Arte
“Cinta amarilla”: Beatriz González expone sus últimas obras en Galería Casas Riegner
Visitar una exposición de arte en esta época tiene su magia. Las salas están prácticamente vacías y la experiencia del espectador con la obra es mucho más íntima. Actualmente, la galería bogotana exhibe una serie obras realizadas por Beatriz González durante la pandemia.
Beatriz González tiene 82 años y no ha parado de hacer arte. A través de sus obras sigue expresando sus agudas reflexiones sobre la situación actual del país y del mundo, y explorando y desarrollando sus procesos creativos.
Ambas cosas se hacen evidentes al recorrer Cinta amarilla en Galería Casas Riegner.
Las obras expuestas fueron creadas durante 2020, y le hablan al espectador del momento que estamos atravesado. Sobre Cinta amarilla -gran protagonista de la exposición- dice la artista: “cuando yo hago la cinta indico que hay un peligro que amenaza al país.”
La obra son rollos de cinta que la artista mandó a hacer en una de las fábricas que los produce para empresas constructoras y de reparación vial, y a los que les mandó imprimir cuatro de los motivos de sus famosos cargueros.
“Yo creo que el país en este momento está en un peligro mucho más grande. Está participando de un peligro mundial. Me parece oportuno advertir la noción de peligro,” dice la artista al ser entrevistada por Catalina Casas, directora de Casas Riegner
González comenzó el proceso de creación de Cinta amarilla en enero de 2020. “Cuando empezamos a hacer la obra, nunca sospechamos lo que iba a pasar en el país. Colombia siempre está en peligro, pero ahora está participando en uno mundial.”
La idea de Cinta amarilla le vino mientras revisaba su colección de fotografías, actividad que realiza con frecuencia. Su archivo está compuesto por varios archivos: “tengo una colección cercana, otra más antigua y una que suelo tener a la mano.” Mirando esta última encontró una foto de unos cargueros -dos personas cargando un cadáver-, y delante de ellos aparecía una cinta amarilla. “Inmediatamente pensé: eso es lo que yo quiero hacer.”
Yendo a visitar su obra Auras Anónimas, pintada en los columbarios del Cementario Central de Bogotá, la artista volvió a encontrarse con esa yuxtaposición entre la cinta amarilla y los cargueros.
“La sensación que dio lugar a la obra Cinta amarilla ocurrió en el cementerio un día que fuimos y no nos permitieron el acceso porque era negado cualquier intento de recorrer los cuatro columbarios por la cinta amarilla. Además, había mucho viento. Trepidaba el viento en esas cintas amarillas que nos impedían el paso,” recuerda.
“La cinta amarilla paraliza a la gente, impide que tenga acceso a ciertos sitios y anuncia que hay peligro. Ahí entendí que mi obra debía ser una cinta impresa y no solamente una serigrafía.”
En la conversación entre Catalina Casas y Beatriz González -que viene en el folleto de la exposición que entregan a la entrada de la galería-, la artista y la galerista resaltan dos aspectos de las obras de la exhibición, y de su relación con trabajos anteriores de González.
El primero, es la importancia de la silueta en la obra de la artista. “Hay una cosa que me parece significativa: cómo en mi proceso todo se fue convirtiendo en siluetas. Por un proceso mental, las figuras se fueron simplificando de una manera extraordinaria. Me encanté con las siluetas... Se han vuelto importantes en mi trabajo.”
Las siluetas de González son expresivas. Basta la forma para ver el titánico esfuerzo físico que hace la figura, o para intuir la profunda tristeza con la que vive, y que lo encoge, lo dobla.
El segundo aspecto que resaltan, es lo mucho que Cinta amarilla (2020) tiene en común con obras como Diez metros de Renoir (1977) y Decoración de interiores (1981). En las tres piezas la imagen se repite una y otra vez. “Es la obsesión con el continuum que me ha asistido toda la vida desde que tenía cinco años y vi una gaseosa Leona con el sello pintado con la misma botella. Me llamaba mucho la atención la botella con el sello de la botellita, es decir, la botella con la botellita.”
Desde Diez metros de Renoir, González tuvo la idea de manipular esas obras en serie -así fueran óleos como en el caso del que repite el famoso Moulin de la Galette de Renoir- como si fueran telas de Fabricato, y “venderlas por centímetros de ancho; si una persona quiere tres centímetros, se le cortan y si quiere 20 o 150, también.”
Desde el principio la artista sugirió hacer algo similar con Cinta amarilla: venderla en pedazos de 110cm. Casas interpretó la decisión como una “democratización del arte” o “un acto de irreverencia hacia el mundo del mercado del arte.”
González le respondió: “Mi papá decía que debíamos ser demócratas. Pienso que el objetivo de estos sistemas de vender por metros o centímetros es darle acceso a la gente. Cuando hicimos las siluetas que vendimos en tu galería, cualquier persona de repente se encontraba con una silueta que valía $50.000 pesos. Eso realmente era una satisfacción para mí pues fui educada en la democracia.”
P.S: Antes de salir, en el segundo piso hay una obra de Luis Roldán que bien vale la pena ver, especialmente en este momento. Se titula Respiraciones (2013-2014) y habla de los flujos de aire de la respiración y de los ventiladores mecánicos. “Los ventiladores mecánicos modernos, aquellos dispositivos que asisten o reemplazan el proceso de respiración normal de una persona, ofrecen una representación gráfica de todas las presiones y flujos que convergen en ese momento. Los diagramas, desfilando por la pantalla de derecha a izquierda, establecen una cartografía de las formas en que entra y sale el aire de un ser humano.”
*Galería Casas Riegner se puede visitar agendando una cita previa. Está abierta de lunes a sábado de 9am a 6pm. Más información en la página de la galería.
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