ANIVERSARIO

El reto de leer a Borges

El escritor argentino, que cumple 30 años de muerto, es uno de los grandes referentes de la literatura universal. Su obra es una invitación a que el lector salga de su zona de confort.

4 de junio de 2016

Dos cosas nunca abandonaron a Jorge Luis Borges: su ceguera progresiva y sus extraordinarios aportes a la escritura latinoamericana y la literatura universal. Su trascendencia como escritor es tan grande que se destacó junto a otros que emergieron durante el siglo XX, como Franz Kafka, James Joyce y Marcel Proust.

Además de ser un escritor prolífico, autor de múltiples ensayos, cuentos y poemas, Borges se dio el lujo de morir sin obtener el Premio Nobel de Literatura, aparentemente por su cercanía al dictador chileno Augusto Pinochet y por sus fuertes críticas literarias a la academia sueca que entregaba el galardón. Aun así, el argentino logró pasar a la historia como un mito que pocos se atreven a cuestionar en el mundo de las letras.

Sin embargo, muchos lectores han tenido dificultades para comprender sus textos, debido a que los encuentran complejos. En una entrevista ofrecida a la Radio Televisión Española en 1976, el escritor argentino se refirió a esas dificultades: “No pienso en un público selecto, ni en un público de masas. Pienso en escribir para expresar todo lo que quiero decir de la manera más sencilla posible”.

Varios personajes del mundo literario coinciden en que leer a Borges no es una tarea imposible, pero sí es un ejercicio difícil en el que es fundamental que el lector se exija, y asuma una postura crítica frente al texto. Y es que una de las dificultades a la hora de comprender la obra borgiana es la gran cantidad de referencias históricas y literarias que el lector cree desconocer, pero que terminan siendo producto de la imaginación del autor. Por ejemplo, en El libro de los seres imaginarios, ubica a Jesús como uno de los protagonistas de Las mil y una noches. Sin embargo, en el relato original, no existe esa referencia.

“En principio, la erudición de Borges lo hace sentir a uno como un ignorante, y sobre todo, decepcionado de no entender lo que quiere decir”, admite el escritor Mario Jursich. Pero no es un esfuerzo inútil, y según Jursich, la clave está en aprender a comprender la ironía y el humor que utiliza Borges en todos sus textos, y en no dejarse confundir por su erudición, pues en muchos casos las referencias que utiliza provienen de su mente. Así sucede en libros como El Aleph (1949) o Ficciones (1944), dos de las obras más sobresalientes del argentino, en donde cita lugares, personajes y objetos fantásticos, como la infinita Biblioteca de Babel.

La imaginación de Borges es tal, que logró crear todo un universo literario con nuevas palabras y significados. Daniel Balderston, director del Centro Borges de la Universidad de Pittsburgh, cree que el éxito del argentino se debe a que no se conformó con escribir lo que los novelistas latinoamericanos estaban acostumbrados a retratar en sus obras: desigualdad social, la vida en la selva y las tradiciones culturales.

“Borges es universal porque sus textos pueden ubicarse en la civilización china, el Imperio romano, la Inglaterra del siglo XIX, la Edad Media o una calle de San Telmo”, dice Balderston, quien además considera que no sobra que los lectores se acerquen a los textos borgianos por medio de herramientas que les ayuden a comprenderlos.

Por ejemplo, la página web del centro que dirige Balderston cuenta con un diccionario con todas las referencias literarias de Borges. La herramienta permite a quienes leen al argentino entender las referencias históricas, las características de sus personajes y el contexto de sus palabras. Allí es posible entender, entre otras cosas, por qué uno de sus cuentos se titula Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, que hace referencia a dos lugares ficticios y una imaginaria sociedad de intelectuales. El lenguaje que usa en ese título se conoce como panlengua, un idioma creado por el artista argentino Xul Solar a mediados de los años cincuenta.

También hay quienes sostienen que el escritor argentino no es un autor incomprendido y que la dificultad de sus obras no es otra cosa que producto de los prejuicios de algunos lectores. El escritor Juan Gustavo Cobo piensa que hay una prevención hacia Borges: “Se cree que es un autor complicado, pero en sus textos son bienvenidos todos, pues están llenos de imaginación, sentido del humor y profundidad. Cuando se relee, es inevitable quererlo más”.

Y justamente la relectura de sus obras, la publicación de nuevas ediciones de sus textos, y las nuevas interpretaciones de su estilo literario han permitido que Borges no pierda vigencia. “Es un autor versátil e inagotable, y es posible abordar su escritura desde diferentes puntos de vista”, dice el escritor Antonio García Ángel, quien además asegura que es recomendable que los lectores cuenten con un contexto literario más amplio, es decir, se acerquen a la literatura de múltiples autores.

Para ello, recomienda empezar con El factor Borges de Alan Pauls, porque, según él, ofrece un panorama general del universo literario construido por el argentino. García asegura que entender la magnitud de su obra también es comprender una buena parte de la literatura universal, y solo por ese hecho, vale la pena plantearse el reto de comprenderlo.

“Adentrarse en los libros de Borges es una experiencia que abre una ventana hacia el universo de las palabras, y le ofrece a los lectores una nueva forma de ver la literatura”, dice Juan Camilo Rincón, autor de Ser colombiano es un acto de fe. Historias de Jorge Luis Borges y Colombia. Rincón no duda en sostener que Borges es el padre de los escritores del siglo XX y de la actualidad, pues todos fueron marcados, de uno u otro modo, por la obra del argentino.

De hecho, todos los autores del boom latinoamericano reconocen en Borges un referente obligado. Por ejemplo, Gabriel García Márquez llegó a afirmar del argentino: “Es el escritor de los adjetivos definitivos”, para referirse a su extraordinaria capacidad de encontrar las palabras precisas para definir las cosas. Julio Cortázar también le debe mucho a su compatriota, pues Borges publicó por primera vez el cuento Casa tomada, mientras dirigía la revista Los Anales, de Buenos Aires.

Aunque la obra del escritor argentino, desde su primer texto Fervor de Buenos Aires (1923), hasta el último Los conjurados (1985), esté marcada por la complejidad, es una obra majestuosa que para muchos resume lo que fue la literatura del siglo XX, y que aún hoy, sigue reinventándose. El reto de comprenderlo puede ser muy exigente, pero una vez se incursiona en el mundo de Borges, es imposible no quedarse para siempre.