Justicia de mercado

Roberto Julio Camperos estuvo siete años en la cárcel al ser confundido con un homónimo ((SEMANA #1.057), pese a detectarse la muy probable equivocación al poco tiempo de estar en prisión.

Guillermo Franco Camacho
9 de septiembre de 2002

Roberto Julio Camperos estuvo siete años en la cárcel al ser confundido con un homónimo ((SEMANA #1.057), pese a detectarse la muy probable equivocación al poco tiempo de estar en prisión. No pudo iniciar la aclaración en firme al no contar con cinco millones de pesos para el pago de los honorarios. Tal parece que en nuestra justicia rige el mercado con oferta, demanda y mecanismo de los precios. Es imposible la participación en la demanda al carecerse de ingresos. No hubo equidad en el ejemplo en cuestión, lo cual se espera de los regímenes competitivos característicos del capitalismo, en especial en modalidades crudas. Lo que contrasta con lo esperado, según la teoría económica, es la carencia de eficiencia pero, a lo mejor, esta combinación de falla simultánea en los dos sentidos es típica del mercado colombiano de la justicia.

Causa pesar decirlo pero no puede garantizarse un final feliz. La condena de la víctima probablemente fue objeto de relieve espectacular en los medios de información con la consiguiente imagen imborrable de culpabilidad. De ser así, previo el conocimiento de algunos casos, el señor Camperos tal vez no consiga empleo, lo cual se atribuiría a las deficiencias culturales, científicas, éticas y cívicas en la formación de los colombianos. Sería deseable que el alcance de la justicia fuera social y no neoliberal en Colombia.

Guillermo Franco Camacho

Bogotá

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