ECONOMÍA

Avestruces, ¿el nuevo negocio de los huevos de oro?

En silencio avanza en Colombia un llamativo negocio: la cría del avestruz. En el país ya hay más de 12 criaderos que trabajan en su tecnificación y crecimiento con miras a exportar su carne. El fin de semana en Brasil se realizó el congreso mundial de criadores de estas aves en el que por primera vez productores nacionales estuvieron presentes.

José Monsalve
31 de octubre de 2006
El avestruz macho se distingue por su plumaje negro mientras que el de la hembra es color ceniza.

Contrario a la creencia popular el avestruz es un animal que está asomando su cabeza cada vez más. Y Colombia no está ausente de ese fenómeno, de hecho hoy los criadores de estas aves tienen los dedos cruzados para que esta vez sea cierto y el próximo 22 de noviembre Colombia y Estados Unidos finalmente firmen el TLC. Esta industria emergente que empezó con 40 aves traídas de Canadá y Suráfrica sería directamente beneficiada con la firma del tratado.

El negocio empezó al amanecer del siglo cuando un inquieto comerciante leyó sobre esa boyante industria en Suráfrica. Investigó sobre el tema y cuando tuvo una idea general de la proyección del negocio compartió su inquietud con dos amigos más. Fue así como en septiembre de 2002 tres socios trajeron los primeros animales que entraron al país vía Ecuador.

‘Cuello negro’ fue la variedad importada e instalada en una granja a las afueras de Villa de Leyva. De allí salieron los pie de cría para la mayoría de las 12 granjas oficiales que hoy hay en el país. Se estima que en Colombia ya hay unos 1.000 animales. Pero antes de ver el primer peso de ganancia en su negocio, los pioneros de la raticultura (como se define técnicamente a la crianza de estas aves pertenecientes al grupo de las ratites) tuvieron que aguantar cinco largos años que tardó la ‘incubación’ de su industria. A pesar de que el avestruz es una ave incapaz de volar, hoy con la convergencia de varios elementos, este negocio va viento en popa y promete llegar muy lejos.

De Suráfrica vienen los mejores vientos. Este país ha sido tradicionalmente el mayor productor mundial de avestruces. Sin embargo, en 2004 el país fue sancionado por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) luego de que fueron detectados brotes de fiebre aviar. La Unión Europea bloqueó la exportación de animales vivos, carne y huevo. Con esta potencia del negocio maniatada hasta 2007, comercializadoras como Klein Karro que domina el 80 por ciento de la operación global tuvieron que salir por el mundo a buscar nuevas ofertas. Esta situación potenció las granjas experimentales instaladas en Suramérica.

Luego de superar las fases de evaluación de impacto sobre el ecosistema y la salud humana, el Ministerio del Medio Ambiente ha permitido que en los últimos años la raticultura se establezca lentamente en Colombia. Tres importantes granjas en Villa de Leyva, Meta y Huila tienen licencias de comercialización. Las 17 granjas que se involucraron en el negocio crearon Asociación Colombiana de Criadores Industriales de Avestruz (Accia). La globalización y la tendencia mundial por consumir alimentos bajos en grasa también juegan a favor del negocio. La carne de avestruz es 98 por ciento libre de grasa y cuenta además con una alta carga proteínica.

El presidente de la Accia, Javier Téllez, sostiene que la firma del TLC es otra excelente oportunidad para que la industria crezca. “Se nos permitiría la entrada libre al mercado norteamericano, sin embargo el país está en mora de implementar un plan aviar íntegro que nos permita cumplir con los requisitos zoosanitario. Pero sobre todo, lo que necesitamos es que el avestruz deje de ser catalogado como un animal silvestre y se reconozca como domestico”.

