Coyuntura

Vivir (y sobrevivir) por el arte

Emprender en cultura era una apuesta arriesgada, pero, hasta la llegada de la pandemia y de la crisis, el sector parecía vivir un gran momento. ARCADIA le toma el pulso a la situación hablando con algunos cines independientes y teatros bogotanos.

11 de mayo de 2020
Bernardo García en las tablas.

En los últimos años, Bogotá ha visto el nacimiento de apuestas culturales que oscilan entre los arriesgado y lo soñador. Librerías, salas de cine independientes, salas de teatro, algunas de las apuestas que se convirtieron banderas de la cultura citadina.

Hace 6 años, Salomón Sihmon creó Cine Tonalá, una sala de cine en la que el cine colombiano, independiente y de autor tendrían un espacio. Por sus salas han desfilado muchas producciones, y este año se proyectaba como uno de los mejores cuando el golpe llegó. El 14 de marzo cerraron sus puertas frente a la amenaza vertiginosa y mortal del coronavirus. 

Desde entonces, sus 25 empleados han estado en un limbo. Por más que Salomón ha hecho lo que está a su alcance, sus ingresos están por debajo del 30 por ciento. 

Para hacer frente a la situación, primero lanzaron un llamado. Le pidieron a las personas ideas de cómo sobrevivir. De esta copiosa lluvia de ideas salieron cinco: el botiquín de primeros auxilios llamado Tonalá Resiste.

La primera medicina: el regalo de algunos productores y directores que les dieron sus producciones gratuitamente por un tiempo para que las proyectaran por medio de la plataforma Mowies. En esta, las personas pueden comprar las producciones y verlas desde su casa.

La segunda cura, dirigida para los amantes de la oferta gastronómica que estaba disponible en el cine. Ahora, se puede ordenar a domicilios. Esto ha permitido que entre 9 y 10 personas trabajen a diario.

También abrieron un crowdfunding en Vaki para que cada persona pueda aportar desde su capacidad. Así mismo se pueden encontrar bonos para redimir en el futuro. “Uno de los bonos incluso permite que la gente ingrese gratis todos los días del año al cine”, explica Salomón Sihmon.

Las dos curas que falta mencionar se han implementado con el tiempo. De acuerdo con Sihmon, “son las medidas más desesperadas”. Se trata de “Bailando con Kubrick”, una serie de fiestas por Zoom en las cuales participarán artistas invitados.  De la última no quiso hablar tanto, prefirió rodear de misterio la iniciativa llamada: “Salvemos todas las historias”. 

La situación es insostenible por mucho tiempo. Entienden, por supuesto, las medidas del gobierno, pero necesitan un salvavidas si la cuarentena se extiende y ellos no puede abrir.

Así como Cine Tonalá, el Teatro Petra, también lucha por sobrevivir, cuando parece que todo está en su contra. Fabio Rubiano, su fundador entiende que la situación exige virtualidad y, por más que ellos se adapten en medio de la circunstancia actual, la gente eventualmente volverá. “El arte es parte de las personas, ese contacto con otros, esa experiencia no se puede reemplazar”, dice Rubiano. Y para cuando vuelvan, ellos estarán preparados. 

Dentro de las alternativas que han planteado para sobrevivir están algunas a las que se habían acercado de manera tímida y de las que ahora depende su ingreso: talleres de dramaturgia y storytelling, así como la venta del la novela gráfica Labio de Liebre. También han montado obras de temporadas pasadas y han creado un podcast. Esto, más las donaciones, los tienen funcionando al 15 por ciento. De acuerdo con Rubiano, ellos se enfrentan a dos problemas, uno es la falta de ingresos y el otro es no poder producir y crear. Para Rubiano, el problema de inversión histórica deja ver sus profundas huellas en este momento pues la industria es muy vulnerable.

En este momento, el Teatro Petra está tomando todas las medidas a su alcance para no despedir a ninguno de sus 27 empleados, un préstamos de 50 millones de pesos les dio un respiro que no llegará a fin de mes.

Con respecto a la debilidad del sector cultural, Ramiro Osorio, director del Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo, explica que es uno de los síntomas de una enfermedad que corroe profundamente a la industria.

Este teatro es público y pertenece a la red de teatro públicos de Bogotá. Sus ingresos provienen en parte del sector privado y del sector público, así como de boletería y patrocinios. Este año iban como otros, con cifras de ventas muy buenas hasta que sus puertas cerraron. 

Si bien el teatro aún no ha tenido la necesidad de pedir préstamos y ha podido reprogramar parte de sus eventos, esto es una radiografía del ahora. 

Osorio recalca que la pandemia ha demostrado que el arte es fundamental para vivir y no es simplemente accesorio. Para él, este momento presente una gran oportunidad para replantear la inversión y el consumo en cultura.

Todos estos bastiones de la cultura el Bogotá (y muchos más) se resisten a morir. Para ellos la cultura y el arte son tan importantes como la comida misma... son alimento para el alma. Todos han preparado protocolos para abrir sus puertas tan pronto como sea posible que las personas, como debe ser, puedan volver a sus espacios y sentir de primera mano el impacto profundo del arte.