Arte y Cinematografía
Sobre “Líneas de arena”
Este mediometraje del conocido artista belga Francis Alÿs retoma uno de los aspectos centrales de su trabajo: el cuestionamiento de la narrativa lineal. En él, los niños de un pueblo cercano a Mosul recrean un siglo de historia iraquí. La obra hace parte de la exposición “Salam Tristess” en Fragmentos.
Francis Alÿs es un reconocido creador belga cuyo encuentro con Ciudad de México en 1986 fue lo que podría llamarse una epifanía. Fue allí, en ese contexto social urbano, que su carrera cambio para siempre, pues siendo arquitecto entro en el campo de las artes visuales para cuestionarlo desde acciones realizadas por él mismo en su deambular por la ciudad. Ha utilizado medios como el video, la fotografía, la pintura y la animación. “No soy un inventor. Solo soy el que está al lado”, dijo en una entrevista. Desde esta postura abierta a la colaboración ha cuestionado nociones como la autoría y la noción de “obra de arte,” dado que su trabajo es casi siempre un ensayo que valora el error como parte central del proceso. Sus obras parten de la observación y el registro de las condiciones sociales, culturales y económicas de ciertos lugares, durante sus recorridos y viajes por zonas urbanas y suburbanas en países como Afganistán, India, Irak y México por supuesto.
Líneas de arena: la historia de la Historia (Sandlines: The Story of History) –que se transmitirá por Canal Capital el viernes 27 de noviembre a las 10pm, y se proyectará en la Cinemateca de Bogotá el 2 y el 16 de diciembre a las 6pm-, es una de las obras que surgió del viaje a Irak que Alÿs hizo entre octubre y noviembre de 2016, gracias a la invitación de la Fundación Ruya. Allí paso un tiempo junto al ejército kurdo, el Peshmerga, durante su campaña para liberar a Mosul -la segunda ciudad más grande de Irak- del poder del Estado Islámico.
Líneas de arena es un mediometraje cinematográfico que retoma uno de los aspectos centrales de sus trabajos previos: el cuestionamiento de la narrativa lineal. En él, los niños de un pueblo de montaña cercano a Mosul recrean un siglo de historia iraquí representando a los personajes que han barajado el destino del país desde 1916, cuando Sykes y Picot firmaron un acuerdo secreto que dividió arbitrariamente el territorio para favorecer los intereses económicos de Gran Bretaña y Francia, hasta la violencia del Estado Islámico. Alÿs quiso que los niños revisitaran su pasado para que empezaran a entender su presente. Varios de los niños iraquíes que encontró durante su viaje ni siquiera sabían en ese entonces a qué país pertenecían.
En la película encontramos arquetipos de la historia de Irak: abogados, banqueros, yihadistas, Saddam Hussein, por supuesto, y los “capitanes américa”, una fantasía ingenua de la infancia que, sin embargo, revela la historia y el destino de un país que se ha forjado soportando intrusiones extranjeras, y cuya identidad se trenza desde siempre con la guerra y el conflicto.
Ya en otras obras Alÿs había documentado acontecimientos en lugares de tensión bélica como el cruce irregular de fronteras. Con su deambular, Alÿs dibuja las arbitrariedades territoriales de la guerra y desde allí confirma la incertidumbre, que es uno de los objetivos de su obra, incluso en términos técnicos o metódicos. Sus guiones no se cierran. En ellos no hay certeza de lo que pasará. Una de sus piezas más arriesgadas, por ejemplo, consistió en perseguir tornados y tratar de entrar en ellos, usando este fenómeno natural como metáfora de la violencia de Estado en México.
En Líneas de arena el trazo en el paisaje es una línea divisoria, una frontera, pero también es una línea histórica que se evapora, y cuyo devenir es violentado o borrado. Dice Alÿs en sus diarios de viaje: “La ofensiva de los Peshmerga es una empresa de ingeniería masiva, una operación monumental de Land Art. Detrás de cada pelotón hay un bulldozer esperando. Cada cien metros de territorio ganado resulta en cientos de toneladas de tierra seca recorrida hacia adelante, todo con el fin de mover la línea de frente cada vez más cerca de los suburbios de Mosul”.
Esta imagen/still representa los intentos fallidos de revolución: los protagonistas pintan el territorio con franjas de polvo azules y rojas (Francia e Inglaterra) para que un rebaño de ovejas, que simboliza a las masas, las descomponga. Pero el rebaño se desvía y no logra destruir los símbolos de los invasores extranjeros. La posibilidad contradictoria de “avanzar” o “progresar” en un relato histórico es por ello tan potente: la historia se cuenta partiendo de sus contradicciones, y los testigos están hablando permanentemente de la imposibilidad de ver un principio o un fin claros. Hay una idea de pertenencia que es solo ilusoria: ninguno sabe si es de aquí o es de allá, porque su vida se ha desarrollado en un lugar en donde la realidad del terror ha imposibilitado los vínculos de identidad.
Es ahí donde el proyecto creativo de Alÿs se vuelve algo heroico en un sentido ingenuo y trágico: nos sumerge en esta realidad, pero logra que el arte entre a jugar un papel de catalizador que surge de la impotencia y, a su vez, de la creatividad. El arte surge como una estrategia poética de supervivencia, y la niñez, como la prueba de la resiliencia.
*”Salam Tristesse, Irak 2016-2020″ presenta obras creadas por Alÿs como artista de guerra en ese país. A través de ellas el belga explora el drama, el colapso social y la ausencia de sentido que ocasionó la guerra. Ese ejercicio de exploración va de la mano de una constante reflexión sobre su papel como artista que documenta una realidad que tiene en frente, pero que le es ajena, y se pregunta: ¿se puede testificar una tragedia humana a través de una obra de ficción? ¿Qué papel juega el miedo en mis recuerdos? ¿Es el arte una vía de supervivencia para transitar por la catástrofe de la guerra?
“Salam Tristesse, Irak 2016-2020″ abre al público el viernes 27 de noviembre en Fragmentos: Espacio de Arte y Memoria. Para visitar la exposición, es necesario inscribirse a través de este enlace.
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