Opinión
Ablandar los corazones y renaturalizar la ciudad
Bogotá necesita un nuevo urbanismo integral. Que no solo se fije en lo estético sino en lo ético. Que no beneficie a unos pocos y tenga en cuenta la biodiversidad y el crecimiento cultural.
A la transformación natural del paisaje, se le ha añadido en los últimos 500 años la agresiva acción de los seres humanos, que han ocupado este ecosistema, robándole espacios al agua y a los bosques nativos, para ocuparlos con una población cada vez más apretujada en espacios cada vez más reducidos.
Desde el Siglo XIX, el crecimiento poblacional de la ciudad y el modelo de ocupación del territorio han prácticamente eliminado la cubierta vegetal original, sustituyéndola por materiales para la construcción de carreteras y para el equipamiento de la ciudad. Durante el Siglo XX dicha cobertura se transforma en cemento, ladrillo y pavimento. Varias administraciones recientes de la ciudad han impulsado la desmarginalización de diferentes zonas mediante la eliminación de los tugurios mejorando la infraestructura vial y el equipamiento, pero sin potencializar las coberturas vegetales de la ciudad. Corazones endurecidos en las administraciones han generado igualmente paisajes endurecidos.
El paisaje urbano de Bogotá se reverdece hacia la zona norte y se torna árido en los barrios del Sur. Los principales ríos que cruzan la ciudad de oriente a occidente, son cloacas intermedias, que desembocan en la cloaca principal, el Río Bogotá. Los humedales, antes cuerpos de agua esenciales como soporte de biodiversidad y estabilizadores de las crecidas de los ríos en las épocas de lluvia, o han desaparecido o se han transformado en depósito de basuras y escombros de edificaciones.
Los cerros orientales de la ciudad, parcialmente recuperados, siguen siendo objetivo de grandes constructores que ven en su verde natural, el objetivo de nuevos barrios para ricos y privilegiados de la ciudad y del país. De esta manera, el desafío de construir un nuevo modelo de ciudad incluye una doble mirada: ética y estética. Es necesario entonces un nuevo urbanismo que sea incluyente, que busque armonías para la expresión de lo ambiental y territorial, para el crecimiento de la biodiversidad y la expresión de lo multicultural.
El Plan de Desarrollo “BOGOTA HUMANA” 2012-2016, ha establecido la necesidad de “visibilizar el medio natural, el entorno del agua y situar la naturaleza en el centro de las decisiones de la ciudad”. De igual manera, el PDD propone “…la renaturalización de los cuerpos de agua para evitar la ocupación de las zonas de desborde o aliviadero de las temporadas invernales, promover el manejo de las riveras de manera natural, evitar las canalizaciones y respetar las áreas de ronda que define la ley.”
La propuesta de “Renaturalizar” la ciudad busca en esencia hacer que la ciudad se reajuste a procesos basados en los ritmos ecosistémicos: cierre de los ciclos de materia (reciclaje, compostaje), aumento de coberturas vegetales (arborización, jardinería, techos y muros verdes, etc.), fomento de la biodiversidad, ablandamiento del suelo, uso de energía solar, recolección y uso del agua lluvia, ampliación o creación de agroecosistemas urbanos, conectividad de los componentes de la Estructura Ecológica Principal de la ciudad, etc.
Esto, en palabras más sencillas, no es más que tratar de imitar la naturaleza en nuestro diario vivir, tratando que nuestros ritmos productivos sean compatibles con la biosfera. Pero todo esto no puede hacerse sin participación ciudadana y coordinación interinstitucional.
Hay que hacer uso de las nuevas tecnologías arquitectónicas que permiten la implementación de propuestas de reverdecimiento de techos y fachadas verdes, que aumentan las coberturas vegetales de la ciudad. Las aceras, andenes y plazas de la ciudad, que se han constituido en un monumento al cemento y al ladrillo, podrían ser intervenidas para su reverdecimiento o revitalización. Los procesos de restauración ecológica continuarían ampliándose a las zonas de borde, humedales y zonas de protección, para fortalecer la recuperación ecológica de estos entornos.
Hay, en fin, que buscar retomar los diferentes espacios de la Estructura Ecológica Principal (EEP) para construir paisajes humanizados, que permitan el florecimiento de la biodiversidad, el reverdecer de los paisajes endurecidos, la restauración de ecosistemas deteriorados, la reconexión ecológica de los ambientes urbanos con su entorno regional.
*Sub director Técnico JBB