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En el corazón del fuego: SEMANA revela lo que encontró en los cerros de Bogotá, al lado de los valientes bomberos que luchan contra las llamas
SEMANA sobrevoló los incendios forestales en Bogotá y se adentró a la montaña al lado de los bomberos. Esta es la magnitud del desastre en los cerros orientales.
Observar el bosque quemado desde el aire es desolador. Terrenos de espesa vegetación totalmente calcinados, llamaradas de fuego aún activas y gruesas columnas de humo dejan los incendios que no han dado tregua en la capital del país. SEMANA sobrevoló los lugares afectados en un helicóptero Halcón de la Policía Nacional. En 26 hectáreas de ese gran pulmón verde ya no queda nada.
Hoy solo hay terrenos rocosos, llenos de cenizas, de donde los animales silvestres han huido.
“Tenemos una clara presencia del fenómeno de El Niño que intensifica las temperaturas, y reduce las lluvias, por lo tanto, las condiciones de humedad de los suelos, más la sequía, crean el escenario propicio para que en áreas forestales como los cerros orientales se desencadenen los incendios”, aseguró Adriana Soto, secretaria de Ambiente.
El alcalde Carlos Fernando Galán anticipa que la situación en las próximas semanas puede ser aún peor. “El fenómeno de El Niño se extendería hasta mayo, y febrero podría ser un mes más crítico que enero”, advierte.
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Desde el aire se aprecian los estragos y la voracidad de los incendios que amenazan la calidad del aire en Bogotá. A más de 15.000 pies de altura, se observa cómo las llamas consumen todo a su paso, haciendo que los altos y frondosos pinos que embellecen los cerros orientales desaparezcan por completo entre las extensas columnas de humo que se despliegan en la zona.
Son dos los incendios forestales que tienen al inmenso tesoro verde de Bogotá bajo el fuego. El primero inició en la Quebrada La Vieja y en cuestión de horas arrasó con una frondosa vegetación en 14 hectáreas. A pesar de más de 100 horas de trabajo, la conflagración no ha podido ser controlada en su totalidad. Una fogata fue la causante de este desastre natural.
El otro incendio está en el sector de El Cable. La vegetación consumida por el fuego, los tallos de árboles cortados y convertidos en ceniza son ahora el común denominador en ciertas zonas. El daño ambiental ya está hecho.
“En este punto estamos concentrando todos los esfuerzos con la Fuerza Aérea para poder hacer las descargas de agua, porque el terreno es muy complejo y el ascenso es bien difícil”, señaló Paula Henao, directora del Cuerpo de Bomberos de Bogotá.
Las exigentes labores de bombeo de agua fueron captadas por SEMANA. Desde el aire se observa cómo helicópteros UH-60 Black Hawk, con el sistema Bambi Bucket, descargan 800 galones de agua sobre los focos del incendio. Sin embargo, gran parte del agua se queda en la copa de los pinos y no llega hasta el suelo. Aún hay cinco focos activos en el lugar.
El Cable, en llamas
SEMANA llegó hasta el cerro El Cable y se adentró en la montaña. A medida que se avanza en el rocoso y empinado camino, el humo y el olor a quemado se acrecientan. Las largas mangueras de los carros de bomberos, conectadas unas con otras, es lo que más sobresale en el recorrido.
Cada paso en la empinada montaña es un fiel reflejo de la emergencia. Algunos soldados de la Fuerza Aérea que llevan más de 12 horas inmersos en el cerro comienzan el descenso. “Estamos acá desde las cuatro de la mañana, a esta hora ya se siente el cansancio, y aunque el trabajo es agotador, queda la satisfacción de aportar para controlar el incendio, porque de lo contrario todo puede ser peor”, asegura el soldado Nicolás Valdés.
Más arriba, en el camino, sentados sobre rocas, visualmente exhaustos, se empiezan a ver los primeros soldados del Ejército Nacional. Iniciaron sus labores a las 12 de la madrugada y 17 horas después aún siguen en el interior del cerro. “Venimos desde Leticia, nos mandaron a apoyar para apagar el incendio de manera manual con pala y rastrillo. Las llamaradas de fuego arriba son impresionantes”, precisa el soldado Ospino.
El camino continúa. Pasos más adelante baja corriendo el subteniente Casas, del Cuerpo de Bomberos de Bogotá. “El fuego se está expandiendo”, les grita a sus compañeros. Una llamarada que está resurgiendo entre la vegetación incinerada y amenaza con propagarse. Su compañero, el bombero Juan Vargas, acude rápidamente al llamado y con herramientas en mano, durante largos 15 minutos se pudo controlar el foco del fuego.
Pero no solo soldados y bomberos son los héroes anónimos de la emergencia. También lo son los habitantes del barrio Villa del Cerro y El Paraíso, quienes se sumaron a las labores de mitigación. “El incendio comenzó a las 10 de la mañana y nos cogió a todos desprevenidos. Tuvimos que salir con motosierra y machetes a cortar árboles porque ya la candela venía”, señala Juan Salgado.
En su recorrido, SEMANA logró evidenciar que las llamas, a pesar de lo dicho por el Distrito, sí estuvieron bastante cerca de las antenas de comunicación y los tanques de ACPM, lo que pudo haber ocasionado una emergencia aún mayor.
Además del daño ambiental que genera un incendio forestal, los costos económicos son altísimos. “De un metro cuadrado, si es una vegetación muy pura, como los frailejones en el Sumapaz, podríamos hablar un promedio de 200 a 300 millones de pesos”, acota el sargento John Almeyda.
Entre aplausos
Cae la noche y una vez abajo del cerro, tras extensas horas de trabajo y con una fatiga evidente, los soldados y bomberos son recibidos entre aplausos.
“Algunos dicen que somos héroes sin capa. Esto más que un trabajo es una vocación que llevamos en la sangre todos los bomberos. Tener el fuego tan de cerca es significativo, porque uno siente que la piel se le arruga, pero la capacitación nos obliga siempre a dar lo mejor”, sostiene el bombero Juan Morea.
“Obviamente en este tipo de incendio siempre ponemos en riesgo nuestras vidas, pero la experiencia nos ayuda a protegernos lo que más podamos”, manifiesta Milton Hernández, soldado profesional del Ejército, quien llegó a la ciudad en un pelotón que viene desde la costa, el Eje Cafetero, Medellín y Florencia.
Producto de la voracidad de los incendios, el alcalde Galán se vio en la obligación de decretar la alerta por la calidad del aire en Bogotá: “Se cumplió el criterio que indica que cuando pasan 18 horas continuas en las que se constata que el 50 por ciento de las estaciones están en naranja o rojo, y se pronostica que esas condiciones de calidad de aire se mantendrán durante las siguientes 48 horas, se toma la decisión de declarar una alerta zonal por deterioro de la calidad del aire en el suroccidente de la ciudad”.
Se extendió el pico y placa para vehículos particulares durante los sábados, entre las seis de la mañana y las 12 del mediodía.
“En 2024 se han registrado 87 incendios entre forestales, estructurales y vehiculares, y de esos aún hay cuatro activos. Además, el Cuerpo de Bomberos ha tenido que hacer servicios de emergencias por 2.392 casos”, comenta Galán.
“Estamos enfocados en apagar esos incendios. De aquí no nos vamos a ir hasta que no apaguemos esa conflagración, tenemos las capacidades de los ingenieros militares”, señala, por su parte, el general Rodolfo Morales, comandante de la Décimo Tercera Brigada del Ejército.
En un trabajo a contrarreloj, los organismos de socorro hacen hasta lo imposible para frenar esta catástrofe natural.