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Detalle de 'El jardín de las delicias' (ca. 1500-1505) de El Bosco.

Historia del arte

En defensa de la imaginación: sobre 'El curioso mundo del Bosco', de David Bickerstaff

Una invitación a la apropiación del conocimiento y de la curiosidad en tiempos donde el saber parece despertar desconfianza.

Óscar Garzón M.
15 de noviembre de 2017

El documental El curioso mundo del Bosco de David Bickerstaff abre la temporada 2017-2018 de El arte del mundo en los teatros de Cine Colombia. Partiendo de la exposición “Jerónimo Bosch: visiones de un genio” del Museo Noordbrabants de Bolduque, Holanda, el documental de Bickerstaff es una visita guiada a la obra del pintor holandés conocido como El Bosco y a la vez que un compendio biográfico básico que explica -con sencillez y rigor- su legado pictórico en la imaginación del hombre moderno.

De la mano de historiadores del arte como Jennifer Sliwka, críticos especializados como Rachel Campbell-Johnston y el cineasta Peter Greenaway, Bickerstaff construye un discurso que jamás pretende ser especializado ni particularmente profundo, pero que explica a un gran público los valores y las claves interpretativas de la obra del Bosco. Con recursos como la digitalización y la animación de las pinturas, así como los primerísimos primeros planos, los comentaristas analizan cada detalle para construir un diálogo con el pintor holandés y su época. Estos acercamientos a los detalles plásticos y simbólicos de las obras resultan valiosos ya que inmediatamente se convierten en una reeducación de los recorridos visuales del espectador de nuestro tiempo. Si en la mirada en el siglo XXI parece dominar el arriba-abajo del internet y del pulgar en los teléfonos inteligentes, la obra del Bosco obliga a atomizar la mirada. Al carecer de un centro concreto, muchas de sus obras son una invitación a ver la multiplicidad, la simultaneidad y los rizomas de la imaginación.

El Tríptico de las Tentaciones de san Antonio, hacia 1501, de El Bosco.

Así, el documental analiza de manera clara y concisa obras como El vendedor ambulante, La nave de los locos o El jardín de las delicias para descifrar tanto sus planteamientos morales como sus procedimientos pictóricos. Es a través de las obras que comprendemos la capacidad imaginativa de un hombre que parecería ser una rareza para su época, pero que explica la fascinante transición del pensamiento entre la Edad Media -mal llamada época “oscura”- y la modernidad. En la obra del Bosco coexisten las tensiones de un mundo religioso, atravesado por la moral, y los gestos de ironía y desplazamiento de los significados del modernismo. Sin él, como explican los especialistas, sería difícil entender las bases sobre las cuales surgirían grandes artistas como Goya o movimientos de vanguardia como el surrealismo o el expresionismo.

Detalle de La nave de los locos, 1503-1504.

Al final el acierto de las visitas guiadas -y por consiguiente del documental de Bickerstaff -es la evocación de la curiosidad y la sorpresa en el espectador. Su compromiso inequívoco con la obra y el contexto del Bosco es una invitación a la apropiación del conocimiento y de la curiosidad en tiempos donde el saber parece despertar desconfianza o desdén. Y sobre todo el documental de Bickerstaff triunfa en la capacidad para comunicar el poder de la evocación: en ella reconocemos que toda gran imagen es en realidad un germen que multiplica la experiencia del mundo. Después de ver El curioso mundo del Bosco sabemos que poco es más radical y atemporal que el ejercicio mismo de la imaginación; como en un jardín fértil, es en ella donde reconocemos nuestro poder de creación y destrucción. Cualquier pintura del Bosco es la prueba reina.