Arte
“Botero, 60 años de pintura”
En 67 obras, esta exposición muestra casi toda la carrera artística del pintor colombiano. Al hacerlo, deja ver dos características del artista paisa que han definido la totalidad de su trabajo.
Desde el pasado 17 de septiembre, los madrileños pueden ingresar al imponente Palacio de Cibeles, y explorar el universo artístico que Fernando Botero ha construido durante algo más de 60 años.
En ese universo, que los curadores de la exposición dividieron en siete capítulos, no sólo resalta la viveza del color y la exageración del volumen, sino la coherencia estética del artista y -con óleos como Rubens y su mujer (2005) y Los Arnolfi según Van Eyck (2006)-, su amor por el arte y su historia, y su profundo conocimiento de la materia.
Según Botero, cualquier persona puede aprender a pintar. Pero el artista nace, y el nació artista. Siempre lo supo. Y esa convicción, sumada a su manera de entender el arte y su filosofía, han marcado su obra hasta los tuétanos.
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“Sin estilo propio un artista no existe,” dijo en la entrevista que le hizo Cristina Carrillo de Albornoz con motivo de esta esta retrospectiva, la más grande que se le ha hecho en España. “Todos los buenos pintores han conseguido crear un estilo coherente con sus ideas. Si de algo estoy feliz, es de haber encontrado un estilo propio. Una visión de mundo que antes no existía y que soy yo, porque yo lo hago.”
Botero encontró su estilo en 1957, mientras pintaba “Naturaleza muerta con mandolina”. “El hueco de la mandolina lo hice muy pequeño y comencé a preguntarme por qué ese detalle desproporcionado otorgaba otras dimensiones al cuadro. El contraste entre las formas generosas y monumentales exteriores y los exagerados pequeños detalles producían un mundo original único.”
Ese mundo original único está en constante diálogo con los mundos originales y únicos de los grandes maestros de la historia del arte que se ha dedicado a estudiar: Velázquez, Vermeer, Goya, Matisse, Piero della Francesca, Caravaggio, Zurbarán, Giacometti, Picasso, Il Giotto, Rubens, Holbein, Ingres, Brueghel....
Su tema es Colombia, siempre ha sido Colombia, dice. “Allí la naturaleza exuberante, el amor, la sensualidad, la política y los estamentos del poder son temas que dan forma a la historia… Al pintar he buscado en mi memoria tales cosas.”
Sin embargo, para él, arte y realidad son dos universos distintos. Su estilo y sus colores, más que hablar de la riqueza natural y cultural de Colombia, son su aporte al histórico juego de la pintura con el volumen. A comienzos del XX, el cubismo de Braque y de Picasso, aplanó los lienzos. Pocas décadas después, Botero los llenó de volumen.
“Siempre he pensado que no se puede ser prisionero de la dimensión real. Hay que dejar libre a la pintura,” le dijo Carrillo de Albornoz.
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