ARTE

15 artistas locales que no debe perder del radar después del Salón Nacional de Artistas

ARCADIA recomienda quince artistas colombianos que participaron en el 45 Salón Nacional de Artistas, 'El revés de la trama', que culmina esta semana en Bogotá. Un breve abanico que va desde el arte sonoro y la escultura expandida, hasta el 'performance' y la fotografía.

29 de octubre de 2019
Alejandro Díaz Penagos en su 'performance' 'Los trigales', en Espacio Odeón, durante el 45 Salón Nacional de Artistas.

ADRIÁN GAITÁN

(Cali, 1983)

Las imágenes, materias primas y situaciones que usa Gaitán refieren a espacios domésticos fácilmente reconocibles por el público general. Sin embargo, un análisis cercano de su trabajo posibilita lecturas más complejas que cuestionan la manera en la que establecemos criterios de valor sobre las cosas. Repetidamente, en sus esculturas aparecen elementos de mobiliario como pianos de cola, alfombras persas y candelabros construidos con materiales recolectados de las calles y transformados para analizar críticamente las nociones del buen gusto y alta cultura.

JULIANA GÓNGORA

(Bogotá, 1988)

“Observadora del musgo entre los ladrillos y de los poderes minúsculos. Trabaja con materiales primitivos y orgánicos: tierra, sal, hilos de araña, granos de arena, piedras, vidrio. Colecciona condiciones escultóricas: fuerza, sutileza, presionar, esperar, suspender, humedecer”. Así se describe esta artista bogotana, cuya obra Ensayos sobre la fe, con la que participó en el 45 SNA, dispone metódicamente de más de 300 granos de arena sobre un hilo de más de seis metros de largo hecho de telaraña que ella misma recogió en las montañas y que luego hiló hasta conseguir esa longitud con la resistencia necesaria. El trabajo minucioso es una de las características fundamentales de la labor de esta artista que busca (y encuentra) en aquello que se hace con las manos —despacio y con sumo cuidado— comprender lo más humano, eso que tiene que ver, precisamente, con la vida y la muerte: con el vivir y el morir presentes en todo lo que hacemos.

JULIETH MORALES

(Silvia, 1992)

Para alguien que creció al interior de la comunidad Misak, de Silvia (Cauca), salir a estudiar arte en Popayán fue una experiencia radical que la interrogó sobre las normas de su tradición, tanto en lo que más le inquieta como en todo aquello que, al ser revisado desde afuera, recobra su valor. En el trabajo artístico de Morales, este proceso ha tenido que ver, más que nada, con revisar las prácticas y obligaciones que configuran el hecho de ser mujer entre las misak.

En Srusral Mora Kup, la obra que exhibió en el 45 SNA, invitó a las jóvenes de su comunidad a realizar un performance de hilado colectivo, en un diálogo silencioso de hondo sentido político. Na muy pirø wan Wøtøtrantrap, trutøkømø srøtøpa ha sido uno de los resultados de su investigación-diálogo con su abuela, materializado acá en un tejido que recoge todas las “listas”, líneas de color que marcan las faldas de cada familia del resguardo de Guambía.

ALEJANDRO PENAGOS DIAZ

(Bogotá, 1988)

Penagos Díaz es un artista de las artes vivas interesado en las etnografías ficcionales, las taxonomías barriales y la capacidad que tiene un cuerpo para convertirse en un lugar o volverse un espacio. Forma parte de los colectivos House of Tupamaras y Street Jizz. Durante el 45 SNA, en su acción Los Trigales, cinco figuras travestidas de objetos atiborrados aparecían en diferentes espacios, como acumulaciones en cuerpos que diseñan coreografías mudas y monstruosas y a la vez extrañamente familiares, evocando poéticas urbanas bogotanas, costumbres artesanales excesivas. 

DAVID MEDINA

(Valledupar, 1974)

Medina nació en Valledupar, creció en Maracaibo y vive en Bogotá. En su obra hay una pregunta incesante por el origen del lenguaje y su efecto en nuestro pensamiento. El artista formula experimentos que estiran las tensiones entre lo natural y lo artificial, desparramándose en libros, pantallas e instalaciones basadas en sonido, tiempo real y software generativo, para explorar la arbitrariedad de los métodos científicos y artísticos, la producción del sentido y la traducción como medio expresivo. Sus obras parten de un juego de reglas ejecutadas automáticamente por la máquina, que ponen en evidencia la desmesura de la producción algorítmica, el desplazamiento de la autoría total y lo potencialmente infinito. Para el 45 SNA, en De la palabra sol al sol hay un movimiento que enceguece, creó una pequeña biblioteca de libros autogenerados por software que parten de Cien años de soledad en juegos que evidencian los bordes difusos del lenguaje y un coro de voces maquinales que intentan seguir el peregrinaje del sol.

