ARTE

Cuatro claves para comprender la exposición de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel

Entre el 11 de abril y el 20 de mayo, Bogotá recibe la exposición de 33 fotografías en tamaño real de los frescos que dejó plasmados Miguel Ángel en la bóveda de la Capilla Sixtina. Aquí cuatro claves para comprender mejor el arte del maestro italiano.

Jose Miguel Gómez
15 de abril de 2019

El equivalente en inglés del adagio popular español: “donde fueres, haz lo que vieres” equivaldría a “Once in Rome, do as the romans do”, algo así cómo "Cuando vaya a Roma, haga como hacen los romanos". La versión inglesa ilustra mucho mejor la situación relacionada con la experiencia de visitar la Capilla Sixtina. Una vez en Roma, es casi imperdonable no apartar entradas para ver, en carne propia, la obra maestra que dejó plasmada Miguel Ángel en el recinto más sagrado del Vaticano: la Capilla Sixtina.

Sin embargo, no es fácil. Los que han tenido la oportunidad de ingresar a la Santa Sede, podrán recordar las interminables filas y el trajín que implica saberse mover entre miles de turistas selfie-dependientes. Llegar a la Capilla requiere atravezar múltiples pasillos y paradas en salones, tupidos de diferentes nacionalidades y olores distintos. Sin un momento para descansar, inmisericorde, el cansancio se anticipa a la llegada a la Capilla. Una vez adentro, la sorpresa y la incomodidad para desplazarte es abrumadora. “¡No pictures, please!”, se escucha el repetitivo grito cada ciertos segundos, asaltando la búsqueda personal de lo sublime en medio de la arquitectura y el arte.

Uno de los tantos pasillos interminables, saturados con dellates artísticos y, a su vez, con grupos turísticos, que se reconocen por las banderillas que se alzan por encima de las cabezas. Septiembre 2018.

Uno de los tantos pasillos interminables, saturados con dellates artísticos y, a su vez, con grupos turísticos, que se reconocen por las banderillas que se alzan por encima de las cabezas. Septiembre 2018. Foto: Jose Miguel Gómez Martínez.

Esta circunstancia inspiró a Martin Biallas, productor de entretenimiento. En un recorrido por los laberintos del museo del Vaticano y la Capilla Sixtina, le llegó la idea de llevar ese pedacito de Roma a todo el mundo, para que los visitantes, en su propio tempo, puedan apreciar cada uno de los 33 frescos que dejó el escultor de los Médici en aquella sala papal.

Martin Biallas, productor estadounidense de la industria del entretenimiento, se ha dedicado a recorrer el mundo con direntes exposiciones, entre ellas, una sobre el universo narrativo de ‘Star Trek‘ y otra sobre los tesoros arqueológicos relacionados al mundo de ‘Tutankamon‘. Foto ARCADIA: Johann Correcha

“Se trata de traer y acercar a la gente para que pueda escuchar, leer y ver cada fresco de Miguel Ángel. No importa si eres religioso o no, es una experiencia para todos. Incluso, ¡tómate las fotos que quieras! ¡Por Dios, ve a ‘La Creación de Adán’,  pon tu dedo entre Dios y Adán y tómate una foto!”, dijo Biallas a ARCADIA en la inauguración de la exposición que llegó a Bogotá el pasado 11 de abril.

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Desde la semana pasada la exhibición de las 33 fotografía, casi todas ellas en tamaño real, exceptuando ‘El Juicio Final’ que fue adaptada a las dimensiones del teatro (7x7 metros), abrió sus puertas en la iglesia del Teatro ABC. ARCADIA conversó con varios expertos sobre la obra de Miguel Ángel y los detalles que hacen más comprensible su trabajo.

Arte Universal

¿Qué importancia tiene la exposición en nuestro contexto? Para Natalia Vega, historiadora de arte y museóloga, con estudios de historia del arte y crítica de la Universidad de Harvard y ocho años de experiencia en exposiciones del Museo Metropolitano de Nueva York, “Bogotá no tiene acceso al arte universal, es una ciudad de 10 millones de habitantes y el acceso a un patrimonio universal, como lo es el arte de Miguel Ángel, es importantísimo para una sociedad y el desarrollo de cada individuo”.

