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Los piratas modernos atacan en los mares y también en el ciberespacio

Son un amenaza en el África Occidental, en el mar del sur de China e incluso en las costas ecuatorianas y venezolanas. Así operan los bucaneros del nuevo siglo.

27 de marzo de 2019
La líneas navieras son las más afectadas por la piratería moderna. | Foto: AFP

Barbanegra fue un corsario de Gran Bretaña en la Guerra de Sucesión Española (1701-1713). Allí aprendió a ser un ladrón de mar. Su ‘colega’ Black Sam llegó a amasar una fortuna de más de 120 millones de dólares actuales. Y se estima que el pirata galés John Roberts realizó más de 400 atracos en menos de cuatro años. Estos tres bucaneros pasaron a la historia por saquear navíos.

Pero si piensa que los criminales de alta mar son tan solo un recuerdo del pasado, se equivoca. Aún en el siglo XXI hay bandas de piratas organizadas que detienen embarcaciones, roban mercancías (desde dinero y objetos de valor hasta el combustible de los barcos o hidrocarburos que estos transportan) y secuestran tripulaciones para cobrar el rescate.

Las cifras lo confirman: según informes presentados a la Organización Marítima Internacional (OMI), en 2018 se produjeron 223 sucesos de piratería en el mundo. Así mismo, ante este organismo se han denunciado recientes ciberataques a sistemas informáticos de buques tripulados a distancia.

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Las aguas donde más ocurren estos hechos son las de África Occidental, el mar del sur de China y el Golfo de Adén. El caso más conocido es el de la costa de Somalia, donde en 2011 fueron secuestradas 694 personas de 31 embarcaciones diferentes. Los ataques también son un problema en Isla Puná, ubicada en el Golfo de Guayaquil (Ecuador), en donde constantemente se reportan robos a pescadores.

Ana Perello, portavoz de la OMI, explica que en el caso de Suramérica, “la zona que mayor preocupación suscita son las aguas costeras de Venezuela, donde se produjeron 12 eventos en 2018”. Perello también advierte que la piratería tiene un impacto internacional con efectos como las pérdidas económicas para la línea naviera, el encarecimiento de mercancías, las muertes de tripulantes y los accidentes medioambientales.

Para combatir este problema algunos gobiernos y compañías han optado por el uso de la fuerza en alta mar. Sin embargo, Perello cree que para solventar la situación se requiere, por una parte, apoyar el desarrollo de las poblaciones de las áreas en donde ocurren los ataques para que tengan alternativas económicas. Y, de otra, mejorar la aplicación de la ley marítima a través de acuerdos de cooperación. “La piratería sucede en el mar, pero es un problema que se origina en tierra”, concluye.