PEDRO GÓMEZ-EGAÑA

(Bucaramanga, 1976)

En el trabajo de Gómez-Egaña —hecho a partir de esculturas, instalaciones envolventes, piezas fonográficas y películas, usando medios como la actuación, el texto y las obras sonoras— resulta fundamental el aspecto performativo de la escultura, a la cual presenta como objetos dinámicos y animados o bien como ambientes teatrales que transmiten su interés por la tecnología y cómo esta influye en la manera en que sentimos y entendemos el tiempo. The Tristan Chord, la pieza que exhibió en el 45 SNA, es un esqueleto de dinosaurio de papel cuelga como si fuera una pieza en un museo de historia natural. Todos los días, a cierta hora, cae lentamente al suelo mientras su cuerpo frágil acumula lesiones y deterioro. Una y otra vez se cuelga y se cae, creando una coreografía que el artista documenta en dibujos que van conformando un archivo. Con esta obra, el artista nacido en Colombia y residente en Noruega, busca reconstruir ejemplos históricos de la industrialización, presentándolos como encantados y vulnerables.

JUAN CORTÉS

(Bogotá, 1989)

El trabajo de Cortés transita entre la instalación, las grabaciones de audio y las piezas de concierto, con los que se acerca a las tramas o redes que entrecruzan el arte, la ciencia y los procesos educativos. Supralunar parte de los descubrimientos de la astrónoma Vera Rubin sobre la relación entre la materia oscura y el movimiento de rotación de las galaxias. La obra propone un acercamiento poético a la materia oscura, visualizando esta entidad extraña que, según los científicos, aglutina galaxias enteras, aunque aún no la podamos ver o detectar. Al apoyar un ojo contra la lente, los huesos del cráneo amplifican el sonido de los engranajes electromecánicos internos y la frecuencia de las luces crea una simulación de la morfogénesis de una galaxia. Paradójicamente, la construcción de Supralunar, reminiscente de un reloj antiguo, nos permite comprender, a través de la mecánica clásica, un fenómeno delineado en las teorías abstractas de la cosmología moderna.

NÉSTOR MARCELO GUTIÉRREZ

(colombiano nacido en Sobral, Brasil, 1980)

Gutiérrez ve el mundo como una sucesión de escenarios de todo tipo de escalas, donde los objetos, más que estar, se presentan, pesan, descansan sobre alguna superficie y tienen mucho por decirnos. Hacer arte para él es, entonces, un ejercicio narrativo de dirección: los escenarios se recrean o se intervienen y los objetos se ubican uno al lado del otro cuidadosamente para generar nuevas asociaciones y relaciones. El resultado es un trabajo que se manifiesta en pinturas, instalaciones, performances y poemas que se mueven entre lo abstracto y lo figurativo como si tal diferencia no existiera, en un ir y venir entre el sentido y el sinsentido empujado por una inevitable intuición. En el 45 SNA presentó una intervención, Comunicaciones y competencias, y un performance frenético en la Cátedra Performativa, Dar la cara.

ADALBERTO CALVO

(Barranquilla, 1993)

El trabajo de Calvo se caracteriza por tratar temas como el patrimonio arqueológico y la planeación territorial, así como la minería, y la formas como esta modifica el paisaje. La serie de dibujos, óleos y acuarelas que presentó durante el 45 SNA, Asedio, tiene como eje central el presente distópico del paisaje urbano y rural de Barranquilla y sus alrededores. A partir de la forma de pensar y construir la ciudad de los europeos en América, la cuadrícula y la costumbre de colocar los templos espirituales sobre templos de las culturas oprimidas, Calvo crea escenarios imaginativos en los que las figuras precolombinas flotan encima de la ciudad de Barranquilla, en una especie de invasión espacial.

SOFÍA REYES

(Bogotá, 1982)

En su obra, Reyes propone un escape a las realidades cotidianas, valiéndose de imágenes ligadas a su subjetividad y abordando lo autobiográfico como una narrativa generacional. En distintos trabajos y a partir de imágenes y videos tomados de la red, la artista bogotana ha construido una especie de imaginario visual de la sensación de fracaso. Bala, la videoinstalación que exhibió durante el 45 SNA, muestra las caras de personas perdidas, tristes, desoladas, en ningún caso sabemos el contexto, simplemente se repite una y otra vez. La circulación de este tipo de imágenes plantea una pregunta por la forma en la que un sentimiento privado se hace público y, por lo tanto, colectivo: compartido para que cualquiera lo vea. Esto produce a la vez una sensación de empatía y de incomodidad frente a la repetición de algo que parecería singular e íntimo, pero que, al contrario, resulta ser un síntoma común.

