Su muerte ha vestido a la música luto, al tratarse de una de las figuras clave de las Estrellas de la Fania, el ya legendario grupo que en los años setenta fusionó la música del Caribe con el rock y el jazz de Nueva York y difundió la salsa por el mundo.
Al lado del trombonista Willie Colón, de cantantes como Celia Cruz, Rubén Blades y Héctor Lavoe y de compositores como Larry Harlow, José Luis Feliciano Vega –como fue bautizado– fue el artífice de grabaciones de temas clásicos que se convirtieron en éxitos alrededor del mundo: El ratón, Anacaona, Los entierros de mi gente pobre.
Su historia describe la parábola de superación de tantos otros artistas latinos. Nació en el seno de una familia humilde en Ponce, Puerto Rico, y llegó con sus padres a Estados Unidos a buscar oportunidades. Pronto entró a la música, primero como percusionista de mambo y luego cantó con el famoso sexteto de Joe Cuba. Allí, y especialmente por el éxito de canciones como El pito y A las seis, saltó a la fama.
En 1971, se integró a la Fania, justo en el momento en que la agrupación em pezaba a conquistar el planeta. Como a algunos de sus compañeros, también a él lo persiguieron los excesos. Pero sobrevivió la vida de estrella y dedicó su carrera adulta al bolero, a sus propias producciones y a dar conciertos.
Antes de morir, descansaba antes de presentarse en Acapulco el sábado santo. Pasaba por un momento difícil, pues en 2013 le habían diagnosticado un cáncer. Y la noche fatídica, tomó su Jaguar y a las cuatro de la mañana se mató cuando volvía a su casa. Según la Policía, no tenía cinturón de seguridad y falleció instantáneamente. Tenía 78 años de edad.Pequeñas, grandes operaciones