Roy Rodríguez, zootecnista y gerente de la granja más tecnificada del país, Espexóticas de Colombia, en Villa de Leyva, le afirmó a SEMANA.COM que “Colombia es el único país del mundo en donde el avestruz se cataloga como especie silvestre”. Rodríguez, quien participó en el Congreso Mundial de criadores en Brasil, afirma que esa clasificación implica que para obtener la licencia de comercialización los interesados tienen que superar un largo proceso experimental ante el ministerio. “Los que quieren ser criadores no tienen cómo resistir tres, cuatro o hasta cinco años que puede demorarse ese trámite”. Rodríguez afirma que este problema es el cuello de botella del negocio ya que si el avestruz fuera considerado ave doméstica su producción crecería rápidamente pudiendo alcanzar los niveles que les permita exportar en poco tiempo.

Semana.com tuvo acceso a un concepto que sobre este asunto emitió el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, por petición del Minambiente. El instituto es la autoridad científica y señala que el avestruz “definitivamente no es una especie silvestre nativa colombiana” por lo que recomienda conservar la normatividad vigente y la categoría de especie silvestre. Así mismo advierte que “tener una especie en ciclo cerrado, no garantiza su domesticación” y llama la atención porque “de tiempo atrás se ha visto con preocupación (...) la aprobación de las licencias ambientales relacionadas con la zoocría”.

Pero a pesar de estos obstáculos, normales en cualquier nueva actividad pecuaria, la cría de avestruces es un negocio cada vez menos exótico. Los criadores saben que la barrera cultural es otro obstáculo a vencer y por eso tratan de hacer su trabajo cada vez más visible. El criadero de Villa de Leyva funciona además como un foco turístico que visitan alrededor de 4.000 personas mensualmente. Allí se pueden apreciar directamente los animales, el proceso de crianza, sus productos y algunos derivados del negocio. Se trata de una estrategia a mediano plazo que busca cautivar futuros consumidores.

¿Qué se explota del avestruz? La respuesta es larga como el cuello de esta especie. La carne es el negocio fundamental, un kilo cuesta cerca de 40.000 pesos y de un animal se pueden lograr unos 35 kilos. En almacenes de cadena y restaurantes exclusivos ya se consigue. En Bogotá se consumen mensualmente casi 500 kilos. Un animal deja un metro y medio cuadrado de cuero que se usa para marroquinería, de éste se puede lograr dos millones de pesos de utilidad. Una billetera de cuero de avestruz se vende en 150.000 pesos. Las plumas también son una línea muy rentable. Se usan para engalanar vestidos, una pluma vistosa cuesta 15.000 pesos y se pueden sacar hasta 20 de un animal. Las plumas ordinarias se usan para plumeros y como relleno, dos kilos cuestan 150.000 pesos.

Los cascarones de huevos infértiles son muy apetecidos por artesanos. Se paga a 35.000 pesos la unidad. Una hembra produce anualmente un promedio de 40 huevos de los cuales la mitad resultan infértiles. Un polluelo de tres meses cuesta poco más de un millón mientras que una avestruz adulta puede cotizarse fácilmente en siete millones de pesos. Además se aprovecha el cebo, el pico, las uñas, los ojos. La poderosa visión de esta ave que alcanza cinco kilómetros con un radio de 290 grados de visibilidad ha motivado a científicos europeos que estudian el trasplante de córnea a humanos.

En Colombia los criadores saben que después de “abrir trocha por varios años” los mejores días están empezando a llegar. Las tres granjas más avanzadas se juntaron y crearon la comercializadora Ciexóticos de Colombia que ya firmó con un comprador holandés el primer negocio de exportación de carne de avestruz colombiana. Se trata de una negociación gradual en al que Ciexóticos tendrá que producir para Holanda un aforo de mínimo de 20 toneladas mensuales de acá a cuatro años.

Estos nuevos avicultores también esperan que su participación en el Congreso Mundial además de importantes enseñanzas, les deje algunos negocios. Así las cosas, la cría de avestruces está llamada a ser, literalmente, la gran gallina de los huevos de oro.