CICLISMO
Crónica del día | Giro de Italia 2021: Una pareja de amantes, enamorada del ciclismo
Dos ingenieros ambientales de Colombia viven hace 20 años en Italia y, desde los tiempos del ‘Chepe’ González, hoy por fin volvieron a gozar con los pedalazos de los “escarabajos”.
Stupinigi es un breve sector de Nichelino, municipio al suroccidente de la ciudad metropolitana de Turín que sólo empezó a poblarse a mediados de los años sesenta, cuando la FIAT construyó una de sus fábricas de automóviles y llevó a cientos de sus obreros a vivir allí. Antes de eso, el lugar era un terreno solitario y constantemente nublado al que, desde los tiempos del imperio romano, lo llamaban “la nada”.
El río Sangone marcaba la frontera entre Turín y lo que fuera que siguiera más allá de la espesa niebla y, por tanto, los lugareños se acostumbraron a incontables y tenebrosos mitos de hombres mitad bestia y espíritus alucinantes.
En otra ciudad nebulosa, Bogotá, se conocieron hace más de 20 años Mabel Arjona y Mauricio Cárdenas. Estudiaban Ingeniería Ambiental en la Universidad Tadeo Lozano cuando se enamoraron y, al poco tiempo de estar juntos, decidieron casarse e irse a vivir juntos a la mágica Italia, para estudiar, además, un máster de Ingeniería Ambiental en el Politécnico de Turín.
Escogieron Nichelino por estar cerca de Turín, por su ambiente campirano y por su aire puro. Consiguieron una casa pequeña y, aunque vecinos del “pueblo dormitorio de la FIAT”, prefirieron las bicicletas a los carros. Durante diez años se movilizaron a fuerza de pedal hasta el Politécnico y hasta los respectivos trabajos. Cuando podían, veían ciclismo por televisión o lo seguían por la radio. Estaban enamorados el uno del otro, y también de las bicis.
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El primer ciclista colombiano que vieron de cerca fue a José Jaime ‘Chepe’ González, cuando en 1997, año en el que el de Sogamoso se ganó la etapa 21 del Giro 80, en Passo del Tonale, y se visitó de ‘Verde’ en el podio final de la competencia que ganó Iván Gotti.
A ‘Chepe’ volvieron a verlo en el 99, con la camiseta del Kelme, cruzando vencedor la meta en Monte Sirino y otra vez colándose la ‘Verde’ de la montaña. Toda una proeza.
Desde esos lejanos años no volvieron a ver ciclistas colombianos pasando por esas tierras. Ni siquiera estuvieron presentes cuando Esteban Chaves fue subcampeón, en 2016, pues habían sido invitados a un matrimonio, justo cuando el Giro llegó a Turín.
Por eso, cuando leyeron en la prensa que este domingo el Giro saldría de su municipio, tomaron sus bicicletas, ya olvidadas en algún rincón del hogar, y pedalearon felices hasta el sitio de partida. Querían ver a Egan Bernal, a Daniel Martínez, a Fernando Gaviria, a Harold Tejada, a Einer Rubio o a Sebastián Molano. Querían abrazarlos y pedirles autógrafos, a pesar de la pandemia, o al menos resignarse a un saludo lejano.
Se apostaron detrás de las vallas, junto a Miranda y Mariana, sus dos pequeñas hijas, y esperaron y esperaron como buenos aficionados. Ningún ciclista colombiano pudo ir a saludarlos, por las restricciones, pero algunos de ellos les levantaron la mano desde lejos. Fue todo lo que pudieron lograr Mabel y Mauricio, una pareja de amantes, cuya “vida en rosa” se ha mantenido, entre muchas otras cosas, gracias al ciclismo.