CARMENZA BANGUERA

(Cali, 1991)

La obra de la artista caleña reflexiona con humor ácido sobre las políticas de identidad de los afrodescendientes en una ciudad como Cali. El humor es fundamental en el trabajo de esta artista que evita todos esos clichés que reducen los cuestionamientos al racismo estructural a una única línea identitaria. Su serie de tres esculturas, en las que un personaje dibujado sobre un helado de chocolate se derrite, consigna sintéticamente la crueldad y el drama de enfrentar la mirada racista blanca, aparentemente ingenua, con la experiencia de quien es así mirado. Mi negrito, la pieza que expuso en el 45 SNA, presenta un set de colores (acrílicos, acuarelas y crayones) con los diversos tonos de los colores de la piel de los afrodescendientes que cuestiona la idea de los lápices “color piel”.

ALBA FERNANDA TRIANA

(Bogotá, 1969)

La práctica artistica de Triana se enfoca en la exploración de la inteligencia inherente de la naturaleza. Sus obras (concebidas musicalmente y que incluyen instalaciones interactivas, espacios de resonancia, esculturas de sonido y luz y objetos vibrantes) son híbridas y cruzan las fronteras de diversos campos. El diseño y funcionamiento de la pieza Música en una cuerda templada n.º 2 (luz reflejada), que exhibió durante el 45 SNA, evocan la tradición de los instrumentos de cuerda. Un parlante emite un sonido inaudible para el oído humano, que se revela a través de la vibración de una cuerda. Luego, la cuerda es iluminada por una proyección que, a su vez, revela los elementos de la luz y su refracción natural. Triana ha compuesto una pieza musical que despliega sus motivos lentamente como mantras, que requieren de suma disposición y atención para adentrarse en estado meditativo que proponen. Este aparato, como muchos otros proyectos de la artista, proviene de un laboratorio transdisciplinario en el que coincide un amplio grupo de colaboradores. 

JESSICA MITRANI

(Barranquilla, 1968)

Mitrani trabaja en cine y performance, empleando narrativas lúdicas y tropos psicoanalíticos para investigar la construcción social y estética de lo femenino. En el 45 SNA presentó dos videos proyectados en caras opuestas de una misma pantalla. El video Visita una planta fue reeditado a partir de la pieza multimedia Traveling Lady (2014) y Quisiera reencarnar en palmera se plantea como una especie de prisma en el que aspectos de afrofuturismo revelan su inevitable influencia en el tiempo y en el espacio. Para Mitrani la resonancia con el afrofuturismo como expresión de tiempo no lineal se arraigó a partir de sus experiencias con Iboga, planta originaria de África que, según el mito y la, tal vez, no-tan ciencia ficción, fue dejada en la tierra por seres de las estrellas para desencadenar estados de consciencia cósmicos. El formato de la pieza incorpora videoclips, textos y un playlist que alude a la experiencia fragmentada del collage.

VALERIA GIRALDO

(Manizales, 1989)

A través de instalaciones, esculturas, videos, dibujos e intervenciones, Giraldo crea sistemas que se acercan intuitivamente a la complejidad de, por ejemplo, la naturaleza o las relaciones humanas. El ritual de la marea, la pieza con la que participó en el 45 SNA, es una instalación que surge del impulso de manipular una de las constantes que nos hacen sentir el peso de lo infinito, recurriendo a la figura de mayor importancia en nuestra galaxia: el sol. Por medio de una exploración plástica que podría remitir a efectos especiales para películas serie B, la artista manizalita hace videos —que luego manipula digitalmente— de escenografías con materiales cotidianos, recreando procesos físicos/atmosféricos de un atardecer/amanecer. Se trata de un proyecto híbrido que reflexiona sobre la manipulación física y digital de procesos naturales que muchas veces no comprendemos, y la posición de la tecnología y sus pretensiones de imitación, eternidad y utilidad (o inutilidad), recordándonos nuestra pequeñez.

ANDREA TRIANA

(colombiana nacida en Caracas, 1980)

Aunque estudió publicidad y trabajó mucho tiempo en actividades relacionadas con lo audiovisual, lleva años dedicada a los libros. Creadora de Jardín Publicaciones, socia de Salvaje libros y cocuradora de las secciones de Libro de Artista de ARTBO, lleva años tomando fotografías de una gran sobriedad que hacen pensar en un mundo en el que los paisajes urbanos resultan al mismo tiempo inhóspitos y bellos. La serie incluida en Buenos días, tristeza muestra individuos perdidos en su entorno, rastros de convivencias, momentos fugaces y cotidianos que resuenan misteriosamente.