‘El Juicio Final‘ es el último fresco que pintó Miguel Ángel en la pared detrás del altar de la capilla. Con tamaño de 12 x 12 metros, es la pintura más extensa del artista italiano. Casi 25 años después de haber pintado los frescos de la bóveda, Miguel Ángel regresó para pìntar la escena apocalíptica. Foto ARCADIA: Johann Correcha

Por lo tanto, sin importar el bagaje cultural que las personas tengan, para Vega, “el arte no tiene que ser solo para los expertos o artistas, sino para todos los seres humanos. El arte estimula muchas facetas personales, emocionales, de reflexión, de solidaridad, intelectuales y de observación”.

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¿Desnudos? ¡Pero si es arte religioso!

Una de las cosas que más sorprende al reparar en los frescos de Miguel Ángel es la desnudez de los cuerpos retratados. ¿Cómo entender la exposición de los cuerpos en medio de un contexto religioso? En el relato bíblico, la desnudez no tuvo un camino próspero, luego de la caída de Adán y Eva, los cuerpos humanos se comenzaron a cubrir de pieles de animales y hojas de higuera.

El énfasis que hace Miguel Ángel en los cuerpos está totalmente ligado con la época en la cual se ubica su obra: El Renacimiento. Redescubrir y renacer, son los verbos rectores que caracterizan a ese periodo de la historia. Se trata de volver a la cultura romana y griega, en todos los ámbitos de la sociedad y la cultura. Dentro del arte romano se destacan las esculturas desnudas de dioses y personajes simbólicos como ‘La Venus de Milo’ o ‘Las Tres Gracias’. Además, Miguel Ángel comenzó siendo escultor, no pintor, y por eso al mirar el lienzo se puede evidenciar un alto grado de lenguaje escultórico en cada uno de los desnudos.

En estos desnudos, los cuerpos de las mujeres son fornidos y musculosos, semejantes a los de los hombres. Una explicación está relacionada con el lenguaje escultórico, que le da mayor volumen a los cuerpos. Foto ARCADIA: Johann Correcha.

“En ese renacer, Miguel Ángel presenta las historias o los temas antiguos, mitológicos o religiosos con ese tipo de lenguaje. Siendo escultor, cuando lo invitan a hacer estas pinturas él se basa en el lenguaje escultórico. Es como si hiciera una traducción de la escultura a la pintura. Las pinturas, algunas, parecen esculturas coloreadas, son muy volumétricas y con poses contorsionadas”, señala Vega, sonriente, mientras señala efusivamente puntos distintos de la obra para demostrar su punto.  

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Ahora bien, según Vega, luego del Concilio de Trento, que inició en 1545 y en cierta manera fue una reacción a la Reforma Protestante, la teología se tornó más rígida, conservadora. Y 10 años después comenzó la polémica ‘¡Cómo así que Jesús y la Virgen desnudos!’ Los mandaron a vestir, donde se veía cualquier parte íntima, la tapaban”.

Solo hasta finales del siglo XX, luego de una restauración que duró cuatro años, los visitantes de la Capilla Sixtina pudieron ver la obra del escultor y pintor renacentista en todo su esplendor.

Autorretrato de Miguel Ángel

Sin mucha sutileza, pero tampoco con desenfrenado protagonismo, Miguel Ángel dejó en el fresco del Juicio Final un autorretrato con un mensaje escondido. Existen muchas teorías alrededor de las pinturas del italiano, en el caso de la figura de piel desollada, hay muchas interpretaciones, lo cierto es que se trata de la firma del mismo Miguel Ángel.

Por un lado, algunos lo interpretan como la manifestación del descontento y tedio que le produjo pintar cada cuadro de la Capilla Sixtina. Los historiadores relatan que su vida durante esos primeros cuatro años que le tomó cada pintura de la bóveda, y posteriormente los otros cinco años que le tomaron el Juicio Final, fueron un físico martirio. El artista, según relatan, nunca salió del recinto hasta no acabar con su obra. Siempre estuvo de pie, sobre un andamio que él mismo construyó, para llenar de color cada figura del techo. Al parecer, para Miguel Ángel no fue una experiencia placentera el estar en aquella Capilla, tal como le pasa a muchos turistas actuales. Tal vez por eso se retrató en desgracia, con todo el peso de la gravedad sobre un cuerpo deshuesado y con cara de sufrimiento.

