Arte y Protesta
Abre en Chile el Museo del Estallido Social
Decenas de murales y grafitis que cubrieron las calles de Chile durante las protestas de octubre de 2019, y la enorme réplica de un perro callejero, ícono del movimiento, forman parte del Museo del Estallido Social, que abrió sus puertas este mes en Santiago.
Con las manifestaciones que arrancaron en Chile el 18 de octubre del año pasado, emergió un potente movimiento cultural que tuvo como vitrina principal las calles de la capital. Diversos artistas representaron en murales y grafitis la ira acumulada durante años de inequidades sociales, pero también la esperanza por un futuro mejor.
Un año después, con la mayoría de este arte callejero ya borrado de las paredes, se inauguró el Museo del Estallido Social, a pocas cuadras de la emblemática Plaza Italia de Santiago, rebautizada por los manifestantes como Plaza Dignidad, epicentro de estas masivas protestas sociales.
“Quisimos generar este espacio para dejar en evidencia lo que se ha expresado en las calles en diversas manifestaciones. Exhibimos fotografías e intervenciones artísticas que responden a las distintas demandas sociales”, explicó a la AFP el artista visual y museólogo, Marcel Solá, quien reunió a 70 artistas para que volvieran a reproducir los murales. También recopiló objetos usados durante las protestas.
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En las paredes de este museo volvieron a emerger emblemáticas obras que fueron apareciendo durante las protestas, por ejemplo, la que muestra al expresidente socialista Salvador Allende con una chaqueta con flores de colores y sus dedos formando un corazón, o la de un enorme ángel blanco con mascarilla en la boca y la palabra “dignidad” en su cabeza.
En medio del salón sobresale la réplica gigante, construida por el propio Solá, del fallecido perro callejero llamado “Negro Matapacos”, que con un pañuelo rojo en el cuello defendía a los estudiantes de la policía y, debido a su valentía, se convirtió en un símbolo de esta revuelta social.
Las manifestaciones sociales dejaron más de un treintena de muertos, miles de heridos y enormes daños al comercio y al mobiliario público. Un año después, y tras meses en los que la pandemia detuvo las protestas callejeras, se celebró el plebiscito que decidió -por una abrumadora mayoría de un 80 por ciento- el cambio de la Constitución heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), una de las principales peticiones del movimiento.
‘Como en casa’
El museo abrió al público a principios de noviembre y debido a las medidas sanitarias por el coronavirus funciona cuatro horas diarias. Recibe, en promedio, unos 150 visitantes cada día.
Muchos de ellos son manifestantes que se emocionan con las proyecciones de videos de las protestas, con intervenciones artísticas como “Un violador en tu camino” del colectivo feminista LasTesis, o que recuerdan a las 460 personas que sufrieron heridas en los ojos por la represión policial.
“Me gustó el calor que sentí al llegar al museo. Era como estar en casa. Me trasmitió muchos recuerdos y un poco de pena”, contó Pedro, un músico de 24 años que recordaba con nostalgia las protestas.
“Sentí que era como una recolección de las cosas en las calles, pero en términos muy artísticos. No sentí la traducción de las peticiones de la gente”, opinó, por su parte, Mailen, una vendedora de 27 años.
Entre los objetos resaltan los escudos de metal fabricados por la llamada “Primera Línea” conformada por jóvenes encapuchados, que armados con palos y piedras se enfrentaban a la policía en las protestas. Para algunos fueron héroes de las manifestaciones, mientras que para otros eran solo vándalos.
En el museo se exhiben también fotos de encapuchados y una escultura de una mujer con el torso desnudo sobre las latas de gas lacrimógeno lanzadas por la policía para dispersar las manifestaciones.
Tres tótems que representan los pueblos indígenas mapuche, diaguita y selknam fueron rescatados desde la Plaza Italia y son también exhibidos en el museo.
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