“Fuimos a la casa de unos amigos míos y Murillo vio una pieza que le llamó mucho la atención, le tomó un registro fotográfico y se quedó pensando en ella porque es muy diciente que esté en la casa de gente pudiente.”

Cortesía de: Universidad Nacional de Colombia. Foto de: Óscar Monsalve

Con esta intervención empezó el recorrido de Sáez de Ibarra por la obra de Murillo en el Museo de Arte de la Universidad Nacional. Su observación no se refiere a la obra más llamativa dentro de la instalación, pero sí a la más sugestiva: un cuadro de un niño negro que vende pescado descansa frente a una ventana.

Sáez de Ibarra continúa: “Fíjate que está en una ventana, parece que ese niño estuviera afuera; del otro lado. A Murillo le interesa trabajar los temas de la explotación trabajadora y las condiciones de una especie de esclavitud contemporánea que se ha venido construyendo alrededor de la exclusión social”.

La curadora camina hacia una obra que está al otro lado del salón y que nos hace pasar de una realidad general en Colombia a la vida íntima de Murillo: la hoja de vida de su madre repetida una y otra vez con un sello que lee RETIRADA. “Es de cuando ella fue retirada de la Fábrica Nacional de Chocolates del Valle. Él la interviene con dibujos, es algo muy íntimo. A partir de ahí emigraron a Londres”, dice Sáez de Ibarra.

Cortesía de: Universidad Nacional de Colombia. Foto de: Óscar Monsalve

Continuamos la visita en un cuarto contiguo donde hay una instalación de overoles colgados en una barra. La prenda se repite una y otra vez y parece ser una reinterpretación de su obra Distribution Center, pero esta vez en lugar de camisetas son overoles de la Fábrica.

Cortesía de: Universidad Nacional de Colombia. Foto de: Óscar Monsalve

“Esta obra hace alusión directa a esas condiciones de uniformidad, de una vida rutinaria, y de procesos de restricción de libertad del individuo. También está la presencia de unos dibujos hechos en grafito que muestran las marcas de los productos que se crean en estas maquilas alrededor de la zona ecuatorial. Él toma esta raya e incluye países de África, Asia y por supuesto América Latina que están en esas condiciones laborales.”

En la muestra predomina lo plástico y se juega con la pintura como instalación. La tela se ve como un recurso instalativo, casi escultórico, y no exclusivamente como pintura. Mientras Sáez de Ibarra la toca, dice que Murillo se refiere a este proyecto como un vacío profundo que si bien no sabe exactamente qué significa, es muy hondo e íntimo.

“Él piensa que esta es la exposición más fuerte que ha hecho hasta ahora, es enigmática, y no puede decir exactamente por qué siente lo que siente, pero a mí me parece que es un estado de luto. Para la muestra su familia vino desde La Paila, en el Valle del Cauca, y sus padres desde Londres. Una de sus tías me dijo ‘lo que se siente con esta obra es la impotencia de conocer una situación y no poder cambiarla’”. Y concluye: “el arte es impotente, pero al mismo tiempo es, quizá, la única figura política que puede reunir la eficacia y la inoperancia. Puede llegar muy hondo y cambiar la conciencia sobre las cosas, pero al mismo tiempo parece que no puede lograr nada”.

Sáez de Ibarra continúa, “yo pienso que toda obra es política. No todas las cosas que creemos ser arte y que son vendidas y apreciadas son en realidad arte. Hay muchas que son mercancía, sobre todo en la sociedad contemporánea. Una verdadera obra de arte siempre irrumpe en nuestra percepción del mundo y esa es la gran potencia que tiene. El significado tampoco se completa nunca. Es como un enunciado que queda en el aire, como una flecha que no sabe dónde va a parar. Así es el significado, siempre está por resolverse y me parece que en esta obra es así, es muy misteriosa”.

Cortesía de: Universidad Naccional de Colombia. Foto de: Óscar Monsalve.

La obra de Murillo ha sido muy criticada en los círculos del arte, pero Sáez rescata, entre otras cosas, el valor social de la muestra. “Estamos viviendo un momento muy negro del arte como esta tela”, explica mientras señala una de las telas pintadas con oleo negro. “El mercado del arte es tan especulativo que se volvió casi como una bolsa de valores. En el capitalismo cultural el capital perdió su valor de uso y su valor de cambio y se volvió pura imagen. Es decir se volvió pura apariencia. Creo que en el mercado ha habido una especulación muy absurda de su obra que nada tiene que ver con el arte mismo, pero independientemente de eso él es un artista”.

“A él le interesa mucho su origen pero se formó y vive en Londres desde muy pequeño. En general pienso que él despierta mucha inquietud y creo que tiene que ver con el hecho de que trabaja los problemas de racismo. En los pocos años de su búsqueda como artista se destaca por su trabajo con la pintura contemporánea y tendrá una poderosa pieza de pintura instalada en toda la fachada de los “giardini” de la próxima Bienal de Venecia curada por el nigeriano Okwui Enwezor”.