Argelia, Cauca
Cinco claves para entender la ola de violencia en el Cauca
Detrás de la masacre de siete hombres en el municipio de Argelia estaría gestándose una lucha de disidencias de las Farc, ELN y bandas criminales por hacerse al control del mercado del narcotráfico. Explicamos el oscuro panorama que se cierne sobre el Cauca
Tiene nombre de país africano, pero queda en Colombia, al sur del Cauca en límites con Nariño. El municipio de Argelia está en boca de todo el país. Una masacre de siete personas, como hace mucho tiempo no ocurría, encendió las alarmas en el departamento.
¿Qué?
Mientras los colombianos se preparaban para ver el partido Colombia vs. Inglaterra, en el Mundial de Fútbol, siete personas aparecieron asesinadas. Todos eran hombres, entre 25 y 35 años, tenían botas y señales de tortura. El brigadier general Jorge Herrera, comandante de la Brigada 29 del Ejército, explicó que las primeras versiones indican que estas personas fueron traídas desde el norte, en el municipio de El Tambo, para dejarlas en Argelia.
Las víctimas, al parecer, habrían sido asesinadas en San Juan de Michengue, y sus cuerpos fueron abandonados en Argelia para "dar un mensaje", y evitar que las tropas del Ejército concentraran sus operaciones en El Tambo.
Dos de los hombres fueron identificados como antiguos miembros de las Farc, que habrían abandonado la zona veredal del corregimiento Madrigales, del municipio de Policarpa, y quienes estarían delinquiendo en esta zona. Uno de ellos fue identificado como Jefferson Leandro Ranches, conocido como ‘Cuchillo’ o ‘Carroloco’, quien sería el líder de una disidencia del Frente Octavo de las Farc.
A él se unió Ever Alfaris Gómez, alias ‘El Crespón’, quien habría pertenecido a la columna móvil Jacobo Arenas de las Farc y posteriormente se unió a la disidencia del Frente Octavo para disputarle territorio al ELN. Las otras cinco personas no aparecen relacionadas con las Farc, pero al menos una de ellas sí tiene antecedentes por tráfico de estupefacientes.
Las primeras investigaciones indican que el frente José María Becerra, del ELN, sería el responsable de estos asesinatos. Una hipótesis que se investiga es que en el cañón del río Micay, en el municipio de El Tambo, recientemente se produjo un enfrentamiento entre este reducto del ELN y otros grupos criminales que operan en el sector, y que esto fue el detonante de la masacre.
Según las autoridades, detrás de la orden de ejecutar la masacre estaría alias ‘Tigre negro’ o el ‘Indio’, sindicado de ser el cabecilla del José María Becerra en esta zona del país. Voceros del ELN, desde La Habana, donde se adelantan los diálogos de paz con este grupo insurgente, desmintieron esta versión, pero es claro para las autoridades y la población que en esta zona del Cauca lo que se está gestando es una guerra a muerte por el control del narcotráfico.
En menos de diez años, el aumento en los cultivos de hoja de coca en el Cauca pasó de 8.600 hectáreas a más de 13.000 hectáreas sembradas. Cortesía EL PAÍS de Cali
¿Por qué?
Aunque los problemas de orden público en Argelia no son recientes, fuentes cercanas a la gobernación del Cauca advirtieron que después de la desmovilización de la guerrilla de las Farc, la tensión ha vuelto al municipio por cuenta del enfrentamiento entre diferentes actores armados que quieren apoderarse del control del narcotráfico en la región.
“Esta es una zona cocalera, que es utilizada para transportar todo lo que tiene que ver con narcotráfico hacia la zona del Pacífico”, dice una fuente. Justamente un corregimiento de Argelia, llamado El Plateado, es una de las zonas con mayor extensión de cultivos de matas de coca.
Las autoridades no tienen mayor presencia y es un secreto a voces que la economía del pueblo se mueve por los bultos de hoja de coca que puedan recolectar. Incluso, muchos recuerdan que a esta zona que limita con Nariño le dicen ‘El patio del Cauca’ porque la presencia del Estado es casi nula, las instituciones no llegan y ha sido el escenario perfecto para que las bandas criminales ejerzan su poder a través de las armas y la intimidación.
Para la comunidad es indispensable desarrollar una economía sólida que permita a la comunidad sacar sus productos agrícolas y poderlos vender para subsistir Cortesía: EL PAíS de Cali
¿Dónde?
Pero el problema no se focaliza solo en Argelia. A raíz de la masacre de estas siete personas las miradas se centraron en este municipio, pero el incremento de cultivos ilícitos en el Cauca lo ha puesto al nivel de otras regiones como Nariño, Putumayo y la zona del Catatumbo.
En menos de diez años, el aumento en los cultivos de hoja de coca en el Cauca pasó de 8.600 hectáreas a más de 13.000 hectáreas sembradas. Y justamente el municipio que concentra el mayor número de cultivos es El Tambo, el territorio donde se habrían presentado los enfrentamientos entre el ELN y la disidencia de las Farc, por el control de este corredor natural que conecta hacia el Valle del Cauca, Nariño y el Océano Pacífico.
