Guterres la gran victoria que le fue esquiva a su antecesor. Como dijo Edwards, “el plebiscito y el Premio Nobel de Paz arrojaron una mayor atención sobre el proceso de Colombia y la esperanza de forjar una paz duradera en este país sería algo demasiado importante para Guterres. Seguro que intentará ayudar en este aspecto”.
El único pero sería la complicada agenda con la que llega Guterres en la que sobresale el drama de Oriente Medio, más afín a su enfoque en dramas humanitarios. Además, Guterres llega con otra realidad distinta a la de su predecesor, pues mientras a Ban le tocaron las negociaciones de La Habana, a Guterres le tocará un proceso estancado por el resultado del plebiscito. En este sentido sería importante que el país destrabe rápidamente el proceso para no perder momentum con el apoyo internacional.
De todos modos, en concepto de Edwards y de otros analistas, es casi seguro que el proceso colombiano seguirá ocupando un lugar importante en la secretaría de Guterres. “El habla con todo el mundo, escucha a todo el mundo, creo que es una gran elección”, declaró a la prensa el embajador ruso ante las Naciones Unidas, Vitaly Churkin, y eso que su delegación fue la que más se opuso inicialmente a nominar al portugués. Y es que pocos dudan que este fue la mejor elección para la ONU. Habrá que ver si para Colombia lo es también.