Como es costumbre entre los artistas, Miguel Ángel dejó entre su obra un autorretrato.

Como es costumbre entre los artistas, Miguel Ángel dejó semiescondido un autoretrato suyo en la obra del Juicio Final. Foto Arcadia: Johann Correcha

Por otro lado, existe una interpretación más espiritual. Con tendencia hacia abajo, hacia el infierno, el cuerpo del autorretrato toma el aspecto de un condenado. Parece que, tal vez, Miguel Ángel no se consideraba así mismo digno de estar en la presencia de Dios, que dentro de la planimetría del lienzo se ubica a nivel de Cristo y hacia arriba. Sin embargo, es ‘salvado’ de la mano de uno de los apóstoles ‘San Bartolomé’, que lo sostiene y lo mantiene dentro de ‘la gracia divina’.

Detrás de los cuadros y frescos de Miguel Ángel existen muchos enigmas, y que este sea uno de los más representativos se debe a un aspecto de su vida personal representado a través de un autorretrato.

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Estética y teología

Luego de visitar la exposición, ARCADIA consultó con Isabel Orozco, Maestra en Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia y teóloga del Seminario Bíblico de Colombia, acerca de la estética y teología del arte de Miguel Ángel en la Capilla.

Estética

“En estas decisiones estéticas, Miguel Ángel continúa el trabajo de sus colegas de una manera que, visualmente, se establece una especie de clímax cuando la mirada se desplaza de la línea de horizonte del espectador hacia arriba. La forma como Miguel Ángel organizó las figuras en el espacio, las distintas dimensiones que le dio a los personajes representados yla simetría que logra al usar la estructura arquitectónica de la Capilla para definir la postura de cada uno de los personajes, al mismo tiempo juega con las cabezas de los mismos en el espacio y obliga al espectador a hacer una mirada circular. Miguel Ángel también usa una paleta de colores cálidos y pasteles, lo cual le da luminosidad a la bóveda apoyando así ese efecto de clímax visual”. Orozco anota que en la decoración de la capilla ya habían aportado Botticelli, Ghirlandaio y otros pintores.

Entre Adán y Dios existe una ligera distancia entre los dedos que se ha prestado para múltiples interpretaciones. Así mismo, la forma ‘cerebral‘ de la concha que escuda a los ángeles y a Dios, ha sido sujeto de diversas teoriías acerca de su significado. FOTO ARCADIA: Johann Correcha

Teología

“Por otro lado, tomó decisiones de tipo teológico. Sus colegas habían tocado el tema de Moisés y Cristo en las paredes, correspondiente al capítulo del Éxodo de los israelitas desde Egipto en el Antiguo Testamento y de los Evangelios en el Nuevo Testamento, respectivamente. Miguel Ángel decidió entonces completar la historia bíblica. Incluyó a los profetas que anuncian la llegada del Mesías o Cristo e incluyó los eventos anteriores a Moisés, lo cual completaba los contenidos centrales de la Torah: La creación, La Caída y el Éxodo. De esta manera, la narrativa bíblica se habría completado en imágenes”, afirma la teóloga colombiana, apasionada también por el arte.

“Miguel Ángel acompaña el clímax visual que maneja en la bóveda con un clímax conceptual, al ubicar en el centro de la misma la creación de Adán, el principio de todo, el principio de la historia de la humanidad. En ese principio, el hombre, Adán, aparece plácido, tranquilo y en contacto directo e íntimo con su Creador, estado que Miguel Ángel comunica a través de la mirada entre los dos y el sutil toque de sus dedos. Un contacto emocional pero también un contacto físico”, añade Orozco. Así se diferenció de muchas teorías que sustentan la separación de los dedos de Dios y Adán, como la imposibilidad de que lo santo y lo mundano tuvieran contacto.

Para Orozco, la pintura de Miguel Ángel se sitúa “un segundo después de que se tocaran, es decir, Dios lo tocó y le dio la vida, Adán despierta y lo mira. Es la representación del aliento de vida que en el relato bíblico es un soplo, así lo veo”, concluye.