Este municipio, ubicado en el centro del departamento y que colinda con Argelia, López de Micay y Timbiquí, está entre los primeros cinco territorios con más coca sembrada y que reúnen cerca del 50% del total de la coca que se produce en el país.
A este complejo panorama hay que sumarle que municipios del norte del departamento, como Corinto, Caloto, Miranda y Toribío, que tradicionalmente han tenido cultivos de marihuana desde hace décadas, tienen ahora zonas en las que se han detectado siembras de coca y hasta de amapola, por lo que la situación tiende a agravarse.
El efecto Naya
FUENTE: Consejo Indígena del Cauca
El Tambo y Argelia tienen conexión con El Naya, la zona que da salida al Océano Pacífico por el Valle del Cauca y Nariño. Por eso ambos municipios caucanos tienen una connotación especial para los narcotraficantes.
Pero, además, a ambos los une que son territorios amplios geográficamente y desolados desde el punto de vista institucional. Fabio Cardozo, gestor de Paz del Valle del Cauca, reconoce que sin satisfacer las necesidades primarias de la comunidad va a ser muy difícil romper con las estructuras criminales que se alimentan justamente de las carencias de las poblaciones.
“Es necesario definir una estrategia de largo aliento, de asistencia a las comunidades. Que la gente se sienta vinculada a la institucionalidad a través de la salud, educación y de la conectividad. Si a alguna persona de la comunidad lo muerde una culebra se muere porque no tiene a dónde ir. Hay que combinar la presencia de las autoridades con una apuesta social”, enfatiza Cardozo.
El Gestor de Paz advierte que es indispensable desarrollar una economía sólida que permita a la comunidad sacar sus productos agrícolas y poderlos vender para subsistir, porque de lo contrario será más fácil seguir vendiendo hoja de coca porque al campesino los emisarios de los narcotraficantes le recogen el cultivo y le pagan directamente.
En departamentos como Nariño y Cauca y zonas como el Catatumbo (Norte de Santander), la relación de los cultivadores con la transformación y la comercialización ha creado mayores niveles de dependencia económica y social. FOTO: José Guarnizo / REVISTA SEMANA
¿Carteles mexicanos?
Otro factor que está provocando terror entre la población es la -cada vez más- anunciada presencia de miembros de carteles mexicanos en esta zona del Cauca. Aunque al principio eran solo versiones, cada vez se confirma más que narcotraficantes de este país norteamericano, e incluso del vecino Ecuador, están llegando a la zona suroccidental de Colombia con el propósito de negociar directamente con quien esté manejando la pasta de coca.
Fuentes cercanas al Ejército le contaron a SEMANA RURAL que ante la salida de las Farc se creó un vacío que imposibilitó a los carteles mexicanos surtir de mejor forma el mercado estadounidense de cocaína. Ante esa situación, decidieron enviar sus mensajeros para acordar directamente los pagos y la entrega de la droga con quien hoy tenga el control en cada territorio.
“Es muy importante mencionar que en Cauca y Nariño se reporta la presencia de ELN, EPL, Bacrim e incluso se ha reportado la presencia de extranjeros dinamizando los mercados locales de hoja de coca y pasta de cocaína. La dinámica de los precios y de los actores ilegales deja ver una tendencia en la que es menos importante el control territorial, pero se mantiene el interés por la producción de drogas”, advirtió el año pasado el informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Justamente, SEMANA RURAL conoció que en mayo pasado la armada retuvo una lancha rápida que había salido de Timbiquí y en la que se incautaron dos mil kilos de cocaína. Pero lo que realmente sorprendió a las autoridades fue que entre los detenidos iban dos ecuatorianos y un mexicano, por lo que se cree que los traficantes de este último país están llegando al Naya a comprobar la calidad del producto y a verificar con quién es que se negocia ahora el tráfico de drogas en este corredor.
Entonces, para miembros de inteligencia de la Armada lo que está sucediendo es un reacomodo de los grupos armados ilegales que se estarían disputando la zona, a sangre y fuego, para quedarse con la gran tajada del negocio del narcotráfico con los mexicanos.
Diego Arias, analista de la violencia en la región y conocedor de lo que sucede en estos territorios, advierte que la presencia de estos narcotraficantes extranjeros puede haber, incluso, escalado a otro nivel. Según él, hay versiones que indicarían que hay presencia de miembros de carteles mexicanos y brasileños en estas zonas que no solo estarían procurando negociar directamente con los narcotraficantes colombianos sino que estarían haciéndose al control de cultivos y de laboratorios para adueñarse de la cadena completa y no quedar en la mitad de las disputas de los grupos ilegales locales.
“De ser ciertas estas informaciones, esto supone un riesgo inmenso para la seguridad pública y nacional”, enfatizó Arias.
Por GERARDO QUINTERO
Editor nacional