GIRO DE ITALIA
¿Cuánto cuestan las bicicletas del Giro de Italia?
Los caballitos de acero de los corredores también son protagonistas. Estos son algunas de las bicicletas que han hecho parte de estas carreras y sus precios.
Por estos días se corre el Giro de Italia y el mundo tiene puestos sus ojos en los corredores, los favoritos y, por supuesto, el desempeño de los colombianos.
Sin embargo, además de los ciclistas, sus bicicletas también se llevan el protagonismo en estas competencias, ya que se requiere de piezas específicas y únicas para poder conseguir los resultados esperados por parte de los corredores.
Algunas de las más legendarias van desde los $50 millones hasta los $70 millones y han hecho ganadores a los corredores más importantes del mundo.
As the battle for the #Giro heats up, our team pulls closer together.
— INEOS Grenadiers (@INEOSGrenadiers) May 25, 2021
In the new Off-script, go behind the scenes during a pair of key mountain stages 📽️ pic.twitter.com/wqKDMvGKR0
Por ejemplo, la Pinarello Dogma F10, utilizada por Tao Geoghegan Harty, con la cual ganó el Giro de Italia en 2020.
Lo más leído
Este caballito de acero se destaca porque tiene gran versatilidad y se destaca tanto en montaña como en contra reloj y siendo de carbono las hace livianos y resistentes a los impactos. Está avalada en un total de 50 millones de pesos.
Otra destacada es la Colnago V3Rs con la que corrió Tadej Pogačar. Esta bicicleta italiana tiene varias características que llaman la atención como un tubo de dirección más corto, un padalier más bajo, marcos en carbono puro y ocho opciones de tamaño.
Tiene un costo de $63 millones y se puede conseguir en Colombia en Bicicletas Strongman.
También vale la pena destacar la Pinarello Dogma F12, la más costosa hasta ahora y con lla que corrió en 2019 Egan Bernal y luego por Filipo Gana en 2021.
Esta bicicleta tiene un valor cercano a los $70 millones y la sola rueda trasera cuesta cerca de 20 millones de pesos.
Giro de Italia 2022 | ¿Qué hacen los ciclistas en un día de descanso?
Tras un paso rápido e intenso por Hungría, el Giro de Italia llegó a su tierra para disputar las primeras etapas de montaña y así despejar las dudas sobre los favoritos a pelear el título, de aquí a la contrarreloj final en Verona, el próximo 29 de mayo, cuando se corone al nuevo campeón, quien sucederá en el trono al colombiano Egan Bernal.
Esta edición del Giro cuenta con tres días de descanso en los 24 días de competencia, programados para cada lunes de las tres semanas que dura la carrera. Aunque los corredores apenas llevan unos 400 kilómetros recorridos, el día de descanso se agradece para tomar un segundo aire y reforzar la estrategia de cara a los intensos días de escalada que vienen por delante.
Habitualmente las jornadas sin etapa inician con el viaje en bus al próximo sitio de la largada, pero en esta oportunidad los ciclistas tuvieron que alistar maletas y pasaporte para viajar desde Hungría hasta Sicilia, región que acogerá la salida de la etapa 4 este martes -10 de mayo-, a más de 2.000 kilómetros de donde Mark Cavendish se impuso sobre Fernando Gaviria y compañía este domingo.
Dicho viaje cambia todos los planes para los directores de escuadra, quienes están acostumbrados a despertar tranquilamente en el hotel, antes de disponerse a preparar el plan de cara a la etapa siguiente. Esta vez la organización del Giro ha tenido que contratar vuelos chárter para trasladar a los corredores, el ‘staff’ de cada equipo y también todos los materiales que necesitan para la competencia, como los cascos, la indumentaria e incluso algunas de las bicicletas que por tierra no podrían llegar a tiempo.
Lo cierto es que el título ‘día de descanso’ es bastante lejano de la realidad, mucho más en esta edición donde todo empezó con un largo viaje por aire. Cualquiera pensaría que cuando no hay etapa, los corredores tienen permiso para permanecer en su habitación y recuperar las fuerzas con las redes sociales, viendo una serie o jugando videojuegos, pero esto no es así.
Cuando los ciclistas tienen un día de descanso, también están obligados a salir a rodar para mantener el ritmo de competencia. Salen en grupo a recorrer alrededor de 50 a 70 kilómetros, aproximadamente la mitad de lo que dura un día de competencia, sumado a trabajos de gimnasio con pesas y sobre la bicicleta estática.
Los trabajos en el receso de competencia también están enfocados en las próximas jornadas. Es decir, los escaladores puros se enfocan en preparar las etapas de montaña que disputarán esa semana y los velocistas ponen la mirada en el plan a seguir para cuidar piernas de cara a los días que tienen marcados en el calendario.
Las sesiones de masaje y trabajos de recuperación en hielo son habituales en horas de la tarde, justo antes de que los pedalistas puedan, ahora sí, tener algo de libertad para hablar por teléfono con sus familiares, usar las redes sociales o simplemente descansar en todo el sentido de la palabra.