Obituario
La escena que inmortalizó a la musa de Fellini
En la clínica San Raffaele di Rocca di Papa, al sur de Roma, falleció el 11 de enero la actriz sueca Anita Ekberg, a quien le bastó una breve incursión en la icónica cinta 'La Dolce Vita' (1960) para entrar en el panteón del cine.
Quien haya visto películas de Federico Fellini conoce la escena. Sylvia (Anita Ekberg), una famosa actriz estadounidense, desaparece de una fiesta durante una visita a Roma. Marcello Mastroianni, que interpreta a un periodista de farándula, la encuentra a solas en un callejón, acariciando un gatito blanco. Ella le pide que consiga leche y él, desconcertado, hace caso. La cámara la persigue por las calles, mientras maúlla, se ríe, gime y mima al gato.
Se topa, de repente, con la Fontana de Trevi, la principal y más ambiciosa fuente barroca de Italia. Excitada, deja al animal en el suelo y atraviesa el agua, que le llega a las rodillas. Mastroianni la encuentra y la mira, atolondrado: la sueca, con sus hombros desnudos y el pelo suelto, se baña en la cascada. El italiano no duda. Entra en la fuente y en uno de los momentos más icónicos del cine, se detiene frente a ella y la intenta tocar la cara. Pero algo, una fuerza, lo detiene, como si no pudiera soportar su belleza.
Si bien esa película la lanzó al estrellato mundial, la sueca ya había actuado en varias cintas durante los cincuenta, en gran parte por haber ganado, con tan solo 19 años, el concurso de Miss Suecia en 1950. Poco después viajaría a Estados Unidos a concursar en Miss Universo, galardón que no ganó pero que la puso en contacto con figuras como Howard Hughes. El excéntrico multimillonario la ayudaría con su carrera, que despegó más en las portadas de revistas como Playboy que en el cine. Después de La Dolce Vita, Ekberg jamás volvió a tener un rol tan célebre y luego figuró más en portadas o por sus relaciones amorosas.
Su interpretación como Sylvia, sin embargo, le fue suficiente para entrar en los anales de la historia del cine y desde entonces varias películas le han hecho un tributo a la famosa escena, como Lost in Translation, la segunda película de Sofía Coppola, en la que los protagonistas, interpretados por Bill Murray y Scarlett Johansson, miran el segmento de la Fontana de Trevi en un cuarto de hotel mientras toman sake.